Revista D

La pequeña París

Un recorrido por la Avenida de La Reforma y sus monumentos.

Miles de vehículos transitan a diario por la Avenida de La Reforma. Algunos parroquianos la cruzan a pie, solo para pasar de la zona 9 a la 10, o viceversa.

Son pocos, sin embargo, los que caminan por todo el arriate central, excepto los domingos, cuando se cierran algunos puntos para dejarlo libre a los ciclistas, corredores y otros amantes de las actividades al aire libre.

Pero la costumbre es tal que, con frecuencia, se pierde la noción de lo bella que es esta vía, la “pequeña París”.

El año pasado se inauguró una ciclovía, bien señalizada, ideal para dar un paseo apacible, distendido y fresco —los árboles lo permiten—.

Además, el caminante puede darse el lujo de observar con detenimiento los varios monumentos que, a diario, pasan desapercibidos. Por ejemplo, el del Ejército, a los Comerciantes o el de la Estrella, que está en la rotonda que conecta las zonas 4, 5, 9 y 10. El dictador Manuel Estrada Cabrera ordenó su construcción, la cual quedó terminada en enero de 1914.

Esta es una obra de Augusto La Fontaine. De acuerdo a J. Antonio Villacorta, en su Monografía sobre el departamento de Guatemala (1926), es una estructura que el Ejército dedicó para conmemorar la terminación del Ferrocarril del Norte.

En general, la estructura está deteriorada por el humo de los automóviles y pequeñas pintas de la gente. Más adelante está el monumento a Miguel García Granados. Hace unas dos décadas le quitaron una grada y la baranda que lo circundaba, lo cual le restó proporción al conjunto. Hoy, los carros pasan casi rozándolo por sus cuatro costados. El deterioro es visible tanto por el paso del tiempo como por la suciedad provocada por el humo.

En la esquina de la 1 calle de la zona 9 hay una pequeña plaqueta que recuerda el lugar del asesinato de Alberto Fuentes Mohr, figura de la socialdemocracia guatemalteca, acaecida el 25 de enero de 1979.

A unos metros está el conjunto de estructuras más grande y visible de La Reforma, que refleja el naturalismo francés de finales del siglo XIX.

Primero está un toro de bronce que, al estar parado frente a él se percibe su gran dimensión —es mucho más grande de lo que se ve desde la ventanilla de un automóvil—. A un costado, sobre la banqueta que divide la avenida principal con el carril auxiliar, se aprecian dos jabalíes que luchan ferozmente. Cerca está un león que domina a un cocodrilo, y una leona que acecha una presa, quizás al ciervo atorado en una rama que está en frente.

En el conjunto destaca el monumento a José María Reina Barrios, quien monta un hermoso caballo. Fue precisamente ese gobernante el que impulsó el trazo de esa avenida, como un homenaje a la Revolución de 1871 —fue época de La Reforma—. Quiso, también, que la vía tuviera tintes europeos, en específico emulando el esplendor parisino.

Cierra el grupo estructural con otro toro de bronce.

Más allá

A lo largo de la Avenida de La Reforma hay monumentos de distintos tamaños. Entre los más pequeños figuran el alusivo a Miguel Hidalgo y Costilla, prócer de la Independencia de México, que fue inaugurado en el 2010; el de José Bonifacio de Andrada e Silva, uno de los precursores de la libertad de Brasil; el de Henri Durant, fundador de la Cruz Roja en 1863; y el de Dolores Bedoya de Molina, cuya placa fue salpicada por la pintura que emplearon en el resto de la estructura.

De mediano tamaño está el de Antonio José de Irisarri —militar y periodista guatemalteco-chileno que destacó en la Independencia de Chile—, que fue inaugurado el 12 de junio de 1968.

Sobre la 7 calle está el busto a Benito Juárez, colocado en el centro de una jardinera protegida por gruesas cadenas que cuelgan de artísticos pilares.

Entre los grandes monumentos destaca un león alado construido en 1998 por la Aseguradora General “en honor a los vínculos culturales y comerciales de dos pueblos, Italia y Guatemala”, según se lee en una placa colocada sobre su base.

En la esquina que da a la 12 calle de la zona 10, siempre sobre la Avenida La Reforma, está un monumento de grandes dimensiones que, en su fecha de inauguración (1923) conmemoraba el centenario del nacimiento de Lorenzo Montúfar y Rivera Maestre. Según los planes iniciales, se iba a colocar en una de las esquinas del Parque Central, pero al terminarse se decidió ponerlo donde permanece hasta ahora.

A la estructura, lamentablemente, se le han caído algunas letras donde debe decir “Montúfar”.

Más adelante se ve al Premio Nobel de Literatura 1967, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias. La obra en bronce que lo honra, a cargo del maestro Max Leiva, quedó lista en 1999.

En el 2009 le robaron las hojas, presumiblemente para reciclarlas.

Pasos más adelante está el vistoso monumento a la Madre, que tiene a una mujer que da pecho a su bebé.

En la 15 calle de la zona 10 estaba el busto a David Vela, esculpido por Byron Ramírez López y que quedó instalado en el 2002 en conmemoración al centenario del natalicio del insigne escritor guatemalteco. En enero de este año se lo robaron sin que hasta ahora se haya dado con los responsables. Hoy solo se aprecia el pedestal.

Al final de esta histórica avenida está el monumento a Joaquín Palma y Rafael Álvarez Ovalle, creadores del Himno Nacional. La estructura tiene leves signos de deterioro.

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