El hogar de Schiele es singular. Su vida en Guatemala transcurre en un jardín que es una especie de refugio de la naturaleza, con árboles, plantas y flores, así como un área donde coloca una papaya u otras frutas, agua y diferentes elementos que sus amigas, las aves, ven con agrado.
Lo visitamos en una tarde de mayo, y en casi una hora llegaron unas tres pequeñas especies voladoras a comer, visitas agradables para él; algunas llegan con frecuencia, e incluso las reconoce, cuenta que a veces llegan con sus familias y, sin duda, ellas se sienten seguras y reconocen que en ese lugar son más que bienvenidas.
La tarde es fría y la charla es acompañada con un café preparado por él mismo, al aire libre y con la distancia que la pandemia permite, mientras comenta la aventura que ha significado plasmar en pinturas cientos de aves y otras especies de fauna y flora que su carrera le ha permitido descubrir. Con facilidad dice los nombres científicos de cada una y detalles impresionantes sobre las especies.
¿Cuántos tipos de aves conoce? Ni él lo sabe con exactitud. Décadas de trabajo lo han llevado a plasmar su experiencia en diversas publicaciones, como una guía de aviturismo de Colombia, observación de aves en Guatemala, nuevos y notables registros de aves del sureste de Nicaragua y estampados de tucanes colombianos, por mencionar algunos de sus aportes. Es un hombre que simplemente disfruta de observar y plasmar a estos seres que conviven en sus propios hábitats, algunos en peligro de extinción.
Recientemente presentó algunas de sus obras en una exposición en Avia, parte de lo recaudado era para apoyar a la organización Defensores de la Naturaleza.
Él mismo describe en su perfil y redes sociales que su trabajo es el resultado de muchos años de observación de campo, estudiando y registrando el comportamiento de distintas especies, además de pasar tiempo revisando colecciones científicas, para lograr retratos realistas.
Los ejemplares de museo siempre se consultan y revisan una y otra vez para comprender mejor el tema. Por supuesto, se han utilizado ejemplares vivos siempre que ha sido posible.
Una de sus peculiaridades es que cada una de sus pinturas refleja el tamaño natural de la especie, así como su plumaje y colores. Ver cada pieza en vivo es un encuentro visual impactante.
Él es un explorador y guarda detalle de sus distintos viajes, anécdotas y otra serie de historias que le han formado.
Schiele ve y disfruta de los detalles. Además de dibujar, imita el canto de algunas aves y cada día se dedica a conocer más y más de la naturaleza.
Nos invita a conectarnos con ella y también comparte más de sus aventuras.
¿Desde cuándo se empieza a entusiasmar con la naturaleza?
Es desde niño, muchos traen esto de maravillarse por la naturaleza. Mi papá tenía un amigo con una finca cerca del río Polochic, en la orilla de la Sierra de las Minas, había tucanes, monos, guacamayas y una pared de selva, ahí vi un águila arpía y me quedé impactado por el resto de la vida. Tenía unos 13 o 14 años.
¿Cuándo comienza a dibujar?
En un viaje que tuve a Argentina. Cuando regresé en la década de 1980, le gustó el trabajo a un fotógrafo que se llamaba Ricardo Mata (1934-2012), y me llamó para ilustrar en el zoológico. Después, trabajé un tiempo solo, y en 1994 fui a Colombia, donde estuve en el Instituto Alexander Von Humboldt.
Vivió en Colombia en pleno conflicto. ¿Qué pasó entonces?
Me vine a Guatemala en el 2005 a vivir a Petén, porque no quería que me secuestraran las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), los paramilitares o quien fuera. Pero aquí me esperaban los Zetas, así que en ese entonces no pude hacer nada. Ahora estoy en la ciudad.
¿Ha estado en peligro?
Ni lo dude. Estaba ya en este camino cuando todavía había guerrilla en Guatemala y me decían que ahí estaban ellos o el ejército; pero en esa época, cuando uno es joven cree que va a ser inmortal y que nada pasará.
En Colombia me secuestraron una vez las Farc, pero uno se gana a la gente. Me capturaron por estar en un parque natural, junto a la jefa del lugar, y este grupo tenía algunas exigencias para el Gobierno. Una mañana le invité a quien estaba a cargo de nosotros a caminar y mostrarle las aves y el trabajo que hacíamos. Él estaba fascinado.
¿Qué recomienda para hacer aviturismo en Guatemala?
Es algo que se está haciendo bien y existen proyectos privados en todo el país dedicados a ello. Por ejemplo, se puede ver en la zona de la Reserva Natural Los Tarrales el pavo de cacho, una especie que está solo en parte de Guatemala.
¿Qué piensa del daño a la naturaleza?
Soy un evolucionista y creo en Dios, en que el planeta tiene un tamaño perfecto y el planeta tiene un 75% de agua, al igual que todos los seres vivos del planeta, y los vertebrados son un reflejo de los humanos, tienen sus costillitas, barriguitas, ojitos, todo lo que tenemos nosotros, son imagen y semejanza del planeta. El planeta está sufriendo el calentamiento global, una calentura fuerte provocada por un parásito. ¿Creían que todos íbamos a estar haciendo cosas como la minería sin consecuencias?
Cuando uno captura y se acaba todo, termina el juego. Es como el Monopoly. El medioambiente se va recuperar, pero cuando nosotros ya estemos de rodillas. Existen proyectos que trabajan duro como Defensores de la Naturaleza en Guatemala para conservar y concienciar a lo demás.