Ese año comenzó a actuar, a escribir guiones de teatro y también a involucrarse en varios de los principales espacios escénicos del país, entre ellos la Universidad Popular. Motivado por esa pasión, un año después formó el grupo de actuación y comedia al que llamó Los Comediantes, y el cual sigue activo.
Desde hace más de 20 años la carrera de Salguero se ha construido desde una vinculación con las audiencias mediante la actuación y los monólogos de comedia en auditorios, programas de radio y actualmente —por la pandemia— desde la virtualidad. En sus temáticas aborda la vida misma y la relación de la sociedad con distintas esferas que abarcan desde el amor hasta las consideraciones políticas.
Jairon se define como una persona seria e incluso tímida, lo cual resultaría impensable para sus seguidores y miles de personas que últimamente se han unido a sus presentaciones desde plataformas virtuales.
Pero más allá de esa timidez y seriedad con que se define, ha hecho reír y pensar a públicos de Guatemala, Centroamérica, México, Canadá y Estados Unidos. Su sensatez lo identifica y en esta conversación lo deja plasmado.
¿Cómo fue pasar a la virtualidad después de varios años de presentaciones en vivo?
Estaba acostumbrado a los espectáculos presenciales. El cambio me costó bastante al inicio por el hecho de que soy una persona adulta y a veces eso complica entender las plataformas tecnológicas que fueron más necesarias en la pandemia.
Pero aprendí de varios tutoriales en línea para manejar espectáculos a distancia. Realicé mis primeras transmisiones en video por Facebook, y en una llegaron a conectarse más de siete mil personas. Después probamos con vender entradas para que las personas pudieran ver el espectáculo en esas plataformas.
¿De qué manera repercutió el cambio de espacio para su espectáculo?
No es lo mismo, y sobre todo por razones económicas. No se gana como en el teatro y deben hacerse otros gastos básicos.
A pesar de la pandemia, noté que el público no ha abandonado el interés, ya que han comprado los accesos para ver los espectáculos de Los comediantes en línea.
Además, he continuado con el programa de radio Hagamos el humor, junto a Pedro Chilaquila, que también se transmite por video. Me percaté de que miles de personas lo sintonizan.
¿Cómo surgió el interés de comunicarse frente a otras personas?
Mi papá me llevó al teatro desde niño. Iba al del Conservatorio Nacional de Música y al de la Universidad Popular (UP). Luego de eso tuve interés por ser guitarrista clásico. Me metí al Conservatorio, pero a mi papá no le gustaba la idea.
Yo sabía que quería convertirme en artista, y un día mientras caminaba frente a la UP vi un letrero en el que se abría convocatoria para estudiar arte dramático de forma gratuita. Me dije que no iba a ser músico, pero sí actor.
Desde la escuela buscaba participar en actos o presentaciones. Siempre me ha gustado tener comunicación con las personas. Por eso, consideré el teatro como una buena herramienta para lograrlo.
Creo que fue muy importante tener la oportunidad de hacerlo en los noventa, después de la firma de la Paz, ya que finalmente se respetaba la libre emisión de pensamiento. Mi generación fue la primera que pudo expresarse sin miedo a ser asesinado, torturado o desaparecido.
¿En qué momento se convirtió la comedia en un elemento vital para su proceso de comunicación con los demás?
Siempre he considerado la comedia como un medio, no como fin. La mayoría de mis obras de teatro contienen algún mensaje social o una crítica política. El hacer reír con sátira implica crear conciencia acerca de todo lo que la sociedad representa. Se podría decir que mi fin no es tanto hacer reír a la gente; es más un tema social.
¿Cómo fue el punto de encuentro entre teatro y comedia desde su experiencia?
Desde 1997 quería hacer stand—up, pero muchas personas no comprendían el formato. En Guatemala era común que la gente esperara que los espectáculos de comedia fueran como algunos programas de entretenimiento mexicano.
Yo, por mi parte, comenzaba a trabajar en temas que me interesaran. Mi primer monólogo escrito para un stand—up fue Cásate y verás, que abordaba cómo las relaciones de pareja tienen sus altibajos.
Me sentí cómodo haciendo stand—up, y recordé cómo era el teatro. Se trata de géneros distintos, pero surgen de manera parecida: se debe escribir un libreto, producirlo y actuarlo. Es algo hermoso porque se puede comunicar lo que sea a través de un personaje.
Subir al escenario representa para mí adrenalina. Es un lugar que me encanta y en donde me desenvuelvo mejor, ya que soy más serio y algo tímido en persona.
¿En qué consiste la otra faceta de su vida cuando no sube al escenario y no se muestra ante los demás?
Si no estoy haciendo las tareas de la casa, estoy preparando las cosas que mostraré. La comedia es un trabajo y, por ende, requiere de estar pendiente de la preproducción y la producción. En la misma virtualidad he seguido atendiendo asuntos técnicos o de publicidad.
Cuando tengo tiempo libre suelo pensar en las historias que contaré, ya sea leyendo libros o viendo a otras personas convivir, incluso desde mi familia. El comediante debe ser un buen observador.
¿Cree que el humor cuenta todo aquello que no queremos ver o de lo que muchos no quieren hablar?
El humor nace de la tragedia. Por ejemplo, en el teatro griego, la tragedia ocurría a las personas de la alta sociedad. Las comedias surgen del pueblo, porque la gran mayoría vive más dramáticamente.
Por eso, la tragedia que le ocurre a veces a los más poderosos suele ser cómico. Creo que la comedia surge en lo cotidiano, pero también de hechos que no todos quisieran atravesar. Por eso en el stand—up funcionan tan bien los monólogos.
Habla de la relación entre los poderosos y el pueblo dentro de la sociedad como detonante de situaciones cómicas. ¿Cuán importante es hacer comedia en un contexto social y político tan convulso como Guatemala?
Creo que la comedia funciona como catarsis para mejorar el estado emocional de las personas. Cuando nos reímos, el cerebro sabe que estamos felices. Por eso es importante considerarla.
Los chistes son al final maneras que la gente usa para descargarse de muchas cosas, incluso la triste forma en que nos han gobernado en Guatemala. Pero creo que la comedia en ese sentido debe ser una catarsis con conciencia.
Debe reconocerse que hay algo que ocurre alrededor de nosotros. Por eso, no es de solo quedarnos con el chiste. La comedia debe invitarnos a accionar.