Aporte científico
¿De qué sirve tener un mapa sobre cómo evolucionaron estas frutas? No se trata de un simple pasatiempo; de hecho, el aporte es enorme, ya que de esta forma los científicos tienen una referencia sobre cómo producir nuevas variantes de cítricos con otros sabores, más nutrientes y que, además, puedan ser resistentes al cambio climático o a las plagas, pues este cultivo es particularmente frágil.
Esto último resulta trascendental, ya que existe un pseudohongo capaz de arrasar con los naranjales debido a la gomosis, una enfermedad que se desarrolla en el área del tronco —a veces en las ramas— de plantas y árboles que causa secreción de sustancias gomosas de tonalidad ámbar. “Estudiar los genomas permite saber qué especies son más resistentes a condiciones adversas y por qué, para conseguir variedades mejor adaptadas”, explica Joaquín Dopazo, jefe de Bioinformática y Genómica en el Centro de Investigación Príncipe Felipe, en Valencia, y coautor del árbol genealógico del Ivia. “Hasta ahora, el 99 por ciento de cítricos han aparecido por casualidad en el campo y han sido seleccionados por los agricultores, pero estas investigaciones abren la posibilidad de crear más variedades en el laboratorio”, insiste Talón.
Propiedades
Todas estas frutas son grandes aliados de la salud, pues contienen altos niveles de ácido ascórbico (vitamina C), necesario para el crecimiento y desarrollo normales. En específico, contribuye en la absorción de hierro y en la formación de una proteína importante para producir piel, tendones, ligamentos y vasos sanguíneos; ayuda a sanar heridas y formar tejido cicatricial, así como a reparar y mantener el cartílago, los huesos y los dientes. “Es un potente antioxidante, por lo que es vital su consumo para bloquear parte del daño causado por los radicales libres, los cuales son ampliamente responsables del proceso de envejecimiento y de la aparición de enfermedades coronarias, cáncer o artritis”, explica la nutricionista guatemalteca Rubí Solares. “El cuerpo no puede producir vitamina C ni la almacena; por eso es importante que en la dieta diaria se incluyan alimentos que la contengan”, recomienda.
Popularmente se dice que el consumo de cítricos reduce el riesgo de contraer un resfriado común, lo cual no ha sido demostrado por ninguna investigación científica. Sin embargo, sí logran que esa condición sea ligeramente más corta o con síntomas leves.
Estos, añade Solares, también tienen bioflavonoides, fibra —sobre todo en la parte blanca que se encuentra bajo la piel de la fruta—, potasio, magnesio, calcio y ácido fólico (vitamina B9), esto último presente en abundancia en las naranjas y toronjas.