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En 1989 empezamos con mi padre, ingeniero Héctor David Torres, a tratar de reproducir árboles esquisúchil (Bourerria huanita). El inicio fue frustrante, pues no lo logramos por métodos convencionales. Me tomó 30 años de estudios reproductivos y etnobotánicos reproducir poco más de 100 ejemplares, hoy sembrados en sitios históricos de Antigua Guatemala, otras comunidades del país y en Tenerife, Islas Canarias.
Una tarde de octubre de 2018 nos encontrábamos con mi esposa Vivian en El Calvario antigüeño, abonando el antiguo esquisúchil, sembrado allí por el santo Hermano Pedro el 19 de marzo de 1657, cuando observamos, con alarma, abultados cuerpos fructíferos blancos de un hongo xilófago —destructor de la madera— creciendo en la cara sur de su tronco. De inmediato lo notifiqué a las autoridades eclesiásticas y conformé un grupo de asesores científicos: dos colegas micólogas taxónomas Madre Yvonne Sommerkamp y Heidi Logemann; los ingenieros agrónomos Luis Guzmán y Ronald Lima; Luis Felipe Valdez y otros colaboradores. Sommerkamp remitió muestras del hongo al doctor Viktor Papp, de la Universidad Szent István, Budapest, Hungría. Él analizó la secuencia de su ADN y demostró que se trataba de Ganoderma tuberculosum, de pésimo pronóstico. El ingeniero Lima aplicó múltiples productos biológicos fungicidas de vanguardia, poda, aeración y otros, pero la infección, ya muy arraigada, había podrido sus raíces. El árbol había completado su ciclo de vida a los 363 años.
En vista de la inminente muerte solicité permiso eclesiástico para, por primera vez, intentar la reproducción del esquisúchil del santo Hermano Pedro. El miércoles 28 de noviembre de 2018 nos reunimos bajo su sombra monseñor Ramiro Pellecer, el vicario episcopal para Sacatepéquez; autoridades franciscanas, reverendas religiosas ortodoxas, voluntarios de la Asociación Cultural Nueva Acrópolis y varios honorables antigüeños como testigos de honor, para dar fe de la autenticidad de la reproducción. Extraje tres raíces de aspecto normal de la cara norte del tronco, sembré las dos más largas impregnadas de ácido indolbutírico —para promover enraizamiento—, al lado izquierdo de El Calvario antigüeño. Solo una de estas raíces retoñó seis meses después, el 20 de mayo de 2019, y ahora es un hermoso esquisúchil hijo legítimo de la reliquia viviente.
El 9 de mayo de 2020 a las 7:30 ocurrió lo previsto y el antiguo árbol se derrumbó. Con el grupo de especialistas acudimos de inmediato y se cortaron con sierra eléctrica las raíces, a manera de promover su rebrote. Esto ocurrió seis meses después solo en una raíz orientada al norte, posiblemente la misma raíz sana que anteriormente había extraído y cultivado. El nuevo árbol tierno ahora se desarrolla frondoso en el sitio original, y después de tres podas sucesivas le dejamos solo los cuatro troncos más robustos. Cuatro meses más tarde el vigoroso retoño floreció y aquí se muestran las primeras flores. La antigua reliquia viviente renació a la vida y su retoño trae un mensaje de esperanza a nuestro pueblo.
Miguel F. Torres es químico-biólogo/microbiólogo. Correo electrónico miftorres@hotmail.com