Según Erwin Concuá, director de la Asociación Latinoamericana de Bandas de Marcha, esta actividad data de unos 50 años atrás, cuando eran tradicionales, militarizadas y de participación obligatoria. Luego del final del conflicto armado, las autoridades empezaron con la desmilitarización de las prácticas sociales, lo que afectó también a estos grupos, reduciendo su número de 300 a 25, en la capital.
Este hecho causó que los concursos promovidos por instituciones gubernamentales desaparecieran y se formara la Asociación Latinoamericana de Bandas de Marcha, entidad privada dirigida por Concuá, quien hasta hoy promueve el desarrollo de estos grupos juveniles que no han dejado de evolucionar y cada año introducen nuevos elementos a esa actividad.
El cambio de bandas tradicionales a latinas fue algo imprevisto. ¿Cómo se dio?
La banda del colegio Osorio Sandoval, de la zona 21, ya había iniciado el proceso de cambio, al dejarlo de ser militar y perfilarse como una banda musical popular. Esto gustó mucho a las bandas de guerra de otras instituciones educativas, y originó el traslado a este género, y las que habían desaparecido, resurgieron con el nuevo formato.
Estas resultaron más alegres, ya que interpretaban música latina, como salsa y cumbia. Además, cambió el paso de marcha por el de baile y los trajes de estilo militar a los atuendos coloridos.
Al principio, muchos no concordaban con ese tipo de música y pasos para celebrar una fiesta nacional. ¿Qué opina?
La banda latina es un producto social, pues surgió espontáneamente en toda la región. Los jóvenes adoptaron los ritmos populares para distinguirse de las bandas de guerra, y aunque ciertamente no corresponden del todo al momento patrio, ya no se presentan solo el 15 de Septiembre, sino también en las ferias patronales de los municipios y en actividades públicas en general. También la Semana Santa permite que las bandas puedan acompañar los cortejos procesionales.
El papel regulador en ese sentido es de los directores de banda, el docente de música o la línea del centro educativo, pues lo pertinente en las fiestas patrias es que se interprete la música nacional.
Respecto de los trajes de fantasía, se pueden observar más en Suchitepéquez y en la capital, especialmente el liceo Brasileiro.
Con el tiempo se han hecho adaptaciones de la música nacional a ritmo de cumbia y los trajes de las bailarinas se han llenado de detalles típicos.
Es necesario recordar que al dejar de ser marciales, las bandas ahora procuran presentar un espectáculo de calidad y debe respetarse la forma de expresarse que los jóvenes eligen.
¿Dónde se originan las bandas y las batonistas?
Las bandas son tan antiguas como la guerra, pues los tambores marcaban el ritmo de los enfrentamientos y las trompetas indicaban quienes debían avanzar a la batalla y por cuál flanco.
Las batonistas son de influencia francesa, los uniformes también son tipo militar, por ello usan sombrero y botas. En Estados Unidos evolucionaron al estilo de las gimnastas y usan banderas y listones, además de hacer acrobacias y lanzar el batón. Las marching bands tienen un equipo llamado color guard que utilizan el rifle de ensayo para hacer maniobras. Entre los equipos de batonistas más destacados del país está el del Instituto Enrique Gómez Carrillo.
Las de tipo latino son la mayoría, pero hay otras en pleno surgimiento. ¿Cuáles son?
Un hecho que podría encabezar el nuevo proceso de cambio es la llegada al país de una película titulada Drumline, en el 2002. Lo que indujo a los jóvenes a seguir el formato marching band, que empezó a verse ya definido en el 2004. Este estilo se ha difundido mucho en el Suroccidente, Occidente y Oriente del país, de tal forma que de la banda latina se regresó a algo más militarizado, aunque con espíritu musical.
La banda campeona del país en esta categoría es la del Colegio Mixto Belén, de la capital.
En Estados Unidos también ha evolucionado, por lo que surgió la profesionalización de la actividad, representada por la organización Drum
Corps International, que es una federación deportiva de bandas que las regula y divide en tres categorías.
Esta liga se especializó en espectáculos en estadios. Las bandas tienen la misma capacidad de una orquesta de música clásica.
¿Adoptar este estilo podría verse como imitar la cultura estadounidense?
Los guatemaltecos nos dejamos influenciar fácilmente por las culturas extranjeras, más aún por la norteamericana, y aunque las bandas no son de origen estadounidense, sí se han desarrollado con mayor auge en ese país.
Es necesario ver los aspectos positivos que conlleva esta actividad, ya que los jóvenes pueden pertenecer a un grupo, aprender puntualidad, disciplina y a seguir instrucciones.
Además, se debe considerar que en Estados Unidos esta clase es parte del plan de estudios y los jóvenes reciben una instrucción de calidad, pues aprenden a leer música y a ejecutar perfectamente los instrumentos, mientras que en Guatemala solo es parte de las actividades extracurriculares no obligatorias y sin mucho apoyo.
¿Cuáles son las bandas más destacadas del país?
La banda Pedro Molina de Coatepeque tiene el mejor show visual del país. Es la única que ha participado en el Desfile de las Rosas y el del Día de Acción de Gracias en el 2010. Luego, en el 2011 participó en el Día de la Hispanidad, desfilando por la Quinta Avenida de Nueva York, y este año estará en el Desfile Centroamericano de la Independencia, en Los Ángeles.
Otra banda destacada es la del Instituto Mixto Belén, que ha tocado desde México hasta Panamá. Tienen la particularidad de que han adaptado sus trajes para que luzcan las características de los trajes típicos de las regiones del país.
¿Estas modalidades evolucionadas requieren de profesionales que instruyan a los jóvenes?
Sí, las drum corps son un espectáculo que requiere mejores intérpretes, que sepan leer música.
Los espectáculos son mucho más completos, requieren una coreografía, incorporar cierto tipo de actuación, la preparación de guiones y hasta compositores. Esto abre las posibilidades para que los jóvenes continúen sus estudios universitarios en música y que los colegios contraten varios profesores para dirigirlos.
Una de las quejas de los padres es la pérdida de tiempo. ¿Cómo debe manejarse este tema?
Siempre hay cosas buenas y malas en todas las actividades, pero la realidad es que la banda, al igual que otras actividades extracurriculares, necesita de seis a ocho horas a la semana para practicar.
Siempre que no se rompa con las normas establecidas por el Ministerio de Educación, los colegios pueden designar un horario y lugar especial para los ensayos.
El asunto puede manejarse como un grupo de élite, que es lo mismo que hacen los equipos deportivos o quienes compiten en las olimpiadas de ciencia, es decir, que solo los mejores puedan tener ciertos privilegios.
El negocio de las bandas ha representado un flujo de dinero para los colegios y un gasto más para los padres. ¿Qué podría decir de ese hecho?
Con la prohibición que se hizo en 1993 se detuvo en gran parte la comercialización de los implementos para las bandas. Y aunque en la actualidad no escapa totalmente de ese tema, la norma de no obligatoriedad emitida por el Ministerio de Educación es clara. Además, debemos recordar que si la institución se sirve de esos procedimientos, lo aplicará principalmente a los útiles, libros y uniformes en general, no solo a la banda.
También se dice que algunos establecimientos utilizan la banda como un elemento de mercadeo. Sin embargo, en mi opinión eso se daba más cuando los colegios competían por figurar por segundos en las pantallas de la televisión abierta.