Las autoridades germanas, tras acabar con la dictadura del Tercer Reich bajo el mando de Aldof Hitler, pusieron en marcha un digno proceso de mea culpa para recordar con monumentos el sufrimiento de aquellas víctimas, pedir perdón por el crimen cometido e inculcar en las futuras generaciones la tolerancia y el respeto por la vida.
En este relato el sacerdote Desbois, de la orden del Prado, con sede en Italia, cuenta por qué decidió crear la fundación Yahad-In Unum.
En julio de 1942, mi abuelo, Claudius Desbois, fue deportado y recluido como preso francés en un campamento alemán de presos soviéticos en Ucrania. Cuando regresó, se mantuvo en silencio. Mucho tiempo después llegué a comprender que lo habían llevado a una región donde muchos judíos habían vivido antes de la guerra y que, en calidad de preso, presenció, día tras día, cómo se fusilaba a los judíos.
A fines del decenio de 1990, viajé a Rawa-Ruska, Ucrania, el poblado donde estaba ubicado el campamento en que mi abuelo había estado detenido, en busca de las fosas comunes de los judíos asesinados.
Inesperadamente, el alcalde del poblado reunió a 50 personas que habían presenciado las ejecuciones y nos acompañó hasta el lugar de la fosa común para escuchar su testimonio acerca de los últimos mil 500 judíos de Rawa-Ruska. En ese momento tomé conciencia de que las ejecuciones en Ucrania se habían realizado en público y habían sido presenciadas por personas que ahora estaban dispuestas a hablar para que conociéramos la verdad.
Esa misma noche, me encontré a solas en el bosque con el alcalde, quien me dijo: Patrick, lo que hice por usted en una aldea, lo puede hacer en cien aldeas. Nunca sabré por qué lo dijo; y nunca sabré por qué yo respondí de acuerdo. Así nació la organización Yahad-In Unum.
El más famoso de estos homenajes es, quizá, el Memorial del Holocausto, el cual está formado por 2 mil 711 bloques de hormigón de color gris que miden entre 50 centímetros y 4.5 metros de altura. Sus bases están enterradas en una área de la ciudad de Berlín del tamaño de dos canchas de futbol, y ofrecen al visitante una sensación sofocante que recuerda a un cementerio judío.
Pero ¿por qué en el país se inauguró un homenaje de este tipo?, se preguntarán muchos. Marco González, el director ejecutivo de la asociación francesa Yahad-In Unum, la organización responsable de este centro, tiene la respuesta “es vital aprender del pasado para que las aspectos malos no se vuelvan a repetir. Infundir la tolerancia entre seres humanos y pelear por un mejor futuro sin violencia es nuestra misión”.
El Museo del Holocausto se encuentra en la Sexta Avenida 1-88 zona 1, en una casa de 332 metros del Centro Histórico, en el barrio San Sebastián, donde por muchos años funcionó el colegio Santa Infancia. Por el momento la residencia no ha sido modificada, simplemente adaptada para montar varias muestras, por tal razón sus organizadores solo reciben visitas de instituciones educativas, pues la apertura para el público en general tendrá lugar a finales del 2016, cuando el nuevo diseño esté listo.
El holocausto por las balas
Su primera exposición, de carácter fotográfico-documental, se titula El holocausto por las balas, la que cuenta la historia de los asesinatos masivos en contra de los judíos de Europa del Este de 1941 a 1944.
Comenzar con esta muestra también tiene como objetivo presentarle al público el trabajo de la organización Yahad-In Unum —que significa ‘juntos’ en hebreo y latín— fundada por el padre Patrick Desbois en el 2004, pues es, de alguna manera, el resumen de sus 10 años de trabajo en los cuales él y un grupo de colaboradores recopilaron la evidencia de las masacres cometidas por los equipos móviles de matanza, los llamados einsatzgruppen, y otras unidades militarizadas en esta parte del viejo continente, donde acabaron con la vida de más de dos millones de personas y de las cuales poco se conocía.
Durante una década hicieron más de 79 viajes y entrevistaron cerca de 4 mil testigos en ocho países para identificar mil 400 sitios de ejecución.
“A diferencia de Polonia o Alemania, donde el Holocausto mantiene su visibilidad gracias a los símbolos que constituyen los campamentos de exterminio, los horrores de la guerra permanecieron ocultos en casi toda la Europa oriental”, dijo en una entrevista el sacerdote Desbois.
La muestra está divida en cinco pasos: el arresto, el traslado, el desvestimiento, el fusilamiento y el saqueo.
“Durante la invasión a la Unión Soviética, los alemanes llegaron a las comunidades judías y sacaron a las personas de sus casas a punta de pistola, los reunieron en plazas públicas para después llevárselos sin decirles a dónde iban, simplemente caminaban o eran transportados a un lugar donde tendrían que cavar una fosa; enseguida, los hacían desvestirse y pararse en la orilla de lo que sería su tumba”, cuenta Darío Maldonado, el guía del museo.
“A muchos niños los asesinaban de un balazo en los brazos de su madre, porque no querían desperdiciar balas en ellos, a otros los aventaban vivos a la fosa y en seguida el resto de los judíos eran aniquilados, uno por uno, bala por bala. En muchos casos todavía no habían muerto, pero de todas formas les prendían fuego o enterraban vivos para tratar de borrar toda evidencia de la masacre”, narra Sonia Solís, la promotora cultural del centro.
Las imágenes de la muestra pertenecen a los archivos fotográficos de varios museos de renombre mundial, como el Belarusian State Museum of the Great Patriotic War, el Imperial War Museum Bildarchiv Preussischer Kulturbesitz, la Fondazione Centro di Documentazione Ebraica Contemporanea y el United States Holocaust Museum, entre otros.
La exhibición permanecerá abierta hasta el 30 de abril. Las instituciones educativas que deseen visitarla deberán comunicarse al museo.
Horarios, de lunes a viernes de 10 a 18 horas sin cerrar al mediodía. Admisión gratuita.
- Próximos eventos
- El 5 de mayo el Museo del Holocausto de Guatemala será visitado el sacerdote Desbois, quien disertará una conferencia.
- De mayo a junio se exhibirá la obra de Mira Maylor, una artista y escultora israelí, cuyas esculturas en vidrio son reconocidas a nivel internacional.