En un pequeño local de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, se puede degustar de un plato de pepián como si lo hubiera preparado nuestra abuelita.
El aroma de pepitoria tostada, entre otros ingredientes, se percibe en la calle. Los vecinos del barrio La Merced de la Antigua Guatemala saben que proviene de la cocina de la Canche, quien está lista para guisar un pepián.
Desde principios de la década de 1950, este ha sido el platillo estrella de Zoila Reyna Urízar Soto —a quien de cariño llaman Canche—, que religiosamente sirve en su pequeño local.
Originaria de Chinique, Quiché, la Canche llegó a la ciudad colonial hace 67 años, luego de una breve estadía en Chimaltenango. “Con una hermana nos mudamos porque nos habíamos quedado huérfanas”, cuenta la señora, hoy de 86 años.
“Aquella época (los cincuentas) era tranquila en Antigua. No había carros ni escuelas de español; el turismo, en realidad, era escaso, pero acá siempre ha sido lindo”, narra.
Después de graduarse de mecanógrafa, consiguió un empleo en la farmacia La Esperanza y más tarde en una clínica médica. Pero ella, de espíritu emprendedor, decidió abrir una tienda, la cual estuvo a unos pocos metros de la actual.
Al tiempo empezó a ofrecer comidas. Incluso, hoy mucha gente local llega para degustar sus comidas típicas guatemaltecas, como costilla o caldo de res, estofado y jocón. Sin embargo su especialidad es el pepián. Este platillo se puede conseguir en cualquier lugar, pero el suyo es especial. “Quizás es porque preparo la comida a la antigüita”, añade.
El comedor tiene tan buena fama que los turistas, nacionales o extrajeros, ávidos de probar lo auténtico, lo abarrotan. De hecho, tiene buenos comentarios en páginas web especializadas en viajes como Tripadvisor. “La Canche es uno de esos lugares que no hay que perderse. Es la trastienda de un local donde se encuentra un rico caldo o pepián. La variedad es poca, pero la calidad sorprende”, escribió Carlos Rodríguez Rivas, viajero de Madrid, España.
Estar ahí adentro también es una experiencia diferente. No hay lujos, pero se siente la calidez de un hogar tradicional guatemalteco: tan solo hay dos mesas largas cubiertas con coloridos manteles y unas sillas de plástico. Al fondo está la estufa y un poyo que alimenta con carbón.
En sus paredes predominan las imágenes católicas. Ahí se observa una Santa Cena, a la Virgen de Guadalupe, al Santo Hermano Pedro de Betancur y a Santa Teresita del Niño Jesús, entre otros.
Pero llama la atención que hay varios del papa Juan Pablo II. “¡Ah! Es que yo le atribuyo un milagro que tuve”, expresa. “Tenía cáncer de seno y me llegué a poner muy mal. A los nueve días de la muerte del Santo Padre, en el amanecer, se me apareció al pie de mi cama”, asegura. “Un mes después de ese suceso me operaron y todo salió bien”, comenta.
Tanta es la admiración de la Canche por el fallecido pontífice que fue a verlo las tres veces que visitó Guatemala, en 1982, 1996 y 2002.
Asimismo, acude regularmente a misa y, por supuesto, también está presente en las icónicas procesiones de Semana Santa que se llevan en Antigua. “Disfruto mucho de las festividades religiosas”, resalta.
Una abuelita gentil
El local de la Canche puede que pase desapercibido, pero no sus recetas. Como dice el turista costarricense Federico Zea, “quien realmente quiera comer lo mejor de la cocina casera guatemalteca, debe buscar el lugar. La propietaria, además, siempre tendrá palabras gentiles y, cual abuelita, hasta te aconsejará sobre los mejores menjurjes para llevar una mejor calidad de vida”.