Lo cierto es que, de una u otra forma, esta disciplina no pasa desapercibida.
Ciertos literatos, incluso, han practicado futbol en algún momento de sus vidas, como fue el caso de Albert Camus, Premio Nobel de Literatura 1957, quien en su adolescencia fue portero, así como el del colombiano Gabriel García Márquez, quien jugó en esa posición durante su infancia. De hecho, también simpatizó por el club Atlético Junior de Barranquilla.
Otro escritor que estuvo bajo los palos fue el ruso Vladimir Nabókov, autor de Lolita (1955), quien dijo que “el trabajo de un guardameta es como el de un mártir, un saco de arena o un penitente”.
Al italiano Umberto Eco, a veces, le fue indiferente, aunque sí fue un detractor del fanatismo. “Yo no odio el futbol; odio a los apasionados. No amo al hincha porque tiene una extraña característica: no entiende por qué tú no lo eres e insiste en hablar contigo como si tú lo fueras”. Otra de sus frases: “el futbol es una de las supersticiones religiosas más extendidas de nuestro tiempo. Hoy en día es el auténtico opio del pueblo”.
A quien no le agradaba era a George Orwell, autor de 1984 y Rebelión en la granja. Dijo que este deporte “no tiene nada que ver con el juego limpio. Está ligado al odio, los celos, la jactancia y el placer sádico de presenciar la violencia; en otras palabras, es como la guerra pero sin los tiros”.
Aquí, sin embargo, compartimos este álbum de estampillas con estrellas de la literatura que se decantaron por el rey de los deportes.
Albert Camus
El francés de origen argelino, autor de grandes obras como El extranjero y La peste, fue guardameta del Racing Universitario de Argel, cuando tenía entre 15 y 17 años. Su vida deportiva terminó abruptamente debido a la tuberculosis. “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al futbol”, escribió. “Si volviera a nacer y me dieran a elegir entre ser escritor y futbolista, elegiría lo segundo”, solía decir.
Günther Grass
Era gran aficionado del Friburgo, un modesto equipo alemán. De hecho, en cierta ocasión leyó sus poemas en el estadio ante unos 25 mil espectadores. De su autoría es el poema Estadio de noche, en el que compara a un portero con un poeta solitario: “Lentamente ascendió el balón en el cielo. / Entonces se vio que estaba lleno el graderío. / En la portería estaba el poeta solitario, / pero el árbitro pitó fuera de juego.
Mario Benedetti
“Gracias al futbol, a los uruguayos nos conocieron en el mundo”, expresó el autor de Puntero izquierdo, el cual ofrece la visión de un futbolista abrumado por su situación laboral y económica. Benedetti, gran apasionado del deporte rey, se refirió a uno de los tantos que Diego Maradona le marcó a Inglaterra en 1986: “Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina es, por ahora, la única prueba fiable de la existencia de Dios”.
Nick Hornby
Fiebre en las gradas se considera como uno de los mejores libros que tratan sobre futbol. Fue escrito por el inglés Hornby, quien no oculta su fanatismo por el Arsenal. “Me enamoré del futbol igual que más tarde me enamoré de las mujeres: de repente, inexplicablemente, sin crítica, sin pensar en el dolor o los trastornos que traería consigo”, cita.
Juan Villoro
“El futbol es la parte predecible de nuestra vida. No estamos seguros de encontrar tiempo para ir al dentista o al supermercado, pero sabemos con estratégica anticipación dónde veremos la final de la Champions”, dijo el escritor y periodista mexicano, Premio Herralde 2004 por su novela El testigo.
Jean-Paul Sartre
El filósofo francés, que se ocupó del existencialismo, afirmaba que “el futbol es una metáfora de la vida”. También trató sobre la complejidad que hay en el deporte rey; por ello, llegó a la conclusión de que “en un partido de futbol todo se complica por la presencia del equipo contrario”.
Anthony Burgess
Fue el autor de una de las frases más citadas del planeta futbol: “Cinco días son para trabajar, como dice la Biblia. El séptimo día es para el Señor, tu Dios. El sexto día es para el futbol”. El escritor inglés, a quien se le recuerda por su obra La naranja mecánica, escribió bastante sobre el deporte rey en las décadas de 1970 y 1980, incluyendo un artículo sobre la Tragedia de Hillsborough en 1989, en un partido entre Liverpool y Nottingham Forest.
Pablo Neruda
El chileno fue otro gran fanático del futbol y, precisamente, del Atlético Magallanes. En el Crepusculario, el Premio Nobel 1963 escribió el poema Los jugadores, donde se lee: “Juegan, juegan. / Agachados, arrugados, decrépitos. / Este hombre torvo / junto a los mares de su patria / más lejana que el sol / cantó bellas canciones. / Canción de la belleza de la tierra, / canción de la belleza de la Amada, / canción, canción / que no precisa fin (…)
Roberto Fontanarrosa
Nació en Rosario, la ciudad cuna de Messi, Di María o Menotti. Fontanarrosa dice: “Central (un equipo de futbol local) es prioridad uno. No me vengan con el cumpleaños de mamá. Yo me voy a la cancha. Eso es innegociable”, o bien, que “algunos intelectuales serios habrán ocupado sus horas leyendo a Tolstoi, mientras yo leía El Gráfico”. Es autor del cuento 19 de diciembre de 1971, un clásico en la literatura argentina.
Eduardo Galeano
El uruguayo era un gran hincha del futbol y del equipo Nacional de Montevideo. Entre sus libros están Su majestad el futbol (1968) y Futbol a sol y sombra (1995). Algunas de sus frases más célebres son estas: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo”, así como “yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”.
Óscar Wilde
El escritor nacido en Dublín, Irlanda, autor de Dorian Gray, dijo que “el rugby es un juego de bárbaros practicado por caballeros” y que “el futbol es un juego de caballeros practicado por bárbaros”. También escribió que, “como juego, el futbol está muy bien para chicas toscas, pero es apenas conveniente para chicos delicados”.