Esta enciclopedia refiere además, que Cataño pudo haber nacido en 1570, aunque no se sabe dónde. En la búsqueda de pistas acerca de su vida, la investigadora Flor Orellana cuenta que en esa época vivió en Italia la familia Cattanio, que era de escultores, por lo que “puede ser que haya pertenecido a esta. Además recordemos que los artistas al pasar por otras ciudades se cambiaban los apellidos”, explica.
Un dato certero de su presencia en Guatemala es su acta de matrimonio, en 1580, es por eso que se cree que la fecha de su natalicio es solo aproximada, pues de haber nacido en 1570, no pudo haberse casado a los 10 años.
Cataño fue esposo de Catalina de Mazariegos “descendiente de Diego de Mazariegos, conquistador de Chiapas, México. Tuvieron un hijo, Jerónimo, quien se convirtió en clérigo y murió antes que sus padres. El matrimonio adoptó varios hijos”, conforme al Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala.
A comienzos del siglo XVII dirigió uno de los más grandes y mejor organizados talleres de arte de la Ciudad de Santiago. Los documentos recopilados por Orellana dibujan a Cataño como un hombre pudiente, generoso y que solía sacar de apuros a sus aprendices y amigos.
Pedro Liendo, según los cronistas, era el pintor más importante de la época y trabajaba con Cataño. Fue su padrino de bodas y en una ocasión en la que le pegó a uno de sus discípulos fue llevado a la cárcel de dónde Cataño lo rescató.
Orellana encontró dos contratos, del 7 de julio de 1615; uno firmado por Cataño para diseñar y armar el famoso retablo de Nuestra Señora del Rosario de los Españoles, que se encuentra en la iglesia de San Juan del Obispo. El otro suscrito por Liendo, para pintarlo. Ambos sirvieron de testigos mutuos en los documentos legales, lo que denota su estrecha relación.
“Pedro de Lira ocupó en esa época el cargo de regidor; era un gran comerciante y le encargó varios trabajos a Cataño, de hecho, pagó casi la totalidad del retablo de Nuestra Señora del Rosario. Era uno de los mejores clientes y amigos del escultor y vivieron cerca del convento de Santo Domingo, en donde se concentraba la clase pudiente del reino”, refiere Orellana.
Existen también otros escritos que dan testimonio que Cataño salvó más de una vez de la prisión y pagó las deudas de Luis Ortiz, quien trabajó en su taller desde niño.
El legado
Otras imágenes que se le atribuyen son la de Nuestra Señora de la Concepción, cuyo retablo se encuentran en el Convento de San Francisco de la Trinidad, de Sonsonate (El Salvador), un altar en el templo de Santo Domingo, el Cristo del Perdón o Cristo de las Ánimas y el retablo mayor de la Catedral de Santiago. También se cree que son de su autoría los crucifijos de las iglesias de Santiago Atitlán, San Agustín Acasaguastlán y Escuela de Cristo, así como el Nazareno de la Parroquia Vieja.
¿En realidad fue el autor de tantas obras? El historiador Fernando Urquizú lo pone en duda en su artículo Notas para el estudio del uso de la escultura del Santo Cristo de Esquipulas en el ideario guatemalteco.
De acuerdo con Urquizú, “la imagen primigenia (del Cristo Negro) figura en manuales didácticos del Evangelio, creados originalmente en Europa por Alberto Durero, artista de la corte Española de Carlos V. La influencia de su libro titulado La Pasión, es perceptible en la escultura”.
Estos manuales servían como “medios de unificación ideológica, razón que nos explica su presencia especialmente en los Arzobispados de Nueva España y Lima de donde fueron copiados y reenviados a los obispados bajo su jurisdicción para ser reproducidos”, comenta Urquizú.
El historiador refiere que la investigadora y crítica de arte Josefina Alonso de Rodríguez, fallecida en 2008, sostuvo que en su testamento, el mismo Cataño afirmó que las esculturas de sus obras encargadas a su taller las encomendaba a Luis Ortiz. “Este detalle permite mencionar a otro probable autor material del santo Cristo de Esquipulas”, agrega.
Cataño murió en Santiago de Guatemala, se calcula, entre marzo y agosto de 1622 y fue sepultado en la capilla de El Sagrario en la Catedral.