Fidelina Vásquez Eguizábal ingresó a los 16 años como postulante a la Congregación de la Sagrada Familia de Helmet, en su ciudad natal, Ahuachapán, El Salvador, cuando tenía 16 años.
A esa corta edad, en 1932, fue enviada a Amberes, Bélgica, donde impartió clases a niños de 3 a 6 años. Estuvo en ese país hasta años después de la Segunda Guerra Mundial.
“Fueron tiempos duros. Solucioné ese dilema viendo a los alumnos una vez por semana, intercambiando cuadernos que llevaban a casa. Con ellos aprendí el francés y el flamenco”, refiere Vásquez, quien tiene gran lucidez y memoria.
En Bélgica vivió 23 años, en dos etapas distintas, épocas que aún recuerda con nostalgia y cariño.
Vino a Guatemala en 1951 para impartir clases de francés, inglés y doctrina religiosa en el Colegio Belga Guatemalteco. En la década de 1980 trabajó dos años en la comunidad de Tlaxiaco, Oaxaca, México, donde se dedicó al servicio apostólico y a los enfermos. Regreso a Guatemala, específicamente, a Chiantla, Huehuetenango, en donde estuvo de 1990 a 1993, y, finalmente, volvió a la capital.
Como reconocimiento a su labor evangelista, en el 2014 recibió la bendición del papa Francisco, por sus 80 años de
vida religiosa.
En conmemoración a su centenario de vida también fue honrada por el papa Francisco con la orden Pro Eclessia et Pontífice, la cual le fue entregada por monseñor Óscar Julio Vian.
Hoy disfruta de su retiro con ánimo y entusiasmo, dedicada a la lectura religiosa en las instalaciones del colegio Belga, en la zona 1 de la Ciudad de Guatemala.