El consejero espiritual también afirma que las consecuencias del divorcio afectan a las generaciones siguientes. “Lo peor es que hay jóvenes que, para no replicar la terrible y angustiosa experiencia vivida con sus padres, deciden no formar un hogar como Dios manda y resuelven llevar una vida promiscua e irresponsable”, cita el documento.
Un divorcio es, por lo general, percibido como una situación traumática, tanto para la pareja que da por terminada su relación física y afectiva como para los hijos —si los hay—, lo que invariablemente incide en la sociedad.
Aunque en algunas denominaciones religiosas no aceptan del todo este proceso, y en ciertas sociedades no tenga cabida, es innegable que en esta parte del mundo cada vez son más los matrimonios que se disuelven por la vía legal.
Algunos investigadores, como lnés Alberdi, profesora de Sociología de la Familia en la Universidad Complutense, España, tienen una explicación a este fenómeno: “La frecuencia del divorcio en la sociedad moderna no puede verse como reflejo de la crisis del matrimonio, sino, por el contrario, como un signo de la gran importancia que este ha adquirido. El divorcio aumenta porque la mayoría de los individuos son más exigentes en sus demandas de satisfacción y de entendimiento mutuo, y si no lo es, se rompe”.
Lo legal
Independientemente de las razones por las que decida una pareja divorciarse, la situación ideal de ruptura sería aquella en la que ambos cónyuges desean hacerlo, llegan a un acuerdo sobre los hijos y sobre los bienes, sin entablar batallas campales en los juzgados ni mucho menos airear públicamente los motivos que los llevaron a tomar esta decisión. “Pero no siempre ocurre así. Desgraciadamente, la ruptura va unida muchas veces a tensiones y desacuerdos sobres los hijos, el modo de repartir la renta, los bienes e incluso los muebles. Por ello se necesita una ley que, aunque contemple el divorcio por mutuo acuerdo, ampare los derechos de ambos cónyuges”, explica Alberdi, también abogada.
Según datos del Registro Nacional de las Personas (Renap), en el 2013 se celebraron 72 mil 490 matrimonios y se emitieron cuatro mil 876 certificados de divorcio. Comparada con las cifras del 2012, la cantidad de bodas aumentó en un 4 por ciento y la de separaciones por la vía legal, 16 por ciento.
Estos mismos datos reflejan que los casos de disolución por mutuo acuerdo han incrementado. “En este bufete tenemos un promedio de dos audiencias semanales por este tipo de separación, y la mayoría son parejas jóvenes“, indica Claudia Maselli, directora del bufete popular de la Universidad Rafael Landívar.
Jurídicamente, en muchos países el matrimonio es un contrato, es decir, es similar a una compraventa, hacer una donación o un préstamo. En Guatemala no se considera un contrato, sino una institución social que puede ser disuelto siguiendo un procedimiento determinado. “Hay dos vías para divorciarse, la judicial —que suele ser unilateral, también conocida como divorcio express—, y por mutuo acuerdo; la primera se convierte en un calvario para las partes”, afirma Maselli.
Divorciarse, entonces, implica un gran gasto de energía, tiempo y recursos. “Si las mujeres y los hombres desean hacer valer sus derechos, primero deben estar bien informados, porque la mayoría supone equivocadamente sobre este proceso y por eso le teme”, comenta Amalia Mazariegos, coordinadora nacional de asistencia legal gratuita del Instituto de la Defensa Pública Penal (IDPP).
Acuerdos
El matrimonio, en el ámbito legal, no es solo amor; de esa cuenta los ricos y famosos han optado por establecer acuerdos prenupciales que regulen las situaciones que podrían darse si la relación terminara. Ese es el caso, por ejemplo, de los artistas mexicanos Lucero y Manuel Mijares, quienes se divorciaron después de 10 años de casados.
Similar fue lo pactado por la actriz estadounidense Sandra Bullock con Jesse James. Ambos firmaron un contrato
en el que se establecía que si él le era infiel no recibiría ni un solo centavo luego del divorcio, y en efecto, esta acción se divulgó por los medios de comunicación para darle vigencia a la cláusula establecida.
Las extravagancias asoman cuando el contrato de algunos famosos incluye aspectos como no hacer confidencias sobre intimidades familiares o no subir más de 10 libras de peso.
En la legislación guatemalteca existen algunas limitantes para establecer ese tipo de contratos, lo cual no impide que se hagan capitulaciones matrimoniales que regulan las relaciones económicas entre los contrayentes.
La ley establece que proceden siempre y cuando uno o los dos posean bienes que superen los Q2 mil, pero se acostumbra hacerlos cuando el capital es considerable o existan propiedades que no desean compartir.
“Según el artículo 119 del Código Civil, estos acuerdos deberán constar en escritura pública o en acta notarial e inscribirse en el Registro Civil, luego de celebrado el matrimonio, y también en el Registro de la Propiedad si se afectaren bienes inmuebles”, indica María Rodríguez, abogada y notaria.
Regímenes
Estas capitulaciones no son las únicas que pueden afectar los aspectos monetarios en el matrimonio. La ley establece tres regímenes que pueden direccionar las relaciones: el de separación absoluta de bienes, que implica que las posesiones antes, durante y después del matrimonio son individuales; la de comunidad absoluta, que hace a ambos propietarios de todos los bienes; y el de comunidad de gananciales, que reconoce como propiedad compartida solo los bienes obtenidos durante el matrimonio y ordena su repartición en proporciones iguales a la hora del divorcio. La ley asume que esta última está vigente en el matrimonio si no se aclara lo contrario al momento de la boda.
“A la hora de una separación conflictiva suele surgir una malentendida dignidad de muchas mujeres que renuncian a su pensión alimenticia con tal de no ver a su pareja o no dejar que esta vea a sus hijos“, comenta Mazariegos.
Maselli explica que el juez es el encargado de regular el tiempo que ambos pueden pasar con los niños, porque lo ideal es que la separación no los afecte, así que debe dejarse de lado la lucha de poder y actuar en beneficio de los hijos.
La ley regula la custodia de los niños y lo económico, pero el tercer aspecto fundamental de este conflicto, que es el emocional, puede amainar si el manejo de los dos primeros es adecuado.
“El sufrimiento personal que produce la ruptura matrimonial no hay quien lo evite, pero si se reconoce legal y socialmente la situación de los divorciados, se pueden suavizar las tensiones familiares y las situaciones de soledad de los cónyuges y de sus hijos“, remarca lnés Alberdi.
Tomando ventaja
Entre la diversidad de casos que ocurren de divorcio está el de Íngrid y Raúl, vecinos de la zona 7. Ella estaba a punto de graduarse de la universidad cuando se casó. Él devengaba un buen sueldo. Cuando Íngrid empezó a trabajar logró ganar prestigio y dinero. Con el tiempo, Raúl fue despedido. Intentó en otras empresas, pero nunca se sintió a gusto hasta que dejó de laborar y de buscar empleo. Ella se ocupaba de todos los gastos. Un día se cansó de la situación y decidió separarse. Él la demandó y solicitó una pensión alimenticia, con el argumento de que era víctima de maltrato psicológico. Obtuvo una buena suma.
“La pensión alimenticia es un derecho de los niños, y proporcionarla es obligación de ambos padres. Pero, el varón que queda solo también puede reclamar una cantidad en caso de discapacidad, solo que el monto quedará bajo la consideración del juez”, explica Masselli.
Migrantes
La situación de las esposas de los migrantes suele complicarse un poco más. “Es alarmante la cantidad de hombres que traspasan las fronteras de manera irregular y se olvidan de su familia en Guatemala. También es común que envíen los recursos por medio de sus padres, quienes no siempre son justos con la esposa y los hijos”, cuenta Flora Reinoso, abogada de la Mesa Nacional para las Migraciones en Guatemala.
Según Reinoso, el principal problema en estos casos es la falta de denuncias, pues ante la negativa de las parejas de reunir a la familia en EE. UU., las mujeres dan todo por perdido y terminan luchando solas.
En cuanto a las guatemaltecas residentes en ese país, si sufren cualquier tipo de violencia o son abandonadas, al denunciarlo a las autoridades pueden optar a diversos beneficios como, por ejemplo, una visa de trabajo para regularizar su situación legal, explica Reinoso.
A pesar de la desesperanza, las mujeres que se quedan en el país y no reciben ayuda de sus esposos también tienen una serie de recursos que pueden dar pie a un alegato por alimentos. Ubaldo Villatoro asesor legal del Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala (Conamigua), asegura que al reunir ciertos requisitos es posible demandar la ayuda económica del padre migrante. El primer paso es establecer la unión de hecho o presentar una certificación de matrimonio reciente, la fe de edad de los niños o realizar el juicio de filiación correspondiente, pero el dato crucial es tener una dirección en el extranjero adonde enviarle la notificación al esposo ausente. Villatoro considera que un 60 por ciento de los guatemaltecos en el país del norte permanecen de manera irregular por lo que no les conviene tener una orden de captura pendiente por este rubro, pues corren el riesgo de deportación o de entorpecer su trámite de regularización. Esta gestión puede hacerse en cualquier sede departamental de Conamigua o en los bufetes populares de la Universidad de San Carlos de Guatemala, donde ya se ventilan varios casos de esta naturaleza.
Amalia Mazariegos, del IDPP,expresa que si existen bienes en el país, es posible llevar a cabo un juicio de ausencia y luego nombrar a un representante legal que puede ser objeto de demanda con el fin de liquidar las propiedades y pagar con ese monto la pensión correspondiente.
Desprotección
Camilo residió en la zona 5 y fue padre de tres hijas. Se casó muy joven y, debido su mal carácter, el amor se fue diluyendo mientras aumentaban los conflictos domésticos. Decidió separarse y vivir solo. Con los años se unió a una joven que no tenía hijos. Ambos cuidaban de las niñas algunos meses al año e incluso vivieron juntos cuando ellas alcanzaron la mayoría de edad. Sin prever ningún peligro, Camilo hizo un viaje a la costa y sufrió un accidente. Su pareja gastó todos sus ahorros en tratar de salvarlo, pero él murió al cabo de cinco meses.
Luego del sepelio apareció la exesposa reclamando las prestaciones laborales, propiedades y un seguro de vida. Legalmente le correspondía gran parte de esos bienes.
“Lamentablemente no hay ley que proteja a la nueva mujer, pues el esposo debió haber iniciado el trámite de divorcio, haber acudido a un notario para hacer su testamento o traspasar los bienes con un trámite comercial. Al morir sin haber hecho ninguna de estas diligencias, la esposa legal tiene derecho al 75 por ciento de la herencia, según la ley, pues no se puede certificar la unión de hecho de un hombre casado”, explicó Mazariegos.
Sin pruebas
Paolo y Marta, de San Juan Sacatepéquez, se casaron y tuvieron dos hijos. Ella era una mujer muy sensible y luego de unos años empezó a ingerir licor casi a diario. Su natural alegría se convirtió en agresión hacia su esposo e hijos, lo que motivó la separación matrimonial.
Marta acudió de inmediato a las instancias de protección a la mujer y denunció a Paolo de maltrato. Tenía en su poder documentos que demostraban cuánto ganaba su marido y consiguió que los tribunales le fijaran una pensión alimenticia bastante conveniente para ella y los niños.
Con el tiempo, Paolo formó otro hogar y un par de veces se atrasó en la pensión. Enfurecida, Marta le hizo un escándalo en la empresa y logró que lo despidieran. Paolo se quedó sin trabajo, sufrió un accidente y no tuvo cómo cumplir con la pensión. Le pareció raro que ella no lo buscara y empezó a averiguar qué le había pasado. Tardó seis meses en encontrar a sus hijos en casa de unos desconocidos que los habían protegido porque la madre los enviaba a pedir dinero a la calle. Gracias al testimonio de los vecinos recuperó la custodia de sus hijos e inició el largo proceso de recuperación psicológica.
La pensión alimenticia no es un derecho estático. Si se fija una cantidad y en un corto o largo plazo mejoran las finanzas de la esposa o el esposo, se puede solicitar la modificación. Así mismo, si el padre se queda sin trabajo o pierde su medio de ingreso debe iniciar el proceso para reducir el monto, pues si incumple deberá responder ante la ley. La pena podría ser el embargo del sueldo, perder un bien o ir a la cárcel.
“Una de las causas de más peso para que una madre pierda la custodia de los niños es que presente una conducta indecente que ponga en riesgo la vida de los niños, pero esto debe afirmarse con pruebas y evaluaciones psicológicas, y es más difícil de establecer si las dos partes se denuncian mutuamente; sin embargo, en todos los casos son los niños quienes salen perdiendo”, advierte Mazariegos.