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Dieter Lehnhoff: El compositor guatemalteco explorando los pulsos de la historia musical
El investigador comparte sus ideales frente a la vivencia y la composición musical, e indaga en los desafíos al momento de concebir un arte sonoro para la trascendencia humana.
El maestro Dieter Lehnhoff durante entrevista con Prensa Libre. (Foto Prensa Libre: Alejandro Ortiz López)
Para el compositor, director y musicólogo Dieter Lehnhoff, su carrera musical de más de 40 años se ha basado en la curiosidad. “Las curiosidades infantiles abarcan muchos campos, pero en mi caso, la música tuvo su lugar preferencial siempre. Nunca dejaba de estar presente y por eso desde temprano aprendí a tocar instrumentos”, comparte el musicólogo, quien a la fecha ha escrito nueve libros que indagan en aspectos técnicos y sociales de la música en Guatemala desde la época colonial hasta la moderna.
Espada y pentagrama: La música polifónica en la Guatemala del siglo XVI, Música y músicos de Guatemala o Creación musical en Guatemala son algunos de títulos desarrollados por el investigador y que al presente son vistos como obras referenciales para entender la evolución del país desde el sonido.
“Querer conocer música distinta y más repertorio vino naturalmente a mí desde pequeño. Más adelante surgió la curiosidad por la música desconocida y el poder llegar a aportar a la herencia universal”, señala.
También compositor con más de 25 obras premiadas en distintos países, Lehnoff ha encontrado en la música razones para colaborar con músicos en universidades locales, extranjeras, colegios y varias instituciones culturales. Esta misión lo ha llevado a pensar el liderazgo musical como una responsabilidad por hacer que emerjan nuevos conocimientos técnicos en un país con muchas oportunidades.
Su inquietud y pulso pedagógico como musicólogo también lo han llevado a fundar espacios como el Departamento de Música de la Universidad del Valle de Guatemala y el Instituto de Investigación y Estudios Superiores en Musicología en la Universidad Rafael Landívar. También ha sido director del Departamento de Asuntos Culturales en esta última casa de estudios.
Con el mismo ímpetu por llevar más información musical a una diversidad de públicos, el músico espera seguir investigando, mientras espera el estreno de su tercer concierto para piano con raíces sudamericanas, el 25 de septiembre de este año.
Lehnhoff también se encuentra activo generando videos para el programa radial Barroco de Dos Mundos, donde se le puede ver interpretando junto a otros músicos del grupo Millenium piezas orquestales de su autoría y de otros compositores.
En esta charla, el musicólogo explora sus ideales frente a la vivencia y composición musical.
¿Tiene la música alguna responsabilidad frente a la historia?
La música tiene muchos propósitos: uno de ellos es formativo, que consiste en hacerla para que sea tocada por los que están aprendiendo a ejecutar los instrumentos o quienes están aprendiendo a cantar. Otro propósito que tiene es expandir los límites de lo posible del ser humano en cuanto a un virtuosismo. Eso tiene que ver con una disciplina que a la hora de interpretarla se queda en un nivel espiritual y trascendental.
¿Cómo entender la música más allá del acto auditivo?
Yo le diría a los que tienen esa curiosidad por la música que escuchen cualquier cosa que les entusiasme. Si es el reguetón, óiganlo, pero también les diría que si quieren salir de ahí, hay otras músicas que tienen un potencial formativo de la intelectualidad y la sensibilidad que permiten el desarrollo dando mucha más amplitud y profundidad.
Ahí recomiendo que entren a lo clásico y a las músicas del pasado, porque ahí está la información. Nosotros —los músicos— nos paramos sobre los hombros de gigantes que nos precedieron.
Existe una idea común que la música clásica no es digerible para todas las personas. ¿Cómo perder el miedo para acercarse a ella?
Hay que liberar la experiencia sensorial que ofrece la música de las connotaciones que uno puede tener. Es verlo como una experiencia auditiva que va a tener repercusiones asociativas de la más variada índole, incluso oníricas.
Creo que los conceptos de cada género musical son válidos, pero no deben limitar el acceso del individuo a la experiencia que la música puede ofrecer. En realidad, esos conceptos no deberían imponer restricciones.
Respecto de su mención del reguetón, ¿por qué cree que este género, a pesar de su popularidad y estudio, sigue generando rechazo por la vieja guardia musical?
El reguetón tiene un ritmo repetitivo y estático. Además, hay críticas hacia la letra, que ya produce un rechazo. Esa música va a desaparecer y nadie se va a recordar de ella.
Hay músicas efímeras cuyo valor nutritivo para el espíritu es tan bajo y tan insignificante que terminan desapareciendo. O que inició como una protesta social que es una inquietud legítima, pero que luego se fabricó en serie.
¿Cuál es su opinión sobre los esfuerzos estatales por hacer de la música algo comprensible más allá de solo la escucha?
Hay margen para mucha mejora, porque los mismos funcionarios muchas veces no tienen idea de lo que tienen entre manos. Creo que es más cuestión de los individuos y de las comunidades abrazar su música.
El Estado debe apoyar esas iniciativas porque es fomentador de una armonía social, pero si no lo hace no importa tanto. Es responsabilidad de los seres humanos y sus propias comunidades que fomenten la música.
Viendo hacia atrás, ¿cómo diría que ha logrado afectar su liderazgo musical?
Hace unos años, por ejemplo, tuve un programa involucrado con la Orquesta Sinfónica Juvenil Intercultural con adolescentes de todas las regiones del país.
Eran 106 muchachos y trajimos a cinco profesores de Berlín, Alemania, que enseñaban instrumentos específicos y preparaban a los alumnos. Luego interpretábamos música europea y música guatemalteca de todos los tiempos.
Usted no sabe el florecimiento que hubo. Los muchachos se superaron a sí mismos y logramos una representación profesional. Liderar no quiere decir mandar; significa apoyar para que las cosas emerjan. Y eso es lo que ha sido mi aspiración.
“Creo que los conceptos de cada género musical son válidos, pero no deben limitar el acceso del individuo a la experiencia que la música puede ofrecer. En realidad, esos conceptos no deberían imponer restricciones”.
Dieter Lehnhoff, compositor, director y musicólogo
¿Es Guatemala un país de músicos?
Hay un pulso que hace que Guatemala pueda ser puesta en el mapa. Para eso debemos dedicar nuestro esfuerzo y también corregir una mala fama, porque hay quienes están denunciando continuamente que está todo mal. Pero miren, tenemos atletas que le dan en el centro y también tenemos músicos que han procurado cosas.
¿Cuáles son los retos que hace falta abarcar desde la investigación musical?
En la búsqueda de la excelencia uno siempre se encuentra con factores adversos, como la pereza o la inercia, y se trata de hacerlas a un lado, tanto en uno mismo como en los demás. Entonces, la cosa es quedarse alerta, continuamente, si hay una pasión.