Retención
Así comenzó su tragedia. Cuando su padre estaba en coma en enero del 2017, al hospital llegó un hombre que dijo llamarse Surender, y aseguró que era amigo del enfermo, cuenta Kumar.
Siguieron en contacto tras la muerte de su progenitor, pues este, además, le ofreció una y otra vez ayuda por sus supuestos contactos políticos. Al viajar Kumar a la boda de su amigo a Patna, Surender lo invitó a tomar té en su casa.
Allí, éste y varios de sus allegados lo agarraron por la fuerza, le sacaron el teléfono celular y lo encerraron en un cuarto. “Le pregunté: ¿qué quieres de mí? Y me contestó: Debes casarte con mi hermana”, relata Kumar. Sus secuestradores lo golpearon y lo amenazaron con matarlo si se rebelaba. Ellos Tenían armas.
De acuerdo con un informe de la agencia de noticias india IANS, Kumar fue uno de casi tres mil 400 novios secuestrados el año pasado en Bihar, un estado pobre con más de cien millones de habitantes y con la fama de que no impera la ley.
Al ser consultada, la Policía dijo que no hay estadísticas sobre “secuestros de novios”. Lo que no está en duda es que es frecuente que los varones sean retenidos cada tanto en esta ciudad y forzados a casarse.
Un estudio gubernamental, publicado por el periódico El País, subrayaba la desigualdad entre el número de hombres con respecto al de mujeres India, país donde los abortos selectivos han generado un desequilibrio demográfico: el Gobierno calcula que faltan más de 63 millones de mujeres con respecto a la que sería una tendencia natural. No es de extrañar que su ausencia se concentre en los empobrecidos estados del norte. Según el último censo (2011), solo hay 751 mujeres por cada mil hombres en Bihar; una de las mayores desproporciones de sexos del país.
Viejo problema
El peor momento fue en el marco de una crisis agraria en los años 1980, explica Rupesh, jefe de la organización sin fines de lucro Koshish en Bihar, quien solo usa uno de sus nombres. Cuenta que en ese entonces empezaron a estudiar hijos de campesinos, que obtenían buenos trabajos. Eso hizo que subiera su valor como maridos, y muchas familias de mujeres jóvenes ya no podían pagar la dote, prohibida desde 1961 en ese país, pero de todas formas vigente.
El casamiento de sus hijos, mayormente a través de matrimonios arreglados, es de enorme importancia para esta sociedad. Por eso algunos padres tomaron medidas drásticas para conseguirles a sus retoños maridos en buena posición: secuestraron a hombres selecciona.
No fueron pocas las ocasiones en las que, literalmente, les colocaron una pistola sobre el pecho. De acuerdo con Rupesh, esto pasaba cada dos o tres días.
En la red
En internet circula un video en el que se puede ver cómo Kumar tolera llorando los ritos de una boda mientras varias personas lo tironean. La novia también se ve infeliz. Kumar dice que no intercambiaron una palabra. “Me hubiera sentido igual si me hubieran obligado a casarme con un búfalo”, expone.
Pasó la noche encerrado. A la mañana siguiente le exigieron llamar a su hermano y decirle que había contraído matrimonio voluntariamente, pero éste sospechó que algo andaba mal y acudió a la comisaría, que, según Kumar, estaba confabulada con los secuestradores, porque varios agentes llegaron a la casa y lo convencieron de que aceptara la boda, pues de lo contrario le pasaría algo malo.
Kumar agradece a sus familiares y amigos el hecho de que la Policía lo haya puesto en libertad esa misma noche, que llamaran la atención sobre el rapto en las redes sociales y lograran que la televisión local informara del caso.
En general, según Rupesh, el novio secuestrado es forzado a concretar las nupcias a través de las relaciones sexuales. En muchos casos las parejas siguen juntas, sobre todo debido a la presión social de no romper un matrimonio, considerado un vínculo sagrado.
Esta mala práctica también ha llevado a conflictos familiares, explica Rupesh, por eso se redujeron los casos en los últimos años. De todas formas, le pasó a Kumar, ya que debido a su trabajo como jefe junior de una acerera estatal era un buen candidato, y la hermana de Surender, a mitad de sus 40, ya no tenía posibilidades de hallar un novio, opina.
Él logró escapar, y no hay certificado de matrimonio que lo asocie a esa mujer. Pero los secuestradores aún no pagaron por lo que hicieron. Kumar comenta que Surender lo llama una y otra vez y lo amenaza. El presunto autor sigue siendo buscado, pero no hay rastros suyos, explica el jefe de la comisaría a cargo, D.K. Vishwakarma.
Él niega que haya corrupción en su comisaría, pero confirma que hay investigaciones contra él y otros dos policías, gracias a la queja de Kumar con el jefe de Policía del distrito.
Ahora Kumar está nuevamente en Patna para hablar ante la comisión estatal de derechos humanos de Bihar. “Quiero que la gente que hizo esto sea castigada”, dice.
La experiencia lo afectó psíquicamente y tiene miedo de viajar solo. Sin embargo, no le quitó sus ganas de casarse de acuerdo con las leyes de su país. “Deseo un matrimonio normal, natural y arreglado por mi familia”, concluye.
CDPA/ EFE/ EL PAÍS