“Pasé muchos años de mi niñez en la San Carlos, donde viví diversas experiencias, desde entrenar con el equipo de atletismo hasta ser confundido con un ladrón, por lo cual casi me linchan. Así que esta película es la excusa para relatar algunas de estas aventuras”, cuenta el cineasta.
El proyecto nació hace unos siete años, pero pasó por distintas etapas que lo fueron afinando hasta que llegó el momento de concretarlo.
Con el primer aporte económico que recibió grabó un video piloto de 10 minutos, el cual le sirvió para buscar apoyo financiero y así finalizar la película. Pero no fue hasta el 2011 cuando estuvo listo, aunque pasó por un largo proceso de postproducción y edición.
La filmación duró unos tres meses y contó con la colaboración de las autoridades de la Usac, así como con los comités de Huelga de Dolores de algunas facultades.
“La Universidad es una buena locación; por todos lados hay arte. Durante el rodaje los estudiantes regulares se daban cuenta de que se estaba grabando y no actuaban raro ni veían a la cámara; eso me gustó mucho”, relata el director.
No todo fue miel sobre hojuelas: algunos trabajadores de la Usac de ese entonces encontraron en este proyecto la oportunidad para pedirle a Espinosa la talacha correspondiente antes de autorizar el uso de las instalaciones.
“Supongo que creyeron que la película tenía una gran cantidad de presupuesto, pero se equivocaron, por lo que tuve que hablar con muchas personas para obtener la autorización”, refiere Espinosa.
Personajes
Para seleccionar a los personajes hizo un castin en el cual participaron unos 200 candidatos, y después de varias selecciones se decidió por Chloë Figueroa, que tenía 16 años en ese momento, y Alejandro Ramos, de 13.
“Buscaba un par de muchachos que fueran capaces de enamorar a la audiencia. La identificación del público con ellos me aseguraba mayor credibilidad, porque el humor es bastante inocente”, indica.
Trabajar con actores jóvenes fue un desafío que superó al entablar una relación cordial con ellos y ensayar antes de llegar a la filmación. “Ambos tenían la película en la cabeza y era fácil pedirles algo de improvisación”, cuenta.
Experiencia
Espinosa tiene en su haber una larga lista de cortometrajes, tales como La puerta, Prohibido cortar rosas, El jardín del Edén y El lugar sin nombre. Su primer largometraje, Aquí me quedo (70 minutos), se estrenó en el 2010 y fue rodado en Quetzaltenango.
La comercialización de esa película le brindó una experiencia importante porque, sin intención de hacer una apología de la piratería, fue con estos distribuidores con quienes logró ventas que le devolvieron unas cinco veces el costo de la producción.
“Considero que para hacer buen cine, a los directores guatemaltecos aún nos falta mucho por filmar, pues no será hasta que se logre el dominio de las nociones elementales que podremos empezar a desafiarlas para proponer algo nuevo”, comenta.