Su fama, como todos los grandes, trascendió fronteras y llegó a muchos países de América Latina, donde hay seguidores que nunca olvidarán sus canciones y su participación en series de televisión tan emblemáticas como Papá soltero y La carabina de Ambrosio.
Todavía muy en forma a sus 73 años, César Costa hace un balance de su vida de artista y ve en perspectiva sus 54 años de trayectoria en la música, el cine y la televisión.
“(mi vida artística) la veo como un cúmulo de emociones, con una gran ternura, curiosamente; con admiración también; con sorpresa. Ya son 54 años de carrera”, comenta el icónico intérprete de éxitos de la era del rock en español como Mi pueblo.
Este roquero, como muchos activos de su generación, acumula juventud y pasa su tiempo entre la fama de cantante y la menos conocida, de abogado; promotor y defensor de los derechos de la niñez, en su condición de embajador para México de la Unicef.
César Antero Roel Schreurs, originario de la capital mexicana, comenzó su carrera poco antes de cumplir los 18 años, cuando formó con algunos amigos el grupo Black Jeans.
Con ellos dejó para la posteridad un disco de larga duración con éxitos como El Tigre, pero presiones familiares acabaron con la agrupación poco tiempo después de haberse constituido.
Fue entonces, a los 20 años, cuando inició una carrera como solista; hizo popular el tema Mi pueblo (versión en español del My Town, de Paul Anka), al tiempo que estudiaba Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).
Costa lanzó su carrera como solista con versiones en español de temas de Anka. Además de Mi pueblo, destacó Loco amor y La historia de Tommy.
Entre sus mayores éxitos están La cucaracha, Besos por teléfono, Diana, Tierno, No existe el amor, Historia de mi amor y La historia de Tommy.
Todos ellos marcan todavía la vida de Costa, quien llegó a tener clubes de fanes con miles de seguidores en tiempos en que no existían el internet ni las redes sociales.
Comprometido
“Esas canciones no puedo dejar de cantarlas porque el público las pide, así que estoy constantemente recordándolas porque no hay manera de no cantarlas”, asegura este artista en el seno de su hogar.
También ha tenido presentaciones con roqueros de su época; ha hecho radio, con programas como De costa a costa, con otro mito del espectáculo en México, Chabelo.
En el 2004 fue nombrado embajador en México de la Unicef, con la que está en campaña para que la Cámara de Diputados ratifique la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que en septiembre acaba de ser aprobada por el Senado.
Los suéteres y una imagen positiva como estudiante marcaron la carrera de este cantante que es integrante de una generación que vio en el naciente género del rock and roll la forma de expresar su rebeldía ante lo que entonces era sociedad sofocante.
“Fue una rebeldía positiva porque exigíamos ser reconocidos, no como unos bichos raros en transición como lo es el adolescente, sino como un núcleo de población que tenía su propia manera de vestir, su propia manera de hablar, de pensar y de tomar decisiones sobre su desarrollo”, asegura.
Esta situación, más la fama del género musical que interpretaba, le abrieron las puertas del cine en la película Juventud rebelde (1961). Después llegaron papeles de protagonista en El cielo y la tierra (1962) y Dile que la quiero (1964).
Siguieron La edad de la violencia (1964), La Juventud se impone (1964), Arrullo de Dios (1965), Adiós cuñado (1966), ¿Qué haremos con papá? (1966), El mundo loco de los jóvenes (1967), Romance sobre ruedas (1969) y, después de unos años, Me tengo que casar, donde amplió su papel de Papá soltero.
“Fue una bella época de un cine muy sano, muy ingenuo. Desgraciadamente ese cine pasó”, recuerda Costa, quien asegura estar hoy “abierto a cualquier película” en la que pueda sentirse “muy cómodo” aunque con matices. “Tendrá que ser un cine familiar porque estas alturas no puedo cambiar mucho mi imagen y no tengo interés en cambiarla”.
Del cine, al igual que otras figuras, dio el salto a la televisión y, con el paso del tiempo, fue uno de sus pilares con programas como La carabina de Ambrosio (1978-1986), que a la fecha se considera un clásico de la comicidad y la música, al lado de actores como Xavier López Chabelo, Beto el Boticario, Alejandro Suárez y el personaje de la Pájara Peggy.
Siguió en la cumbre con la emisión de la serie de corte familiar Papá soltero (1987-1994), donde vivía sus aventuras con tres niños y que llevó al cine (1995), y después se consolidó como un conductor de televisión en Un nuevo día, que inició transmisiones en 1994 y está considerado como referencia de la televisión matutina mexicana.
César Costa asegura sentirse contento y en “buenas condiciones” para seguir activo y anuncia que estudia proyectos en la música y en televisión. “Me da mucho gusto que mi carrera haya sido tan amplia. No solo en la música, sino en la televisión, en el cine y presentaciones personales; soy muy afortunado”, afirma el artista.
Costa es un sobreviviente de la era del rock en México, junto con cantantes como Enrique Guzmán, Alberto Vázquez y Angélica María o Manolo Muñoz, con quienes todavía, en el 2012, hizo una serie de presentaciones musicales.
“Sigo activo, sigo trabajando bastante, estamos preparando varios proyectos, el disco del año pasado (A mi manera) caminó muy bien, estuvo entre los 10 primeros lugares de ventas