Hablar de “lo breve” como acento en la trayectoria de Monterroso podría ser también una contradicción cuando se toma en cuenta que fue una persona que vivió 82 años y de los cuales 66 estuvieron dedicados a la escritura. Cabe recalcar que, con solo 20 años, y desde su afinidad por las palabras que habría encontrado trabajando como asistente de contabilidad, impulsó la revista “Acento”, una plataforma que respaldó las propuestas de varios artistas en Guatemala, quienes pasaron a convertirse en la llamada Generación del 40.
Años después, y militando siempre a la orilla de sistemas represivos políticos, “Tito” presentó desde sus narrativas cortas armas para transformar y sensibilizar la vida de los otros. Su brazo literario logró llegar a todo el mundo y como resultado de ello formó parte de editoriales, certámenes y reconocimientos internacionales en España y México.
Cuando se cumplen 100 años de su nacimiento —21 de diciembre de 1921—es pertinente repensar cómo la brevedad con la que se le suele asociar ha sido en verdad un recurso metafórico que dista de su grandeza como creador.
En ese aspecto, no se debe pasar por alto su sensibilidad humana y cuestionamiento a la banalidad, alimentada por una búsqueda de los valores que brillan en sus numerosas publicaciones.
A manera de homenaje, y evocando todas estas características, los invitamos a repasar el inagotable imaginario de Augusto Monterroso a través de sus más grandes hitos y varias de sus frases más recordadas.
- “(…) Por otra parte, hay grados: no publicar, no escribir, no pensar. Existen también los que recorren este camino en sentido contrario: no pensar, escribir, publicar ”.
- “No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio”.
- “Lo bello del arte es el experimento, la aventura, la búsqueda”.
- “Hay que escribir lo mejor que uno pueda. Ni breve ni largo, cada quien con el hilito de araña que le va saliendo”.
- “La inteligencia está muy bien para los científicos, para los filósofos, para los teóricos, pero no para los artistas. (…) Según yo, deben expresar emoción (…)”.
- “Los premios son a posteriori, son reconocimientos muy gratos. Lo malo es tomarlos como meta”.
- “(…) he publicado cuentos breves y brevísimos, para bien y para mal. Para mal: mucha gente se imagina que es lo único que hago, y si lee uno de esos cuentos da por leído todo lo demás”.
- “Un escritor no es nunca él mismo hasta que comienza a imitar libremente a otros. Esta libertad lo afirma y ya no le importa si lo suyo se parecerá a lo de éste o a lo de aquél. Claro que ser él mismo no lo hace mejor que otros”.
- “Nunca he estado alejado de Guatemala. En primer lugar, porque mi exilio ha sido cercano. Le podría decir que nunca he dejado de estar en Guatemala. Me mantengo atento a todo lo que ocurre, sus vicisitudes, sus problemas”.
- “Está bien leer mucho, estudiar con ahínco, se decía con frecuencia; pero observar a las personas le sirve más a un escritor que la lectura de los mejores libros. El autor que se olvide de esto está perdido”.
- “A determinada edad, uno se sorprende de muy pocas cosas, pues aún sin quererlo uno se ha vuelto filósofo, y eso de conservar la capacidad de asombro ha quedado únicamente como ideal”.
- “Pronto ya no iban a caber los libros en la casa. Pero aunque uno no los leyera todos, eran la mejor herencia”.
- “Desde que comenzó a hablar, el hombre no ha encontrado nada más grato que una amistad capaz de escucharlo con interés, ya sea para el dolor como para la dicha”.
- “Es cierto; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve”.
- “Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor”.
- “Los animales se parecen tanto al hombre que a veces es imposible distinguirlos de este”.
- “La única manera de vencer el miedo a hacer algo es haciéndolo. En realidad, siempre he vencido el miedo a escribir pensando que luego viene el de publicar”.
- “Dios todavía no ha creado el mundo; solo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso”.
- “A algunos —libros—se regresa una y otra vez por costumbre o hábito; en ocasiones hasta como se vuelve a ver a un amigo que nos cae mal”.
- “Todo aquel que tenga la oportunidad, la suerte de leer, tiene una riqueza muy grande. El simple goce lo está formando a uno, y también le está dando armas para toda la vida”.
- “Siento mucho respeto por el lector, le respeto y le tengo miedo, sobre todo a que se aburra. Creo que esa es una de mis motivaciones para ser breve”.
La vida de Augusto Monterroso
1921: Augusto Monterroso nace el 21 de diciembre en Tegucigalpa, capital de Honduras. Su mamá fue Amelia Bonilla y su padre Vicente Monterroso. Cinco años después, la familia se asienta en Guatemala.
1926: Trabaja como asistente de contabilidad en una carnicería. Su jefe, Antonio Sáenz, lo impulsa a leer a Shakespeare, Lord Chesterfield, Juvenal y Víctor Hugo. Empieza a estudiar latín y frecuenta la Biblioteca Nacional, donde conoce la obras de El Arcipreste de Hita, Baltasar Gracián, Calderón de la Barca y Miguel de Cervantes.
1940: Junto a varios amigos funda la Asociación de artistas y escritores jóvenes de Guatemala y la revista “Acento”. A este grupo se le conocería más adelante como la Generación del 40.
1944: Firma la Carta de los 311, en el que se exigía la renuncia de Jorge Ubico, quien había suprimido garantías constitucionales. Luego de la caída del dictador en julio, Monterroso funda con amigos el periódico “El Espectador”. Ese mismo año es detenido por la Policía por órdenes del general Ponce Vaides. Escapa y pide asilo en la Embajada de México. El Gobierno de Jacobo Árbenz lo nombra para un cargo menor en el Consulado de Guatemala en el vecino país.
1954: Luego del derrocamiento de Jacobo Árbenz Monterroso se exilia en Santiago de Chile. Allí, publica en el diario “El Siglo” y conoce a Pablo Neruda, José Santos González y Manuel Rodas.
1956: Regresa a México y trabaja como profesor en la Universidad Autónoma de México, investiga desde la Facultad de Filosofía y Letras, coordina el Taller de narrativa del Instituto Nacional de Bellas Artes, es profesor de literatura en El Colegio de México y coordinador de publicaciones del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México.
1959: Publica el libro Obras completas (y otros cuentos). A propósito de su cuento El dinosaurio, el periodista y escritor Ítalo Calvino destaca la obra de Monterroso como insuperable a la hora de preparar relatos breves y hasta de una frase.
1969: Publica La oveja negra y demás fábulas. De esta publicación, el escritor ruso Isaac Asimov dijo: “Los pequeños textos de La oveja negra y demás fábulas, en apariencia inofensivos, muerden si uno se acerca a ellos sin la debida cautela y dejan cicatrices, y precisamente por eso son provechosos”.
1970: Recibe el Premio Magda Donato, en México. El reconocimiento es administrado por la Asociación Nacional de Actores de México, y fue creado por una disposición establecida en el testamento de la periodista, actriz y traductora del mismo nombre.
1972: Publica la obra Movimiento perpetuo, la cual fue declarada por la crítica mexicana como el mejor libro de ese año. De esa publicación se estableció desde la editorial Anagrama: “Sortea las clasificaciones, que escapa a las etiquetas; deslumbrante, corrosivo e infatigablemente certero”.
1975: Recibe el premio Xavier Villaurrutia por la publicación Antología personal. Este reconocimiento es otorgado al mejor libro editado en México desde 1955.
1985: Es parte del jurado del Premio Casa de las Américas. El certamen, que inició en 1960, premia poesía, cuento, novela, teatro, ensayo y demás ramas literarias. El mismo año que es invitado a ser jurado, Monterroso publica la antología titulada Las ilusiones perdidas.
1988: Recibe la orden del “Águila Azteca”. Esta distinción suele entregarse a extranjeros en México que son reconocidos por sus aportes humanitarios o culturales.
1989: Con motivo del 30 aniversario de La oveja negra y demás fábulas aparece una edición de lujo de la misma obra junto a las firmas de Gabriel García Márquez, José Donoso, Ernesto Cardenal, Augusto Roa Bastos y Jorge Enrique Adoum, entre otros.
1991: La prensa española lo elige el escritor más importante del año en América. El Instituto de Cooperación Iberoamericana le dedica en Madrid la Semana de Autor, y es jurado del Premio Cervantes.
1997: En Guatemala es condecorado con el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Luego de recibir el premio, Monterroso dijo: “Una de mis máximas aspiraciones es figurar en una media página en un libro de Primaria, y al recibir este premio, creo que lo estoy logrando”.
2000: Es galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. El reconocimiento se destina a personas cuya labor creadora representa una contribución relevante a la Literatura o Lingüística universal.
2003: Publica el libro de cuentos Literatura de vida, una recopilación que, con su particular ingenio, habla de la protesta en Latinoamérica, la utopía política y la defensa del cuento como género literario. Poco después, el 7 de febrero, a sus 82 años, fallece en México.
Más de sus frases célebres
- “Yo, en lo personal, he hecho un deslinde entre literatura y política y pretendo no mezclarlas: la literatura como arte y la política como acción”.
- “No cabía duda, el mejor escritor era el que de un asunto baladí hacía una obra maestra, un objeto de arte perdurable”.
- “El problema del escritor es hacer una obra de arte, porque escribir es indiscutiblemente un arte. Se empieza y no se termina nunca de escribir, de aprender”.
- “¡Qué bueno que no se puede conocer todo! Porque gracias a la globalización se publica mucha basura. Es una gran dicha que no se pueda leer todo y la lucha contra eso, puesto que lo más malo es lo que más circula”.
- “El tiempo me pertenece cada vez menos. Antes, cuando leía un libro especialmente bueno, lo disfrutaba con la esperanza de releerlo algún día; si por acaso, por fin, ahora lo releo, siento que probablemente no habrá otra oportunidad.”
- “La burla de uno mismo, el reconocimiento abierto de los propios defectos como ideales masoquistas”.
- “Soy, me siento y he sido siempre guatemalteco; pero mi nacimiento ocurrió en Tegucigalpa, la capital de Honduras. (…) En la misma forma en que nací en Tegucigalpa, mi feliz arribo a este mundo pudo haber tenido lugar en la ciudad de Guatemala. Cuestión de tiempo y azar”.
- “Me motiva a escribir no sé qué. No sé. Sé que lo hago, porque esa fue mi vocación y de pronto está tan dentro de mí que ya no podría regresar. (…) Afortunadamente, no he dejado mucha basura en el mundo”.
- “Quizá una de las prioridades es la de capturar al lector. Esto no quiere decir que necesariamente lo haga mi cómplice, sino apoderarme totalmente de él, especialmente de su imaginación, y ojalá pudiera de sus sentimientos”.
- “Es en lo obvio donde con mayor frecuencia encuentro sorpresas. Aparentemente, hay muchas cosas obvias, pero si uno trata de profundizar en las causas, pues eso puede llevarlo a sorpresas muy grandes”.
- “Creo que dar consejos es muy difícil. He pensado mucho y no los doy. Yo creo que el escritor, a medida que va madurando, debe ir aprendiendo de los jóvenes. Uno nunca debe decir que ya sabe”.
- “Creo en la inspiración, pero evidentemente también creo en el trabajo. La inspiración de que se me ocurra algo, de que venga una idea, ¡ahí se puede quedar si no la convierto en algo concreto a base de trabajo!”
- “La mayoría de los buenos cuentos son tristes; pero el arte verdadero nunca es trágico sino una alegría y un gozo. Por eso vamos en busca del arte verdadero. Por qué en ocasiones nos hace llorar, ya es otra cosa”.
- “Pretendo señalar ciertas características que afligen al ser humano o defectos. La fábula siempre tiene algo de sátira. Modernamente no se le puede decir a la gente después de un texto: “Ya ves, pórtate bien o de otra manera”. Quisiera que en cada fábula cada quien se vea retratado”.
- “Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que, con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras”.
- “No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan”.
- “Mi primer oficio es de lector, cuando no escribo estoy leyendo, pero la escritura es un arte, ¿no?, por eso el escritor es inquieto: busca la pintura, busca la música, busca las otras artes para enriquecer su escritura. Lo mismo debe de pasar con los músicos: se alimentan con las otras artes… Hay grandes músicos que son grandes lectores. De todo se alimenta uno, ya no digamos de la vida…”.
- “La envidia es un pecado detestable. Este vicio de mis enemigos puede ser el escondido factor de las escasas críticas negativas”.
- “El verdadero escritor no deja nunca de escribir; cuando deja de hacerlo dice que lo pospone. En estas posposiciones puede pasársele la vida”.
- “No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia”.
- “En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: ‘En literatura no hay nada escrito’”.
- “Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él”.
- “Considero la brevedad no como un término de la retórica, sino de la buena educación”.
- “Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes”.
- “La fe que alguna vez tuve en la humanidad la he perdido, quizás la he perdido leyendo libros de historia. No tiene remedio, el hombre repite y repite los mismos errores y las mismas tonterías y los mismos crímenes que ha cometido siempre”.
- “Decir lo que uno quiere decir; no lo que uno piensa que los demás quieren oír”.
- “(…) continúo siendo más lector que escritor, y la verdad es que comprendo muy bien el placer de la lectura, pero todavía no alcanzo a ver claro el que pueda derivarse de escribir”.