Entre las miles de personas que participan, existen diversidad de anécdotas que cada año marcan su paso. Hoy en la caravana participan hombres y también mujeres, ellas ya no como acompañantes sino también disfrutando de la experiencia, incluso una de ellas está entre las organizadoras.
Durante el recorrido se tienen entre 14 y 17 paradas, a las cuales se unen no solo los participantes sino las personas en las comunidades que se visitan. Se estima que en este recorrido la economía se activa y se mueven cerca de Q20 millones de quetzales.
También se busca cada vez más que la caravana sea más segura y para ello cientos de voluntarios se preparan y los organizadores nos comparten más de esta propuesta.
Cada uno demuestra su fervor religioso a su manera aunque hay algunos que solo lo hacen por diversión. En este artículo los motoristas hablan de su experiencia y recordamos la historia y algunos de los momentos importantes de la caravana en estos 62 años que cumplirá el próximo 4 de febrero.
En fervor por las parejas
“Con mi esposo, tenemos cerca de siete años de estar participando. La primera vez que fuimos lo hicimos en carro, así que significa mucho ir ahora en la comitiva”, indicó Jesyca de Pérez, quien viajará con su esposo Julio.
Ellos tiene 24 años de casados y afirman que es una aventura formar parte de la caravana, en especial por los paisajes, y aunque es un trayecto agotador, uno de los momentos más esperados por la pareja es llegar a escuchar la misa.
El evento tiene un significado especial y ha crecido su amor por este espacio. Admiran la labor que Eddy Villadeleón y su esposa llevan a cabo. “Cada año agradecemos por los favores recibidos, el trabajo que tenemos y por el crecimiento que se ha tenido, así como por la familia”, explica.
Siempre les sorprende que algunas parejas deciden comprometerse en esta actividad y han logrado su propósito de casarse.
Durante el recorrido De Pérez siempre pide que todos lleguen bien y en especial los Villadeleón (creador de esta carvana), pues muchas personas se le acercan para tomarse una fotografía y saludarlo.
Desde la niñez
En el 2008, Carlos Álvarez, de 49 años, empezó a ir a la caravana. Desde niño iba a Esquipulas con su familia, pero dejó de visitar el lugar por casi 20 años.
“Siempre hemos ido por agradecimiento y ahora sigue siendo así, para agradecer todo lo recibido durante el año”, dijo, además de compartir que ahora llega junto a sus compañeros del motoclub Wolf Brothers .
Agrega que una de las actividades que destacan de la caravana es que se puede apoyar para hacer obras. Los organizadores venden una playera que ayuda a dar aportes a centros educativos y eso es valioso. También invita a la población guatemalteca a unirse para ver a los participantes durante su travesía.
Devoción y peticiones
Por su parte, Edgar Flores, de 45 años, dice que siempre le han apasionado las motos. Durante años salía a ver la caravana y en el 2017 decidió unirse. Ahora pertenece al Clan Depredadores, que se dedica a las obras sociales.
Uno de sus sueños era tener el casco que representa esta organización. “Dentro de todo también llevo este año una petición por un accidente que sucedió en la familia de unos amigos y por la salud de mi mamá”, indicó
La historia
Aunque la pandemia obligó tomar una pausa de dos años para la Caravana del Zorro, en el 2020 cerca de 65 mil motoristas recorrieron los más de 200 km para llegar a visitar a esta imagen en señal de gratitud y también para hacer peticiones.
La Caravana del Zorro se llevó a cabo por primera vez en 1961, por iniciativa de Rubén Alfonso Villadeleón Porras, fallecido en enero de 1986, quien era conocido como el Zorro, y comenzó con seis de sus amigos a hacer este recorrido. Su hijo, Eddy Villadeleón, ha continuado con la tradición.
El creador de esta romería vivió unos 25 años esta peregrinación y nunca imaginó lo que crecería. A principios del 2000 todavía eran cientos de motociclistas, mientras que en la actualidad son miles y se unen otros que vienen de distintos países para hacer el recorrido.
Al año siguiente del deceso de Villadeleón Porras, los participantes decidieron bautizar la caravana en memoria del difunto. “Le decían Zorro porque era muy sagaz. Organizaba la caravana, buscaba hospedajes y restaurantes baratos. Se las ingeniaba para conseguir lo más económico”, refirió su hijo.
En la edición 50, en el 2011, la actividad fue declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Nación por lo que representa. En ese mismo año también se lanzó un documental inspirado en este evento llamado El zorro motorizado, de la productora DosCabezasCine.
La fe por el Señor de Esquipulas, el cual despliega un sinfín de elementos culturales y económicos, se ha reflejado en la participación de muchos guatemaltecos y ha trascendido fronteras, ya que cuenta con la participación de motoristas del Sur, Norte y Centro de América, así como de Europa, según dio a conocer el Ministerio de Cultura y Deportes.
Los organizadores comentan que el propósito en las últimas ediciones es que el evento pierda el estigma que ha tenido de ser una actividad lúdica o de diversión, para que prevalezca su compromiso con la fe, en un marco de responsabilidad, y se tomen las medidas seguridad oportunas para evitar accidentes.
La mayoría de motociclistas transita a velocidad moderada, por lo que la travesía les toma varias horas. La caravana sale a las 7.30 de la Plaza de la Constitución y llega a Esquipulas a eso de las 17 horas. En ocasiones solo salir de la capital ha representado cerca de dos horas por el gran número de vehículos que participan.
Villadeleón comparte que recuerda cuando el trayecto era más complicado para los romeristas, quienes debían transitar por rutas en pésimo estado y sin mayor apoyo en el recorrido, pero desde hace algunos años esto ha cambiado.
En un artículo publicado por Prensa Libre comentó que en el 2005 la caravana empezó a tener más patrocinios y a cambiar la dinámica.
Un año de preparación
Entre los organizadores dicen que cada año surgen muchas historias que contar. El equipo que está detrás de la caravana descansa apenas un par de semanas y a partir de ahí se comienzan a trabajar los detalles para el siguiente evento.
Mientras más se acerca la fecha, dedican a la planificación muchas horas y el día anterior se reúnen y terminan de afinar detalles cerca de la medianoche. Al siguiente comienzan a alistarse desde las primeras horas de la madrugada, para salir al punto de reunión en la Plaza de la Constitución, donde se desarrollan actos protocolarios y luego emprenden el viaje a Esquipulas.
Uno de los organizadores es Julio Pérez, quien llegó a la caravana como patrocinador, pero con el tiempo se dio un acercamiento hasta que decidió formar parte del evento y es miembro de la junta directiva.
Pérez indicó tiene cerca de 15 años de participar y lleva alrededor de siete en la organización. “Algún día vamos a ir, le dije a mi esposa, y al pasar de los años ahora me encuentro siendo directivo y se ha convertido en un agradecimiento”, agrega.
Por su parte, Tito González, ganador de campeonatos nacionales e internacionales de motocross desde 1973, se sumó a esta actividad hace unas tres décadas y su amistad con el Zorro mayor le llevó a estar a la cabeza del evento. Su hijo, José Gustavo González, también está involucrado en esta tradición.
González cuenta que cada año es diferente. A veces los motociclistas deben soportar una lluvia tenaz, y en algunas otras desplazarse bajo el sol inclemente.
En este evento participan todo tipo de motos y en el plano económico se mueven un poco más de Q20 millones, entre alimentación, hospedaje y el paso por diferentes lugares, según cálculos de la caravana.
Christian Milián veía de niño la caravana y de adulto se unió a esta experiencia hasta estar entre los organizadores.
“Dentro del recorrido me llamó la atención constatar la frecuencia con que unos ayudan a otros y ver esa capacidad de convocatoria para rendir homenaje al Cristo Negro”, comenta.
Participó en un motoclub en varias caravanas y cruzó fronteras hasta que se fue acercando al grupo. “Cada vez que termina una de las peregrinaciones es una sensación de logro”, asegura Milián.
A partir del 2016 se ha incorporado un grupo de voluntarios motoristas con apoyo de Provial, a través de Caravana del Zorro, y cuando observan o identifican algún problema hacen los contactos con las autoridades para actuar. El primer grupo fue de 50 personas y los integrantes buscaban prevenir accidentes fatales.
En la caravana número 62, este 4 de febrero, se contará con más de 200 voluntarios que se prepararon para tal fin.
Cada año se vende una playera oficial y de lo recaudado se destina un monto en favor de las escuelas para sus distintas necesidades. Así, esta ayuda social ha llegado a establecimientos en Petén, entre otros.
Más seguridad
El evento requiere de diferentes permisos y protocolos para garantizar todas las medidas de seguridad y prevenir el riesgo de accidentes.
La edición 62 activará campañas de comunicación, seguridad vial y ordenamiento del 30 de enero al 4 de febrero, día de salida.
Las autoridades recomiendan a los peregrinos que no sobrecarguen las motocicletas, que porten el casco en todo momento, que conduzcan con prudencia y respeten los límites de velocidad establecidos para el evento, que no utilicen dispositivos móviles ni consuman bebidas alcohólicas, que obedezcan las señales de tránsito y eviten el uso de audífonos, porque limitan la audición al manejar.
Tampoco podrán llevar niños en brazos o sentados en la motocicleta. Para el mantenimiento de la motocicleta los patrocinadores disponen jornadas con el fin de garantizar el buen funcionamiento de las mismas y se dan servicios gratuitos para que vayan seguras. También hay camiones para recoger motos con desperfectos.
La idea es que el zorro peregrino tenga en cuenta que alguien le espera en casa y tome todas las precauciones del caso, insisten los organizadores.
“La velocidad no es un factor de prioridad para ese día; es una romería, no una competencia”, enfatiza Pérez, uno de los organizadores de evento.