Revista D

“A centavo el chupón, hay de fresa, hay de limón”

Miguel Ángel Zuleta González continúa la tradición familiar de elaborar y vender pirulís de azúcar.

Elaborar golosinas es un legado familiar.  (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Elaborar golosinas es un legado familiar.  (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Durante la Cuaresma tienen lugar numerosas muestras de religiosidad a lo largo de todo el mundo. En Guatemala las procesiones y alfombras son parte de esta tradicional y devota conmemoración, y para muchos la Semana Santa en Antigua Guatemala es una de las más bellas.

Pero estas tradiciones no estarían completas sin ciertas peculiaridades. Detrás de las majestuosas andas se observan a los músicos, y un poco más atrás, a los chupeteros.

Miguel Ángel Zuleta González, de 42 años, lleva más de tres décadas recorriendo las calles de la Ciudad de las Perpetuas Rosas y sus alrededores, detrás de las procesiones.

Vive en una humilde casa del barrio San Miguel Escobar, zona 6 de Ciudad Vieja, Sacatepéquez. Él y su esposa Alma Raquel Rompich, de 48, preparan y venden chupetes, cucuruchos de esponja y globos.

En los últimos 12 años, él y Alma, a quien conoció en estos cortejos, han sido testigos de la metamorfosis de esta fiesta en la que antes los niños pedían a sus padres que les comprara un dulce y hoy prefieren cosas más tecnológicas.

Bajo un techo y paredes de lámina con piso de tierra, rodeado de patos, gallinas y un par de gatos, Zuleta se mueve de un lado a otro con las manos manchadas de tinta morada, pues colora una esponja para fabricar uno de sus famosos cucuruchos, al que le coloca un pequeño chinchín, hecho con dos tapaderas plásticas y maicillo por dentro.

Sencillo y cordial, aunque sorprendido por la visita, Zuleta cuenta que sigue una tradición familiar que inició su tío, Mariano Hernández, de quien asegura fue el impulsor de estas golosinas hace ya varias décadas.

Fue un hombre de ingenio que ideó un verso a cada sabor para atraer la atención de niños y adultos, y quien supo transmitir los secretos para elaborar el mejor dulce, comenta.

¿Desde hace cuánto tiempo se dedica a este oficio?
Desde que tenía 7 años. Acompañaba a mi padre, pero aprendí el oficio de Mariano Hernández, mi tío. Entonces me escapaba de casa para ir a vender; siempre me ha gustado.

Cuentan que su tío tenía un estilo especial para ofrecer los chupetes.
Sí, solía decir: “Aquí están, aquí llegaron, los que acolochan el pelo, los que cambian el modo de andar, dan ganas de ir a bailar”.

También “A centavo el chupón, hay de fresa, hay de limón. De fresa para la niña Teresa, de limón para don Salomón, de manzanita para la hermanita, de vainilla para que el novio no le queme la canilla. Hay duros y suavecitos, hagan cola, no se amontonen que para todos alcanza”.

¿Entonces costaban un centavo?
Sí, para ganar Q5 tenía que vender 500 chupetes. Las tablas eran redondas y de tres niveles. Ahora son cuadradas y de un solo piso, y los dulces cuestan Q1; no se puede subir el precio porque la gente ya no los compraría.

¿Cuánto es el margen de ganancia?
Calculo que 50 por ciento, pues hay gastos. Se requiere leña para el fuego, papel parafinado, azúcar, palitos de madera y el tiempo de trabajo.

¿Cómo se elaboran los chupetes?
No hay mayor secreto. En una olla grande se hierve azúcar y agua en un fogón. Después de hora y media, se distribuye el producto en pequeñas jarrillas. A cada una de estas se le añade una esencia de diferente sabor.

Previamente se elaboraron los cartuchos en papel parafinado, los cuales se colocan en una tabla grande con agujeros. Se van llenando poco a poco con la mezcla, y listo, hasta que el dulce se endurezca.

¿Cómo define los sabores?
Por esencias naturales, que encuentran de fresa, piña, limón, vainilla, menta y chocolate.

¿Ahora le ha agregado nuevos elementos?
Sí, fui el primero en añadirle juguetes variados. Ahora todos los vendedores hacen lo mismo.

¿Cómo le va en el negocio en esta temporada?
Es la mejor época, aunque ya no es como antes, pues los policías nos obligan a guardar más de dos metros de distancia de la procesión. Esto afecta la venta.

¿Cuánto producto fabrica en estas fechas?
Quizás unos 7 mil chupetes. Cada domingo me voy detrás de las procesiones, tengo una guía para saber las fechas. Es cansado, se sale temprano de casa y se regresa a medianoche, hasta que finaliza el cortejo. Llevo una mochila cargada de dulces y juguetes, y a la par, la tabla llena de pirulís.

¿También ofrece otros productos?
Sí, confecciono cucuruchos y romanos, los cuales cuestan Q5, rehiletes y globos —con un inflable a la par. Esto último lo aprendí en la capital— los cuales valen Q10. Toda la familia sale en grupo a vender, además, en esta temporada contrato de siete a ocho vendedores.

¿Cuánto han cambiado los dulces en esta temporada?
Antes se acostumbraban las chancacas, melcochas o pepita envuelto en tuza.

El chupete fue idea del tío Hernández. Recorrió todo el país con los dulces a cuestas. También recuerdo que acostumbraba ir a traer el azúcar a Escuintla, pues decía que la caña debía estar sazona. No tenemos fechas, pero calculamos que nació hacia 1930 y murió en la década de 1990.

¿Qué cambios ha observado en las procesiones en los últimos años?
Han cambiado bastante. Recuerdo que antes las mujeres acostumbraban usar madrileña y vestido largo. Ahora como que les da vergüenza ponerse esta ropa. Los hombres siempre han usado el traje de cucurucho.

También hay menos personas observando las procesiones; venían muchos extranjeros, quizá por eso han bajado las ventas, recuerdo que hace unos siete años todavía se vendía bonito.

Eso sí, la gente que llega a ver las procesiones sigue siendo muy respetuosa.

¿Y los niños qué piden?
Les llama la atención el juguete y por último el dulce; he visto cómo convencen a sus papás llorando para que les compren. Los adultos prefieren el dulce.

¿Cómo eran las andas años atrás?
Eran pequeñas. La única anda grande era la de San Bartolo —Jesús de la Caída, del templo de San Bartolomé Becerra— que contaba con unos 80 brazos. Ahora todas son más largas, hasta de cien brazos.

¿Cuál cortejo procesional, cree tiene más seguidores?
San Bartolo es de las procesiones más populares, también el Nazareno de la Merced, que recorre las calles el Domingo de Ramos y el Viernes Santo.

¿Qué procesiones son las más rentables?
Son tres. San Bartolo en el Quinto Domingo de Cuaresma y el Viernes Santo con los cortejos de Iglesia de La Merced y la Escuela de Cristo —parroquia Nuestra Señora de los Remedios—.

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