VENTANA
Ya no es tiempo de piratas
Hoy me atrevo a escribir en voz alta una reflexión sobre la Consulta Popular del próximo 15 de abril. ¿Sabían ustedes que la extensión en kilómetros cuadrados de Belice es casi la misma que Israel? Belice tiene una extensión de 23 mil km2 e Israel tiene un poco menos, 22 mil km2. Otra comparación válida es con El Salvador: su extensión es de 21 mil 400 km2. Y, por último, el caso del estado de Massachusetts, en los Estados Unidos, cuya extensión es de 20,206 km2 . Usando como indicador el PIB per cápita, la economía de Israel ocupa en el mundo el lugar 34. Belice tiene el puesto 111, Guatemala, el 114 y El Salvador, el 106. Massachusetts, en los Estados Unidos, es su sexta economía. Con estos datos quiero demostrar que el tamaño del territorio no tiene nada que ver con el tamaño de la economía. El territorio no es el problema ahora. En la era del conocimiento, es nuestra creatividad la que se pone a prueba.
Ya no estamos en la era de los piratas del siglo XVII, ni en los años 60, cuando este conflicto llegó al punto de generar una guerra. Estamos en la era de Uber y de AirBnB. El pensamiento territorialista no nos llevará a ningún lado. Todavía recuerdo el grito chapín de antaño: ¡Belice es nuestro! Cuando veo en el mapa el área que Guatemala está reclamando, más de 12 mil kilómetros cuadrados y que divide en dos el territorio beliceño, percibo que este problema no tendrá una solución territorial. Los beliceños no cederán. Es por eso que en lugar de pensar en territorios, viene a mi mente lo que ha sacado adelante a las grandes empresas digitales modernas, y es pensar como ecosistemas. No competir entre sí, sino coevolucionar. ¿Por qué no atrevernos a resolver este conflicto desde una perspectiva diferente, “viéndonos como región?”, preguntó el Clarinero. Belice, con sus sitios mayas, es parte del ecosistema de Mesoamérica. Imagino que es en ese mapa de Mesoamérica donde podríamos volcar toda nuestra creatividad, tanto chapines como beliceños… si es que queremos sobrevivir en esta era de cambios impulsados por las tecnologías, las empresas y los mercados. Un gran ejemplo que conozco, y que es portador de esa nueva mentalidad que se basa en la cooperación y no en la competencia, es la que estamos logrando cuatro países: México, Belice, Guatemala y Honduras, para salvar la extensa barrera de diversas especies de coral que se extiende ¡mil kilómetros! desde el norte de Quintana Roo, en la península de Yucatán, hasta Honduras. Luchar por un arrecife saludable se ha convertido en un gran reto ambiental conjunto, porque la amenaza de su colapso nos afectaría a todos.
Para llevar nuestros talentos creativos a ser parte de la solución en este añejo problema entre Guatemala y Belice, es necesario ir a votar. En mi opinión, votar por el Sí es dar un paso adelante. Hará posible que la Corte Internacional de Justicia termine con la pesadilla de las familias que viven en una “tierra de nadie”. Urge delimitar la zona de adyacencia. Urge evitar que el narcotráfico siga aprovechándose de la falta de presencia de un Estado. En lugar de pelear por territorios, negociemos siguiendo el modelo que ahora está uniendo a las fronteras de las aduanas de Honduras, El Salvador y Guatemala. Existen enormes posibilidades de inversión. Islas, islotes, cayos, playas, ríos, bosques, montañas… Es el trópico en todo su esplendor, acompañado de milenarias ciudades mayas que son como imanes para el visitante a nivel mundial. Podemos combinar el turismo sostenible de cultura y de playas. Es una gran oportunidad para que chapines y beliceños encontremos una solución a nuestras diferencias.