PUNTO DE ENCUENTRO
¡Viva el 1 de mayo!
Ayer las y los trabajadores del mundo conmemoramos nuestro día: el Día Internacional de los Trabajadores, no el Día del Trabajo, como se le nombra para invisibilizar a quienes son actores centrales de las conquistas y los cambios sociales.
Se le llama Día de los Trabajadores porque conmemora un episodio de lucha y de represión de las patronales y el Estado contra las y los trabajadores, y también, porque surge de la decisión histórica de declarar un día de huelga mundial en 1890, desafiando las más adversas condiciones.
Fue la enorme voluntad de aquellos trabajadores organizados la que convirtió este día en la primera fecha universal no religiosa de la historia de la humanidad. Esta conmemoración tiene una enorme importancia histórica y sigue teniendo gran relevancia en un país como el nuestro, en donde la desigualdad y la acumulación de riqueza mantiene a la gran mayoría de personas —aún y cuando realizan jornadas extenuantes de trabajo— en condiciones de pobreza y miseria.
“El 1 de mayo es un día universal de lucha en el que se reconoce el peso que la clase trabajadora tiene en una sociedad”. (El Popular, UY. 2016) Desde 1830 se inició la pelea por una consigna que sigue siendo central: 8 horas de trabajo, 8 de descanso y 8 de disfrute humano. Y digo que sigue siendo porque en nuestro país y en muchos otros lugares del planeta, hay grupos de trabajadores (campesinos, empleadas de casa particular y de maquila, por ejemplo) a quienes se les sigue negando sus derechos.
En 1884 un congreso de trabajadores de EEUU decidió conquistar para el mes de mayo de 1886 la jornada de 8 horas. El 1 de mayo de ese año hubo numerosas huelgas y en éstas participaron miles de trabajadores. El 2 de mayo, en la represión de Chicago, murieron 6 obreros y cientos más fueron heridos.
Ocho obreros anarquistas, la tendencia predominante en el movimiento sindical de esa época, fueron detenidos y cuatro de ellos ejecutados. Uno más se suicidó en el calabozo y los tres restantes recibieron largas condenas en un juicio amañado y sin garantías. George Engel, Samuel Fielden, Adolf Fischer, Louis Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebe y August Spies, son los nombres de los obreros que encarnan la lucha y el compromiso. Y junto a ellos también están los nombres de las y los dirigentes y militantes del movimiento sindical guatemalteco que fueron asesinados y desaparecidos en los años del terrorismo de Estado luchando por la libertad, la democracia y condiciones de vida digna para las grandes mayorías.
En 1889 un congreso internacional de trabajadores decidió convocar para el 1 de mayo de 1990 a un día de huelga mundial, en homenaje a los mártires de Chicago y en reclamo de la jornada de 8 horas. La huelga se realizó en apenas 12 países, pero a partir de entonces es una fecha de rebeldía, movilización y de unidad.
Este 1 de mayo de 2017 vuelve a encontrar a la sociedad guatemalteca de luto. Este país sigue siendo un lugar en donde la movilización y la lucha se castiga con la muerte y con la violencia. A pesar de los años transcurridos hay quienes siguen criminalizando el legítimo derecho a exigir DERECHOS, y con un discurso cargado de odio, clasismo y racismo, siguen haciendo apología del delito.
Es cierto que hay algunos dirigentes y sectores sindicales que han dejado de representar los legítimos intereses de las y los trabajadores; pero esos no son nuestros referentes. El reto está en terminar de una vez y por todas con la dispersión y a partir de la unidad recobrar el peso que los trabajadores y el movimiento sindical guatemalteco supieron tener.