FLORESCENCIA
Unidad
Entre estadías de trabajo en Guatemala, pero también desde afuera, seguí de cerca el desarrollo de las elecciones generales recientes, los resultados, y continúo monitoreando el ambiente que envuelve la transición del nuevo gobierno.
Precisamente eso me lleva en esta ocasión a reflexionar en torno a algunos aspectos que veo pasar, no solo a nivel de mis círculos personales, sino que también observo replicarse a escala de nuestra sociedad y el país en general.
Por ejemplo, he escuchado a algunos “analistas” decir que el presidente electo si mucho estará un año en el poder y que no sobrevivirá a la presión social. Algunos de estos mismos analistas son los que habían “predicho” quién sería el ganador de las últimas elecciones, basándose en el historial democrático del país.
Es importante darnos cuenta de que Guatemala rompió los patrones electorales y que difícilmente repetirá la misma historia. Que el país comenzará a escribir, de ahora en adelante, una nueva historia; una de esperanza, de nueva vida: la historia de los jóvenes que se están curando de las cicatrices de la generación pasada y yendo hacia adelante, rompiendo barreras que nos han impedido como país progresar. Hablamos de la generación de los indomables, de los informados, de los visionarios y de los nuevos liderazgos.
Es necesario que como ciudadanos cambiemos de mentalidad y actitud. Debemos superar esa cultura del prejuzgar y el culpar a otros, para poder convertirnos en parte de la solución. Es imperativo asumir un rol propositivo y no únicamente formar parte del ruido que distrae y no nos permite valorar lo verdaderamente importante. Debemos ser críticos, proactivos y constructivos para poder exigir resultados.
Esto implica una gran responsabilidad ciudadana. El desafío es asumir el compromiso cívico de brindar a nuestro liderazgo electo el beneficio de la duda. Sin importar si votamos o no por esta opción, es necesario que tenga el apoyo y respaldo como muestra de respeto a la voluntad popular en un entorno democrático. La unidad es vital en momentos en los que el país lucha por salir de rachas difíciles y del abismo en que ha estado sumido por décadas.
No se trata tampoco de ser conformistas o pasivos. Sin duda, habrá errores y desaciertos, pero en la medida en que asumimos una ciudadanía activa empezaremos a proponer soluciones más allá del mero hecho de criticar; por otra parte, las nuevas autoridades tendrán sobre sí una auditoría social, bajo la mira de objetivos de desarrollo.
Es el momento de dejar las agendas propias y trabajar por los intereses de Nación. Sin dudarlo, no faltarán quienes querrán negociar el futuro de nuestro país en su intento por volver a velar solo por su propio interés, pero de una vez por todas, deben entender que el futuro de Guatemala no está en venta.
mandres@xumak.com