EDITORIAL
Una cita histórica
Más de 7 millones de guatemaltecos están convocados hoy a una cita histórica con las urnas, aunque el primer gran desafío es vencer la apatía, porque esta es la tercera consulta popular de nuestra historia y no solo tiende a ser menor la participación, sino que esta ha sido quizá la menos promocionada.
No solo las autoridades incurrieron en esas falencias, pues incluso la iniciativa gubernamental por motivar el voto encontró cierto rechazo, primero porque el mismo presidente Jimmy Morales empezó con un discurso confuso sobre la real motivación de esta consulta, y segundo porque su baja popularidad también podría ser un factor para ahuyentar a los votantes.
Esta es la tercera consulta electoral a la que están convocados los guatemaltecos, y en las dos anteriores la participación no llegó a alcanzar ni siquiera la quinta parte de los ciudadanos aptos para votar, por lo que este nuevo evento podría convertirse a la vez en una medición sobre la capacidad de convencimiento del mandatario, por ser él y no el Gobierno en pleno la figura para promover este evento cívico.
En todo caso, este debería ser un aspecto secundario, porque pese a estar en entredicho la legalidad de la consulta, si se logra realizar con un mediano éxito puede ser un espaldarazo para que Guatemala y Belice dejen en manos de la justicia internacional la resolución definitiva sobre los límites fronterizos entre ambas naciones.
Pese a que eso es algo urgente, tampoco se obtendrá una respuesta inmediata, pues los problemas de arbitraje internacional suelen demorar años, a veces décadas, para que se emita un fallo definitivo, y aunque hoy les toca a los guatemaltecos fijar su postura en las urnas, también se debe tener en cuenta que Belice ni siquiera ha fijado una fecha para la celebración de su respectiva consulta.
La definición de fronteras para ambos países es urgente porque un amplio trozo del territorio de las dos naciones se ha convertido en una ruta para muchos ilícitos y a ello obedece la constante tensión prevaleciente en la zona de adyacencia, en la que confluyen guatemaltecos y beliceños y donde la tragedia no ha estado ausente en los últimos años.
Pero también son importantes esos límites porque ahora esta tierra de nadie beneficia a estructuras criminales, que se aprovechan de la incertidumbre y de la ingobernabilidad en el área, como recién lo denunció el exvicepresidente Eduardo Stein, al advertir de que el narcotráfico podría incluso estar detrás de una campaña por el No, para prolongar la inseguridad en la franja que actualmente es una línea virtual sobre los límites territoriales.
Quienes hoy asistan a las urnas deben tener claro que su voto será un gran aporte en la vía por superar un añejo diferendo que ha sido fuente no solo de tensión, sino que, como ahora se denuncia, también un espacio para el flujo de todo tipo de ilícitos y de cuyo control tampoco hay autoridades responsables y en buena medida hacia la redefinición territorial de esos límites está orientada la participación de hoy.