PRESTO NON TROPPO
Un gran error – que se logra enmendar
Cuando inicialmente se supo que se proyectaba un aumento de casi seis millones de quetzales para el presupuesto del Ministerio de Cultura y Deportes durante 2018, la noticia fue muy bienvenida en los ámbitos artísticos y culturales, como es natural. No era un aumento extraordinario, por mucho que parezca bastante plata, pero, ciertamente, era una mejoría.
Sin embargo, casi de inmediato venía adjunta una consideración terrible. En el denominado “Gabinete Abierto”, el Ministerio de Finanzas presentaba los techos presupuestarios de todas las dependencias de gobierno para su aprobación en el Congreso de la República, a ejecutar a lo largo del año venidero. Los señores técnicos (quienes debían saber mucho más que cualquiera de nosotros en cuanto a los ejercicios financieros del gobierno) no previeron que con el incremento del presupuesto global, el porcentaje estipulado constitucionalmente para la Confederación Deportiva Autónoma del país, el Comité Olímpico, más la Dirección General del Deporte y el Viceministerio del Deporte y la Recreación, en la realidad representaba una desmedida reducción de la asignación al área cultural. Sucede que de allí tendrían que sacar lo que la Constitución le otorgaba al deporte, en franco menoscabo de las Artes, del Patrimonio Cultural y Natural, así como del Desarrollo Cultural y Fortalecimiento de las Culturas. Un error matemático, un error de cálculo, un error de porcentajes… un gran error.
Tenemos entendido, según los comunicados más recientes, que se logró enmendar este entuerto. Esta es información de hace cinco días. Queremos creer que todo se re-organizó y que, en definitiva, vamos hacia una perspectiva cultural mejor. Queremos creer que el Ministerio no tendrá que olvidarse del trabajo que viene realizando con festivales, ferias, conciertos, recitales, artes visuales, cine, aparte de sendos otros programas. Queremos creer (y esperamos, en términos de la ratificación que tiene que venir del Congreso) que prosperará la asignación concreta para el área artística y cultural. No hay que pasar por alto que, de todas maneras, Guatemala va rezagada. En materia de instrumentos internacionales relacionados con cultura y patrimonio, ya aprobados y ratificados, nuestra nación se comprometió, al igual que los demás países del área, a incrementar el presupuesto asignado al sector “cultura” con no menos del tres por ciento del Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado. En este año ni siquiera llegó al uno por ciento…
Suponiendo que el tema esté superado, que el Organismo Legislativo sabrá apoyar este discreto incremento presupuestario y que empiece a comprender en serio al área de la cultura y del arte (que siempre han sido bandera de nuestra tierra), es necesario proponer una separación formal de las actividades artísticas, culturales y de patrimonio nacional –donde existen tantas fuentes de satisfacción comprobable para Guatemala–, de las de deporte –donde los resultados no son ni lejanamente un reflejo de la inversión hecha en este rubro–. Ojo: que no vamos a menospreciar el formidable esfuerzo de atletas individuales, el de sus familias, el de sus entrenadores, mucho más allá de patrocinadores oportunistas y públicos ingenuos; sus logros, sus méritos. Simplemente, es cuestión de orden. Por un lado van el futbolista, el fondista, la nadadora, la gimnasta, el pesista… a competir. Por el otro, van el pianista, la pintora, la escultora, el bailarín, el escritor, la cineasta… a compartir. Son dos cosas distintas. A ver si el Legislativo finalmente se entera.
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