UCHA´XIKCarta a Stavenhagen
Estimado don Rodolfo, por este medio permítame expresarle mi opinión sobre la situación de los derechos humanos y libertades fundamentales de los pueblos indígenas de Guatemala.
Seguramente usted no vino a encontrar nada nuevo, si no más de lo mismo. No es ningún secreto que este país está fundado en principios racistas y excluyentes, de ahí que normas de carácter internacional han tenido que venir a complementar principios constitucionales y que a la fecha, compromisos de Estado como el Acuerdo Indígena no ha sido implementado como tampoco lo han sido instrumentos internacionales que garantizan el pleno ejercicio de los derechos humanos.
Como usted bien dice en uno de sus últimos trabajos, muchos estados latinoamericanos todavía temen las demandas indígenas ?porque creen que serían un paso hacia la secesión y la fragmentación del Estado nacional, pero las organizaciones indígenas generalmente insisten en que solo piden autodeterminación interna…?. Aquí sin embargo, ni siquiera a eso llega la dirigencia maya.
Palabras suyas donde manifiesta que algunas organizaciones indígenas ?también tratan de obtener el derecho a la libre determinación (garantizado en el derecho internacional), que se expresa a través de la autonomía y el autogobierno local y regional?, han de sonar esotéricas para la mayoría de dirigentes mayas.
Aparte de lo que ya se sabe, también la dirigencia indígena local contribuye para que los derechos humanos no avancen, ya que no ejercitan los pocos que tienen a su disposición. Estos dirigentes, con contadas excepciones, están cooptados o más preocupados por el desarrollo de lo que otras veces he llamado ?sus tiendas?, de esa cuenta se acomodan según las circunstancias.
Permítame darle unos ejemplos. En el caso Rax Cucul, donde a un enfermo mental y monolingüe q?eqchi? se le sentenció a muerte violándose el debido proceso y el principio de defensa, ninguna organización maya se pronunció. Este era un caso emblemático y quizás si no hubiera sido por los profesionales que trabajaron en la última fase de su defensa, incluyendo a dos mayas que colaboraron a nivel personal, Pedro Rax Cucul ya estaría muerto.
En el caso de la abortada explotación de recursos naturales en el lago de Izabal, ninguna organización maya de la capital invocó una violación al Convenio 169. Perdón por la falta de modestia, pero yo sí lo hice y fue precisamente ese principio el que se utilizó en uno de los considerandos del acuerdo gubernamental que derogó aquella concesión.
Y por último, en un caso de discriminación reciente que se suma a una ?práctica consuetudinaria? en este país, esas organizaciones todavía siguen elucubrando en cómo actuar. Por lo que se ve, aquí existe una defensoría maya que no pasa de ?defender? la candidatura vicepresidencial de uno de sus directivos, hay centros llamados de investigación maya que ¿a saber qué investigan?, existe una Academia de Lenguas Mayas que no reivindica los derechos lingüísticos, etcétera.
En todo esto también tienen enorme responsabilidad muchos de los donantes extranjeros que financian varios de estos empleos. De hecho, no existe en Guatemala una sola ONG maya o ladina que se dedique al estudio serio del racismo como fenómeno social a ser enfrentado. Ya veremos si el nuevo PDH toma alguna acción al respecto.
En el caso de las ONG mayas, pienso y me gustaría estar equivocado, que los donantes foráneos y sus contrapartes locales actúan con un paternalismo impregnado de cierto racismo. Para ellos es mejor financiar lo anodino o la mediocridad que encarar problemas de fondo. Con esto se congracian con un Estado que les permite mantener sus empleos y hacen creer a sus ?beneficiados mayas? que avanzan en la reivindicación de sus derechos. Es decir, entre un vividor y otro vividor se crea una complicidad que termina favoreciendo a un Estado excluyente y racista.
Así estimado don Rodolfo, ciertamente el Estado guatemalteco es un violador de los derechos humanos y de los derechos de los pueblos indígenas; pero en esto también contribuye la dirigencia indígena local y actual por no ejercitar al menos, los escasos derechos vigentes de quienes dicen ser sus representados.
A ellos se suman los que mantienen y se mantienen de ?apoyar? a una causa que ha resultado ser un modo de vida para muchos donantes y donatarios.
MALTIOX ba che usik?ixik nuch?atem tat Rodolfo. Kinkikotik ba che xul alaq, nojim k?ut ke? alaq pa taq be!.