LA ERA DEL FAUNO
Somos felices y no lo sabíamos
Los guatemaltecos somos más felices que Burundi, Tanzania y Francia. Al menos es lo que dice un estudio promovido por la ONU. Habría que decir: ocioso estudio.
Según el Índice de felicidad mundial 2017, punteamos dentro de las 30 naciones más felices del mundo. Después de nosotros, 126 países ruedan por las gradas hacia el sótano de la tristeza. Pobres gentes. Los resultados —apunta con cursilería The New York Times— otorgan “la corona a Noruega”, gracias a eso “los noruegos tienen una razón más para sonreír”.
El estudio de marras concede a Dinamarca el puesto 2. Islandia, 3. Suiza, 4. Al otro extremo están los “tristes” —o miserables, según se vea— cuyo remate es la República Centroafricana, que ocupa el último lugar. China y Estados Unidos reportan crecimiento económico, pero sufren una baja en su felicidad. Entiéndase, son más ricos y más infelices. Al contrario de Nicaragua, que siendo pobre va al alza.
Ah, con razón decía Aristóteles que el dinero en sí mismo es cosa vana. Ponía como ejemplo a Midas, que, llevado de su codicia, convirtió en oro los manjares de su mesa. En otras palabras, el dinero no es la felicidad, nomás la da, y ha de ser por eso que muchos países de la ONU se matan por acapararlo.
Las variables de esa encuesta incluyen los generadores de felicidad: ingreso per cápita, expectativa de vida, apoyo social, confianza en el gobierno y los negocios, libertad y generosidad. Qué bonito. En todo sacamos alto. Cabe preguntarse a qué viene la necedad de hacer tales reportes. Han de servir para justificar ingresos y egresos de alguna oficina de la ONU. Algo más nocivo que su hechura es creer en sus resultados. He oído psicólogos por la radio hablando puras tonterías sobre el estudio. Se lo toman en serio. Por otro lado, si dijeran que Guatemala es el país más triste, tampoco me la creería. Es un tanteo con base metodológica, pero improbable.
Por lo demás, si en un país coinciden el alto índice de felicidad con su alta criminalidad, violencia y corrupción, vale la pena revisar lo que dice la psicología sobre el masoquismo: estado patológico definido por la búsqueda de sufrimiento para alcanzar placer.
A cierta edad, uno se pregunta a qué vino a este mundo, de dónde viene y hacia dónde va. Puede que esas dudas busquen dar sentido a la existencia, o quizás, encontrar la semilla de la felicidad, sea divina o terrenal. A medida que se crece, sin embargo, se está más atrapado en la expectativa que en la realidad. Suponiendo que el deseo del ser humano sea alcanzar la felicidad y ese deseo resultase mensurable, si vamos a hacerlo con cientificidad —como se supone que lo hacen— habríamos de diferenciar qué entiende por felicidad un africano, un noruego, un chino, un guatemalteco. La pregunta estelar de esa encuesta está estandarizada en la escala de Cantril: “Imagine una escalera con peldaños numerados de cero en la parte inferior, a diez en la parte superior. La parte superior representa la mejor vida posible para usted y la parte inferior representa la peor. ¿En qué peldaño diría que se encuentra en este momento?”. Formulación que ha de servir para individuos o comunidades, pero ¿para el mundo?
¿Peldaño de la camioneta o del avión? ¿Inferior es la parte abusada del cuerpo? ¿Superior es la ley o la Naturaleza? ¿El luto es negro? ¿o es blanco? El reporte fue publicado con motivo del Día Internacional de la Felicidad. Otro de los días internacionales que no sirven para nada. Si acaso, para que un país presuma que le pisa los talones a la felicidad estadounidense y se aleja de la tristeza africana.
@juanlemus9