EDITORIAL
Se debe frenar el chantajismo
Un grupo de diputados impresentables pretende violentar el orden establecido en el Congreso de la República al buscar la creación de 16 comisiones extraordinarias de trabajo, con el único objetivo de extorsionar a funcionarios a través de citaciones y también para agenciarse de recursos adicionales por medio del cobro de dietas innecesarias.
Esas comisiones no tienen ninguna justificación, pero además han sido consensuadas fuera del Parlamento por un grupo de tránsfugas del oficialista partido FCN-Nación y varios diputados que enfrentan procesos de antejuicio y otros señalamientos, en una nueva muestra de la despreciable actitud que caracteriza a la actual legislatura.
Uno de los primeros responsables de esta intentona es el actual presidente del Congreso, Óscar Chinchilla, quien debido a una evidente falta de carácter se está convirtiendo en el artífice de abusos como este, cuando apenas se cumple la primera semana de labores. Pero también porque es uno de los señalados de haber participado en las reuniones para crear estas comisiones, en las que incluso hasta habría propuesto nombres y su única condición era que estas salas de trabajo no pasaran de diez.
Se trata de una muestra de ingobernabilidad que sin duda será la tónica predominante durante los próximos meses, que además conlleva el riesgo, si estos abusos no se frenan, que las ambiciones de los diputados se desborden y se sientan con el poder suficiente no solo para chantajear a funcionarios sino que a cualquier sector que pueda ser susceptible de ser chantajeado a cambio de la aprobación de leyes.
Presidiría la Comisión de Derechos Humanos una de las diputadas tránsfugas más polémicas, Sandra Sandoval, quien no solo arrastra el antecedente de haber propuesto en 2016 reducir los alcances de la Ley de Femicidio, sino también se ha caracterizado por sus relaciones volátiles con integrantes de la bancada que le abrió las puertas.
Más vergonzoso resulta el caso del diputado Juan Manuel Giordano, propuesto para presidir nada menos que la comisión de Juventud, por tratarse de alguien que no cumple con las más mínimas cualidades para semejante tarea, lo que a su vez abre la interrogante sobre la seriedad de los planteamientos que buscan materializar este grupo de diputados que carecen de los méritos siquiera para llamarse representantes.
El segundo grupo causante de este nuevo desgaste para el Congreso, lo encabeza la camarilla que lidera el partido de Gobierno, que a todas luces está dando las mayores muestras de abuso de poder al actuar de manera irresponsable en un organismo caracterizado, porque la mayoría de sus integrantes parecen obstinados por actuar a espaldas de los electores, con el fin de rascar en las gavetas de recursos públicos.
Las acciones de esta “clica” de tránsfugas y perseguidos por la justicia debe ser frenada y la primera acción está en manos de la justicia que debe ponerle un alto a este pretendido desmán. Pero también el resto de sectores debe elevar su voz en contra de este nuevo abuso y también para pedir la depuración de este organismo, como la mejor opción para el rescate de la institucionalidad.