ENCRUCIJADA

Riesgos globales

Juan Alberto Fuentes Knight

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En enero de este año el Fondo Monetario Internacional redujo las tasas de crecimiento económico mundial que meses antes había estimado para el 2016. La semana pasada, y después de numerosas advertencias acerca de lo negativo que sería un aumento de la tasa de interés por parte de los Estados Unidos para la economía mundial, Janet Yellen, presidenta del banco central de ese país (la Reserva Federal), reforzó la idea de que la política monetaria norteamericana cambiaría un tanto.

Por una parte, reconoció que la economía mundial continúa enfrentando problemas. Por otra, notó que el crecimiento industrial y el de las exportaciones norteamericanas era menor a lo previsto. Frente a ello, Yellen sugirió que el aumento de la tasa de interés, dirigido a reducir eventuales aumentos de la inflación en los Estados Unidos, se postergaría. A fines del año pasado se pensaba que los incrementos podrían ser frecuentes e importantes en el 2016. Ahora ya no es evidente.

Para la economía guatemalteca, la mexicana y la del resto de Centroamérica, que dependen fuertemente del dinamismo de la economía norteamericana, lo anterior es importante por varias razones. Primero, el efecto de un posible freno al crecimiento de los Estados Unidos provocado por varios aumentos de la tasa de interés resulta poco probable. Otros factores pueden contribuir a reducir el crecimiento económico norteamericano, pero al menos la política monetaria no lo hará. Al no reducirse por esta vía la demanda interna norteamericana, no debiera darse una disminución del crecimiento de las remesas de los migrantes guatemaltecos que viven en los Estados Unidos ni de nuestras exportaciones destinadas a ese país.

Segundo, el hecho de que puedan darse un máximo de dos aumentos modestos (y quizás solo uno) de la tasa de interés en los Estados Unidos durante el 2016, en contraste con previsiones previas de cuatro incrementos distribuidos a lo largo del año, ya está afectando la evolución del dólar. La expectativa de que esto ocurriría ya favoreció que en lo que va de 2016 dejara de apreciarse el dólar, al cual está amarrado el quetzal (es mentira que el quetzal fluctúe, de manera flexible). Si el dólar se deprecia más, también lo hará el quetzal en relación a otras monedas, y ello podría favorecer nuestras exportaciones a Europa. Quizás podría reducir nuestra desventaja frente a ciertos países latinoamericanos y especialmente México, que con una fuerte depreciación y sin mayores aumentos de la inflación (aunque le sorprenda a los analistas guatemaltecos más ortodoxos), está inundando nuestro mercado con sus productos.

Tercero, esta reorientación de la política monetaria de los Estados Unidos refleja una preocupación acerca de las perspectivas un tanto negativas de la economía mundial, como consecuencia de la desaceleración del crecimiento de China, la fuerte caída del precio del petróleo y amenazas geopolíticas. Sumémosle la incertidumbre que resulta de la amenaza de una posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y el terrorismo. Además, las políticas de austeridad fiscal en Europa han significado un limitado crecimiento de la inversión y del consumo europeos, con una incipiente recuperación que ha dependido principalmente de sus exportaciones, ahora amenazadas por la desaceleración del crecimiento chino.

No es un panorama internacional favorable para el mundo en su conjunto. Afortunadamente, la Reserva Federal lo está tomando en cuenta. También corresponde tomar en cuenta los efectos mixtos que este complejo panorama puede tener en Guatemala.

fuentesknight@yahoo.com

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