EDITORIAL
Represión extrema desnuda a Ortega
Buena parte de los países de Centroamérica se debaten en una profunda crisis cuyos alcances todavía son insospechados, porque no se aprecia el más mínimo liderazgo, interno ni externo, capaz de aportar cordura e inteligencia en el reencauce de la gobernanza. Se observan síntomas preocupantes del agotamiento del modelo y una actitud cada vez más irracional por parte de los gobernantes.
El episodio más patético transcurre en Nicaragua, donde una pareja de desquiciados gobernantes ha llegado a responder a las protestas ciudadanas con el uso de guardias y pandilleros armados contra los manifestantes, lo cual ha dejado más de un centenar de muertos, pues las fuerzas gubernamentales han apuntado directamente a matar.
El destacado diplomático francés Charles-Maurice de Talleyrand, sirvió hacia finales de los siglos XVIII y principios del XIX a reyes, y acuñó la frase: “Las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse sobre ellas”, la cual aplicó a las circunstancias que le tocó vivir durante bajo el imperio de Napoleón Bonaparte, pero esta mantiene su plena vigencia.
Eso ocurre con el sangriento gobierno nicaragüense, en el cual el orteguismo da suficientes muestras de haber perdido todo vestigio de razón y en un mayúsculo exabrupto ordena disparar a matar a quienes participan en las multitudinarias marchas, que ahora ya no solo reclaman cambios democráticos, sino la salida de los tiranos.
Los nicaragüenses le han dado al mundo, y principalmente al resto de centroamericanos, una extraordinaria muestra de valentía y civismo, al mantener por más de mes y medio protestas en contra de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes se aferran al poder mediante la peor represión que se haya visto en las democracias centroamericanas en tiempos de paz, la cual es similar a las acciones de la época del somocismo.
Ortega se ha quedado solo, pues ha perdido incluso la intermediación de la Iglesia Católica, que se resiste a continuar en cualquier diálogo si no cesa la brutal respuesta contra los miles de indefensos manifestantes.
Los empresarios también han marcado distancia, y aunque muchos de ellos se beneficiaron de un modelo desde el principio condenado al fracaso, las atrocidades cometidas en las últimas semanas por las fuerzas gubernamentales han rebasado los límites tolerables y también demandan cambios.
Uno de los más trágicos episodios se produjo el pasado miércoles, cuando Nicaragua celebraba el Día de la Madre, y en un nuevo y grotesco acto de brutalidad las fuerzas gubernamentales mataron a 16 personas, durante una de las más concurridas manifestaciones contra la tiranía orteguista y el intolerable uso de la fuerza de efectivos gubernamentales.
Ortega y Murillo se encaminan de manera acelerada a recorrer la misma ruta que condujo al exdictador nicaragüense Anastasio Somoza al exilio, con la diferencia de que hoy muchos de los crímenes cometidos por el Estado de ese país están documentados. Lo mejor sería que los tiranuelos de turno permanezcan en Nicaragua para rendir cuentas ante la justicia por pretender acallar a sangre y fuego la justificada protesta ciudadana.