ENCRUCIJADA
Renovación electoral y partidaria
La puesta en evidencia del papel de intermediarios financieros de 4 diputados la semana pasada vuelve a mostrar las limitaciones del actual Congreso y del sistema de partidos políticos. Existen diputados con capacidad y buena fe, pero son una pequeña minoría. La mayoría, y la actuación de los 4 diputados, son una manifestación de un sistema de partidos políticos que no se renovó en 2015, a pesar del rechazo que generó ese año.
La reforma de la Ley de Elecciones y Partidos Políticos (LEPP) que se aprobó el año pasado fue una respuesta parcial a las reivindicaciones de cambiar nuestro sistema de partidos políticos. La principal reforma aprobada fue disminuir la importancia del acceso al financiamiento como una barrera a la participación igualitaria de diferentes fuerzas. Por una parte, se impusieron límites más estrictos al gasto en campaña y se le dio la capacidad de mayor control al TSE para asegurar que ello se cumpla. Por otro, se logró que los recursos destinados por la televisión, radio y prensa nacional a la publicidad política fueran cubiertos por el Estado y no por los propios partidos políticos.
Ambos hechos significan que los partidos dependerán menos de los financistas privados. Reduce el poder del dinero como determinante de quién gana o pierde elecciones. Pero persisten otras barreras que le aseguran una posición privilegiada a los partidos políticos existentes.
Actualmente dos hechos podrían contribuir a abrir el espacio para que se pudiera renovar el sistema de partidos políticos. El primero, y quizás más viable a corto plazo, es el fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral. Sus desafíos, como han sido planteados por la nueva presidenta del TSE, incluyen un proceso de adaptación y fortalecimiento no solo para supervisar las elecciones sino también para favorecer la formación cívico-política de la población y salir de la crisis originada por el lamentable sistema de partidos políticos con que contamos. Para lograrlo se plantea dignificar al TSE y su recurso humano, con más coordinación, transparencia y comunicación.
Ese es el punto de partida para garantizar la implementación exitosa de las reformas de la LEPP aprobadas el año
pasado, que incluyen fiscalizar rigurosamente las finanzas de los partidos, monitorear nuevas modalidades de propaganda y asegurar el voto en el extranjero. Pero la presidenta del TSE también plantea que se requiere más: apoyar a las organizaciones políticas transparentes y democráticas, abatir cúpulas y prácticas clientelares, y favorecer la formación de ciudadanos activos que no se limiten a votar, sino que se vuelvan propositivos y demandantes. Esto conlleva no solo apoyo técnico sino también valor y apoyo político en el TSE. Exige avanzar con la depuración de viejos partidos caudillistas al tiempo que se favorece el surgimiento de nuevos partidos democráticos y plurales. Apoyar al TSE y una acción decidida de todos sus magistrados urgen para enfrentar exitosamente estos grandes desafíos.
El otro hecho que podría favorecer la renovación del caduco sistema de partidos políticos es la eventual aprobación de nuevas reformas de la LEPP. El avance sobre este tema dentro del Congreso ha sido limitado. Al menos tres reformas son básicas: reducir el número de afiliados (ahora se exigen casi 23 mil) y el número de municipios (ahora son 50) con presencia inicial de los partidos, permitir sin ambigüedades la comunicación dirigida a favorecer adhesiones a nuevas organizaciones que buscan convertirse en partidos políticos, y promover la democracia interna de los partidos. Los desafíos son muchos, pero no hay que perder de vista la necesidad de cambiar el sistema de partidos políticos como base para establecer un nuevo régimen político plural y democrático.