Q’A NO’JB’AL
Reforma o revolución
Los intelectuales del sistema mundo neoliberal, tienen como consigna aprovechar y profundizar la crisis para seguir acomodando el modelo y hacerlo apetecible para todos. El neoliberalismo nunca va a proponer cambios revolucionarios para beneficiar a las mayorías empobrecidas del mundo, porque los cambios que propone siempre serán para fortalecerse él mismo, como el monstruo que quiere terminar con todo, que aunque sabe que es un cadáver, se resiste a morir.
Los pueblos que han entendido y superado este nivel del capitalismo neoliberal han dado pasos importantes para trazar la ruta de un cambio revolucionario, y el primer paso es tener conciencia de clase, de etnia y de género, y que como tales hemos sido ninguneados en el desarrollo de este Estado y de este sistema económico. Por eso, no basta con pensar en la revolución, como dice el vicepresidente de Bolivia: “Es más fácil hacer una revolución que profundizar la revolución, porque es más fácil hacerla aprovechando la crisis del orden neoliberal, pero es mucho más difícil anularla […] hay que irradiar un nuevo sentido revolucionario”.
Este debe ser el espíritu que nos motive a superar la crisis en Guatemala. Sobre todo porque el peligro está latente, ya los grupos de poder están aprovechando la crisis para salir fortalecidos. Están avanzando sus propuestas de reforma a las leyes, crearon su movimiento ciudadano contra la corrupción, lograron que en la comisión de reformar la ley electoral esté el presidente del Congreso, aprovechan el apoyo de Estados Unidos, ya salió a hablar Dionisio Gutiérrez, piden la extinción de dominio contra los corruptos, pero no aceptan devolver los excesos de fincas que tienen los miembros de la Cámara del Agro. Exigen terminar con la corrupción y las redes dentro del gobierno, pero no permiten revisar las licencias mineras e hidroeléctricas que se dieron de forma corrupta. Todo esto son signos de que ellos no dejarán que su barco se hunda y no permitirán que Guatemala avance hacia su “Primavera”.
Si dejamos que ellos propongan los cambios, serán cosméticos y folclóricos y solo servirán para fortalecer su ambición depredadora, como lo han hecho en estos últimos 20 años. Por eso, si realmente queremos hacer que esta crisis se convierta en la primavera que todos deseamos, tenemos que tomar en cuenta que “las primaveras sociales como producto de la indignación y la toma de conciencia política del pueblo deben necesariamente convertirse en revoluciones capaces de generar y conducir una fuerza social dispuesta a renunciar al acomodo de la sociedad en la que se vive para transformarla, para que emerja un hombre y una mujer nueva corrompido por los demonios del capitalismo”.
No serán las élites, ni las potencias, ni los imperios, quienes nos dirán hacia donde ir, somos los pueblos quienes diremos hacia dónde queremos ir. ¡Qué viva Mamá Maquín!