DE MIS NOTAS

Realismo mágico

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A propósito de la Feria del Libro viviendo una transformación cultural mientras trata de volar entre las páginas de papel —y las impresiones etéreas binarias digitales electrónicas de Kindle y similares— no puedo dejar de percibir esa relación tan estrecha de interpretar nuestra realidad nacional bajo el prisma de ese movimiento literario, que le permitió Asturias, García Márquez y otros más, describir realidades políticas con elementos fantásticos y míticos.

Opino que esto es un manicomio macondiano. Hay ingobernabilidad y del aparato estatal pocas cosas funcionan. Convivimos en capas múltiples de la realidad. Cada quien vive en su mundo. Aquí se pueden entablar demandas y paralizar industrias o cualquier actividad sobre bases legales espurias. Mario Fuentes Destarac lo describe con claridad en su última columna: “La seguridad jurídica es la certeza de las leyes, es decir el conocimiento inequívoco de las mismas, así como la previsibilidad de su aplicación invariable y eficaz. En Guatemala, los agentes económicos saben que las reglas del juego no son estables, y que las mismas pueden variar hasta el absurdo e, incluso, hasta lo demencial. También dichos agentes afrontan el problema de que la interpretación y aplicación de las normas vigentes son imprevisibles, al extremo de tornarse antijurídicas, antojadizas y arbitrarias. Inequívocamente, esta incertidumbre jurídica no favorece el emprendimiento, la inversión productiva, la innovación, la diversificación ni la creación de fuentes de trabajo”.

Fritz Thomas compartió el mismo pesimismo en su columna titulada: “Curva de Admiración en Descenso”. 1: “Había eventos que hacían pensar que se estaban ganando grandes batallas en la guerra contra la corrupción. Que se sentía optimismo; que el sistema putrefacto estaba sanando. Pero ya no hay tanto entusiasmo. Los procesos legales están estancados, no llegan a definición y el pueblo va perdiendo interés, aburrido de amparos, tecnicismos jurídicos y el reciclaje de historias.” 2. “El mandato de la Cicig es apoyar al MP y a la PNC en “la investigación de los delitos cometidos por integrantes de los cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos de seguridad… [y] al desmantelamiento de estos grupos”. ¿Y los “cuerpos ilegales” que provocan tanta delincuencia e inseguridad, o los que promueven la conflictividad, atacan a la actividad productiva y secuestran la institucionalidad del país? ¿Hay hoy más seguridad que cuando vino la Cicig hace una década? Me equivoqué; he perdido la fe y ya no los considero santos ni capaces de hacer milagros. Son mortales y falibles, que en la cresta del poder y la adulación han llegado a creer que son inmortales e infalibles. Velásquez, Aldana y Robinson empezaron por buen camino, pero han perdido el rumbo y han sido capturados por agendas políticas e ideológicas”.

Recojo también una parte de la columna de Manuel Villacorta: “Con ciencia se construye un edificio. Con ciencia se realiza una operación a corazón abierto. Con ciencia se puede dirigir a un país. Pero esto último está muy lejos de ocurrir en Guatemala. Los tres organismos del Estado están “dirigidos” por autoridades ineptas e inexpertas y en no pocos casos, motivadas por el abuso y la corrupción”.

“Es la economía, estúpido”, fue la frase pegajosa, entendible, que llevó a Bill Clinton a la presidencia, descolocándolo de George Bush padre, que basó su campaña en los logros de la política exterior estadounidense, obviando la problemática económica de la ciudadanía.

Es paradójico que estemos hablando precisamente de esa realidad económica cuando aquí se estén cerrando empresas e industrias y los mensajes enviados al exterior sean que Guatemala es un país donde no se puede invertir.

Jodidos estamos…

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.