Realidades chapinas
de un sector en este país de Macondo, en el cual, una parte de los ciudadanos, acompañados por el servicio de acólitos de los medios de comunicación rosa, pintan la situación tan, pero tan positiva que terminan afirmando que vamos en la dirección correcta, y esto es lo importante, aunque se cumpla el adagio del futbol: jugamos como nunca, perdimos como siempre. ¿Qué opina usted al respecto, sobre todo después de 500 años de seguir en la misma dirección?
Cuando abordo las crudas realidades del país no puedo menos que pedir al lector su comprensión por hacerlo en medio del letargo que genera la llamada “magia de la Navidad”, puesto que todo luce que más en esta época que otras los ciudadanos pasamos la página de las realidades de la vida para enero y nos dedicamos aún más a querer vivir unos en la pena —de no poder comprar por no tener con qué las cosas que quisiéramos y que el comercio nos alienta— y otros en la pepena, porque sin duda se logra el nivel de negocios que en casi todos los sectores empresariales se buscan en la más grande temporada comercial el país y, sobre todo, con el sacrosanto sistema de crédito. ¡En enero hablamos, es la consigna!
Será mucho pedirle que reflexionemos un tanto más en torno a las realidades de un país en donde, entre otras cosas:
Primero: profundizamos a tal nivel la problemática nacional que después de tener un Estado colonialista evolucionamos a un Estado fallido, y sin darnos cuenta caminamos aceleradamente a vivir el capítulo del narcoEstado.
Segundo: sin abandonar a la vieja y lucrativa usanza la condición económica profeudal, pasamos a la economía profeudal aburguesada y nos recreamos ahora en la economía profeudal dependiente, puesto que sin producir mayor cosa nueva y sin renovar la pobre y obsoleta planta productiva, nos jactamos del crecimiento económico que genera el trabajo productivo de millones de migrantes y sus remesas, complementadas sustantivamente por las grandes sumas de dinero que se lavan por todos lados. Ese es el dinero que circula en abundancia.
Tercero: sostenemos ser el país con mejores índices de desarrollo en temas de telefonía celular y el gran éxito privatizador que genera la capacidad de tener más de dos teléfonos celulares per cápita, pero mientras tanto, el nivel de hambre, desnutrición y muerte por causas deshumanizadas crece, y nosotros seguimos brindando en hoteles y salones de lujo, porque una vez más hemos lanzado la más grande campaña publicitaria para terminar con estos flagelos. ¿Bastante cínicos, no le parece?
Cuarto: en pleno siglo XXI, una parte de la población sigue anclada en el siglo XV y ni intenta reconocer que este hermoso país tiene una de sus riquezas más grandes en que la mitad de su población es de pueblos originarios, creadores y generadores de una de las más grandes civilizaciones del mundo, y que aún hoy tienen mucho que darnos de su cultura, de sus relaciones sociales, de su medicina y, en fin, de su cosmovisión. ¡Y aún hay más!
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