CATALEJO

Por qué estamos “jodidos todos ustedes”

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Conforme pasan los días, los chapines decimos “cada vez estamos más jodidos”. Cierto. Se explica porque hay una carrera olímpica de tonterías, en la cual están todos. La lista es casi interminable, así como los tan variados corredores. Comienzo: porque el presidente no desperdicia oportunidad para hablar —tropaloca o blackpitayamente—; desconoce las relaciones internacionales, se apoya en el ejército y lo pone en ridículo o en mal ante la población; intenta montarse en el rechazo a un tema moral y penal como es el aborto, para echar agua a su molino; se empecina en mantener un gabinete de amigos, financistas, todos con el elemento en común de su nula preparación. La multifacética lista es larga: no cabe en el espacio de esta columna.

"La palabra joder significa: molestar, fastidiar, destrozar, arruinar, echar a perder, según el DLE".

Porque tampoco desaprovecha ocasión para hacerse de rechazos, como ocurrió con la Usac (por cierto, de calidad muy lejana a la de hace algunas décadas y con participación directa o indirecta en la integración de hoy cooptadas instituciones vitales); porque a causa de su odio cerval contra la Cicig (también motivo de severas críticas, pero necesitadas de mejor base), no vacila en aliarse con Venezuela y Bolivia a favor de Ortega, y apoyar de manera cobarde la masacre de nicaragüenses, a la cual hace poco se opuso “de manera enérgica”. Porque insiste en decir y hacer gracejadas; porque cada vez sube el temor ante el notorio cerco de instituciones a consecuencia de la militarización del país, pese a los señalamientos internacionales, sobre todo estadunidenses.

Porque el Congreso, la “clica novenera”, es otra fuente de burla a la ley, como lo demuestra su presidente y directiva a través del Pacto de Corruptos. Los aterra el castigo por financiamiento ilícito, recibido por todos los partidos, por tanto culpables, incluyendo los llegados al poder para mala suerte del país, incluyendo la presidenta de facto en el tiempo de la UNE, “una madre soltera”, provoca más rechazo al MP y porque no se le ha iniciado siquiera una acción legal. No en balde deben encerrarse rodeados de militares con armamento de combate, y sus representantes notables se manifiestan como expertos en burlar la ley. De la Corte Suprema, mejor ni hablar. Solo quedan, aunque debilitadas, la Corte de Constitucionalidad y el Tribunal Supremo Electoral.

Pero también: porque el sector académico, el Cacif, la conferencia episcopal católica y los grupos religiosos no católicos se han tardado mucho en manifestarse y lo han hecho sin contundencia, causante de dudas acerca de las verdaderas razones; porque Ortega sigue invitado a una actividad empresarial, “por ser el presidente de Nicaragua”; porque de muchos lados, sector privado incluido, se califica como ataque y a favor al comunismo todas las noticias y comentarios para ellos impublicables, y se acusa en público a medios y periodistas individuales de “destruir el país”. Porque la polarización a la cual han llevado a los guatemaltecos provoca el abandono del interés ciudadano y sobre todo el convencimiento de ser inútil la democracia como forma de gobierno.

El país también está mal porque ONG europeas financian acciones ilegales; los llamados líderes étnicos no dicen quién los financia para pagar los buses con acarreados; porque Codeca pone a niños al frente de sus marchas, como posible carne de cañón; porque la izquierda rosa es rosa y silenciosa ante todo tipo de delitos y crímenes; porque la obcecación no deja analizar los criterios de la única fuente confiable: la prensa y los comentaristas. Ellos tienen valor para firmar sus críticas, lo cual no significa aceptarlas todas, mientras en su contra proliferan insultos anónimos por redes sociales pagadas; porque quienes los reenvían no tienen ni la mínima astucia necesaria para saberse utilizados; porque no hay maestros, sino “trabajadores de la educación”. En fin: porque Guatemala es un país subdesarrollado en todos los órdenes.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.