PLUMA INVITADA

Miguel Ángel Asturias, orgulloso de ser periodista

Miguel Ángel Asturias fue fundador de la APG, y por eso el salón mayor de la institución lleva su nombre.

Dos años antes de fallecer, Miguel Ángel Asturias compartió varias semanas en Ciudad de México, en Mérida e Isla de Mujeres, con su hermano Marco Antonio y su esposa, y la hija de ambos, Teresita. Como Teresita había sido Novia de los Periodistas en la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG), bromeando y sonriente, Miguel Ángel le decía que era su novia, porque él también era periodista. Y le ofreció hacerle un poema.

Miguel Ángel Asturias fue fundador de la APG, y por eso el salón mayor de la institución lleva su nombre.

Pasado el tiempo, yo le escribí a París para reclamarle el poema, diciéndole que no tenía excusas para hacerlo, porque las musas de un premio nobel eran expeditas. Me respondió que, como me había dicho personalmente en varias ocasiones, no había tales musas, sino solo trabajo. Esto era lo que contaba.

En una carta que me escribió seis meses antes de morir me dijo: “Te envío con estas letras, un soneto dedicado a la novia de los Periodistas para que lo publiques, donde mejor te parezca, aunque no se lo merece, pues me tiene olvidado. Ni una letra…” El soneto la retrata de cuerpo entero: cabello negro, ojos vivaces, cintura delgada y una sonrisa constante. El poema lo incluyo al final de este artículo.

Miguel Ángel fue reportero y también redactor del diario El Imparcial, y durante su estancia en París, columnista semanal. Estos escritos eran ensayos revestidos de un ropaje literario, aunque abordaran temas diarios, de poco relieve. Luego, en el Diario del Aire, el primer noticiero radial de América Latina, Miguel Ángel fue redactor y locutor. En alguna ocasión me aconsejó que me dedicara tanto al periodismo como a la literatura.

Hasta el último momento, El Imparcial le publicó a Miguel Ángel los poemas que les enviaba. Toda su vida estuvo ligado a la literatura y al periodismo.

Cuando a comienzos de la década de 1970 entré a trabajar de planta en la redacción de El Imparcial, me envió una carta de alegría con dejos de nostalgia, asegurándome textualmente: “Se puede decir que yo me hice en El Imparcial”.

El Imparcial fue un diario que no solo informaba, sino que todos los días tenía una extensa sección cultural, dirigida por el escritor y poeta César Brañas, en la que no solo aparecían publicados escritos de los mayores literatos del país, sino también de los jóvenes que buscaban un espacio para sus poesías y pequeños cuentos. Allí escribió el joven Asturias.

De acuerdo a Miguel Ángel, en su juventud El Imparcial fue “el pulmón con el que respiraban todos nuestros proyectos culturales”.

En nuestros países, en las salas de redacción de comienzos del siglo pasado los literatos dirigían los medios de comunicación. Con el pasar de los años, las presiones financieras y tecnológicas y la difusión masiva de los diarios forzaron a que periodismo y literatura se bifurcaran. En el periodismo moderno, aún en algunos aspectos coinciden, y en otros son divergentes. Sin embargo, todavía hoy se reconocen como parientes lejanos; algunas veces coinciden en discotecas o en los salones de baile de la vida. Y danzan juntos.

Fueron también literatos y periodistas, entre otros premios nobeles de Literatura, Gabriel García Márquez, Ernest Hemingway y Albert Camus.

El soneto a Teresita, novia de los periodistas, dice así: ¿A qué virgen pagana en el martirio / robaste el cuello y el cabello moro? / Su delgada esbeltez robaste al lirio / y no sé si robaste algún meteoro / que se partiera en dos ojos de fuego, / mas sí sé que robaste tan de prisa / el reír del amor, al ángel ciego / que le robaste solo la sonrisa… / A las danzantes de la Primavera / de Botticelli hurtas lo sin peso, / el vuelo de las manos, la ligera / ondulación de fuego en la cintura, / más hurtadora no, que el aderezo / de tus gracias lo tienes de natura.

ESCRITO POR: