La Europa que mira a América Latina
La experiencia de más de treinta años de Cumbres Iberoamericanas nos permite disponer de un instrumento único para el diálogo político, la concertación y la cooperación entre los 22 países que formamos esta comunidad. Un instrumento insustituible para dar una respuesta iberoamericana a los grandes desafíos compartidos a ambas orillas del Atlántico.
Iberoamérica es toda una razón de vínculos personales, de valores, de acuerdos y de cooperación a todos los niveles, que tiene en Europa, un aliado natural.
A partir del 1 de julio tenemos por delante una nueva oportunidad para dar un renovado impulso a esa relación. España asume la Presidencia española de la UE y aprovechará todo su potencial para estrechar aún más los lazos, anudarlos y sellarlos para la vocación de permanencia de una relación mutuamente beneficiosa.
Estoy convencido que América Latina y el Caribe es la región más eurocompatible del planeta. Juntos, contamos con una excelente plataforma para la acción exterior, desde la que podemos aportar al mundo nuestras experiencias, realizaciones y propuestas, colaborando con diversos actores.
Lo que nos une son nuestros principios y valores comunes, la democracia, el Estado de derecho, los derechos humanos, la seguridad jurídica y las libertades. Todo eso se resume en el lema con el que la actual Presidencia Pro Témpore de la República Dominicana nos congrega a todos en Santo Domingo: “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible” a lo que también España quiere sumar a Europa.
Apenas quince días después de que España haya asumido la Presidencia española de la UE, Bruselas acogerá la Cumbre Unión Europea-CELAC, a la que debemos llegar con unos objetivos orientados a los intereses, oportunidades y retos que compartimos. La Cumbre Iberoamericana es un excelente espacio para empezar a definirlos y ajustarlos.
La Cumbre de Santo Domingo nos permite ir jalonando el camino con acciones concretas. Algunas de ellas son perentorias como las que atiende la Carta Medioambiental Iberoamericana en la que trabajamos para dar soluciones en el presente de las que se puedan beneficiar las generaciones futuras.
También es de gran relevancia la Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en los Entornos Digitales que hemos impulsado para favorecer la inclusión, el acceso a la educación, la cultura y la sanidad de todos nuestros ciudadanos.
Pero también tenemos otras cuestiones de extraordinaria urgencia como la que hemos denominado “Ruta crítica para alcanzar la seguridad alimentaria incluyente y sostenible en Iberoamérica”, una iniciativa que contiene un valioso mensaje para la comunidad internacional sobre el papel que puede y debe jugar Iberoamérica en un momento de crisis e incertidumbre de precios y suministros.
Son cuestiones para las que España no escatimará recursos.
Nuestros idearios comunes son un instrumento de gran valía para llevar la voz de América Latina al corazón de Europa. Lo hacemos en español y en portugués, desde la “iberofonía”, que también saldrá reforzada de esta Cumbre Iberoamericana gracias al compromiso de España, junto con Portugal, Brasil y Paraguay, y todos los demás países iberoamericanos, de dar un nuevo impulso al bilingüismo español-portugués. Y también poniendo en valor, el español, un patrimonio compartido por cientos de millones de personas en todo el mundo.
Al terminar esta Cumbre Iberoamericana, empezará el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE). Es una ocasión que Arequipa (Perú) ha brindado a Cádiz, y que España aprovechará para poner de manifiesto el decidido compromiso por el cuidado, promoción y unidad del español. Un español que se escuchará con más fuerza en Europa bajo nuestra Presidencia.
España proyectará esta realidad que la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo expondrá al mundo y que una parte de Europa aún no conoce suficientemente. Haremos un nuevo llamamiento a nuestros socios del continente para que miren de frente a América Latina. Con una mirada constructiva, ilusionante, fraternal, permanente y que nos permita ver un horizonte de prosperidad compartida con vocación de permanencia del que se beneficien nuestros pueblos.