PLUMA INVITADA
En 2022 debemos afianzar la recuperación regional
Dos años después del inicio de la pandemia, 2022 comienza con señales esperanzadoras de recuperación económica luego de la peor caída en más de un siglo. Pero las cicatrices de la crisis aún están a la vista en América Latina y el Caribe. Borrarlas llevará tiempo y esfuerzo.
Aumentaron la pobreza y la desigualdad. El empleo se recuperó solo parcialmente. Y debido al enorme esfuerzo para mitigar los impactos de la pandemia, los Estados agotaron sus reservas fiscales y creció el endeudamiento.
La recuperación avanza. El PIB regional creció en 2021 un 6,7 %, por encima de los cálculos previos. Pero hay importantes desafíos.
Será primordial persistir en la vacunación. La región superó el 70 % de la población con al menos una dosis y de 60 % con vacunación completa, aunque con grandes variaciones entre países. Es crucial garantizar la distribución de las vacunas a toda la población y desterrar las dudas sobre su efectividad. Las cifras por ómicron son contundentes: entre 60 % y 80 % de los hospitalizados no habían sido vacunados.
Hay además cuatro áreas que demandarán esfuerzos y que, con las políticas correctas, pueden dar un impulso decisivo al crecimiento sostenible de la región.
' La crisis ha dejado secuelas, pero también oportunidades. Lo importante será aprovecharlas.
Carlos Felipe Jaramillo
En primer lugar, es urgente crear las condiciones para que las firmas mejoren su productividad e impulsen la creación de empleo. Un sector privado dinámico, integrado globalmente y que opera en un contexto de negocios favorable a la inversión puede generar oportunidades para muchos. Es clave impulsar la innovación y la competencia y eliminar barreras que impiden el desarrollo de las firmas.
Para ello la digitalización es crucial. El Banco Mundial impulsa proyectos de conectividad en el Caribe, América Central, Argentina, Colombia, Bolivia y Perú, donde además de promover la innovación tecnológica es imprescindible estimular la inclusión digital. En Guatemala, por ejemplo, apoyamos el desarrollo de tecnología digital útil para mejorar el acceso al mercado de mujeres que son pequeñas productoras agropecuarias.
Segundo, el nivel de endeudamiento es motivo de preocupación. Creció a 75,4% del PIB de la región. Es una cifra muy alta y será importante reducirla. Debemos pensar en cómo reducir la brecha entre ingresos y gastos públicos, haciendo un uso más eficiente de los recursos.
En tercer lugar, es urgente revertir las pérdidas educativas que provocó la pandemia. En las simulaciones más optimistas estas pérdidas podrían provocar una caída de al menos 10% en los ingresos futuros de los estudiantes de hoy. En México, Brasil, Colombia, Ecuador, Uruguay, Haití y El Salvador, entre otros, apoyamos programas para revertir las pérdidas educativas y fortalecer la capacidad institucional.
Por último, el cambio climático conduce a una catástrofe inexorable si no actuamos ya. La región tiene ahora la oportunidad de alinear su economía con la protección y el manejo sustentable del ambiente. Una recuperación más verde puede crear empleos y contribuir a un futuro más próspero, resiliente e inclusivo. Los jóvenes reclaman políticas más ecológicas, el uso de energías renovables, sistemas de transporte con bajas emisiones, el control de la deforestación y una mejor gestión de la biodiversidad.
Es una agenda amplia y ambiciosa pero necesaria, y desde el Banco Mundial apoyamos la descarbonización en Costa Rica, Colombia y República Dominicana, el desarrollo de hidrógeno verde en Chile, el desarrollo urbano resiliente en países de Centroamérica y la agricultura climáticamente inteligente en Uruguay.
La gran tarea del 2022 será consolidar la recuperación de la región y sentar las bases de un crecimiento más incluyente y verde. La crisis ha dejado secuelas, pero también oportunidades. Lo importante será aprovecharlas.