Algunas anécdotas íntimas de Miguel Ángel Asturias
Las cartas íntimas de Asturias constituyen un tesoro aún no publicado.
A Miguel Ángel Asturias le notificaron el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura el día de su cumpleaños, 19 de octubre de 1967. Por ello comentó que el Nobel, en toda su vida, había sido el mejor regalo de cumpleaños.
Las cartas íntimas de Asturias constituyen un tesoro aún no publicado.
La entrega tuvo lugar de manos del rey en Estocolmo el 10 de diciembre de ese año. Desde la creación del Premio Nobel de Literatura en 1901, hasta el día de hoy, solo 117 literatos de todo el mundo y de todas las culturas han accedido al galardón más codiciado por los escritores.
En una carta del 16 de noviembre de 1967, Miguel Ángel le escribe a su querido hermano Marco Antonio: “El 10 de diciembre es la entrega del premio. Yo quisiera que mandaras a decir ante Jesús de Candelaria, ese día 10, una misa solemne. Quizá hasta podrías hacer invitaciones, tú. Tú invitas para una misa solemne ante Jesús de Candelaria, celebrando la entrega del premio Nobel de Literatura 1967, a tu hermano Miguel Ángel Asturias. Mira cómo te las arreglas…”. Marco Antonio cumplió el encargo y la misa solemne de agradecimiento fue oficiada.
Un año antes, Miguel Ángel había viajado a su amada Guatemala para recoger las cartas credenciales de embajador en Francia, para presentarlas ante el presidente Charles de Gaulle. Con esta ocasión, cenando en casa presidencial con el amigo suyo y de la familia, Julio César Méndez Montenegro, a la que también invitaron a Marco Antonio, a su esposa María Teresa y a su hija de este nombre, de pronto se escuchó el estallido de una bomba. Julio César le dijo a su futuro embajador: “En su honor, Miguel Ángel”. Poco después, un miembro del Estado Mayor Presidencial le informó al presidente que había sido una bomba panfletera, hecha estallar por los guerrilleros en las cercanías del entonces Parque Centenario, sin causar ningún daño.
Con ocasión de este viaje, Miguel Ángel le dio los datos de su llegada a su hermano Marco Antonio y, como siempre decía que el corazón era traicionero, le pidió que en prevención tomara un tranquilizante. En carta del 17 de agosto de 1966 le escribe: “De Panamá saldremos a las 5 de la tarde y a las 6 de la tarde más o menos llegaremos a Guatemala. Esto me emociona. Sudo de pensarlo. No quiero que tú y la Teco se vayan a impresionar mucho a mi llegada. Sería bueno que se tomaran unas gotas de Coramina, antes de ir al aeropuerto. Son impresiones que se deben paliar un poco. Yo chuparé unas pastillas que venden por aquí y que también tienen Coramina, y lo mismo Blanca. Así no habrá pongón-pongón de corazón”.
Cuando preparaba su viaje, pidió a su cuñada María Teresa Montenegro que, durante su estancia, le prepara la comida típica que sabía que le gustaba, entre ella, los chiles rellenos.
Localmente, decía que quería retirarse a la Antigua Guatemala en una casa que tuviera fuente, cafetal y espanto.
En una ocasión, corrió la noticia de que el premio Nobel Asturias podría aceptar una candidatura presidencial. Miguel Ángel le dice a su hermano que no se preocupe: “Por supuesto que esto no tiene más interés que el Premio Nobel es siempre noticia, y así mejor, pues no se olvidan de uno. Hay que tomarlo, desde luego, como un simple ejercicio periodístico, y nada más, aunque hay personas que, vieras, le hablan a uno en serio. Son divertidos. Por fortuna que nosotros jamás tuvimos el virus político. No nos interesó ni nos quitó el sueño.” (Carta del 10 de mayo de 1972)
Entre los dos hermanos siempre hubo fraternidad y camaradería, nunca hubo un sí o un no. Consideraban que entre ambos había cierta telepatía. Miguel Ángel decía que eran inmortales. En otra ocasión, que estaban unidos en la vida y unidos en la muerte. Las cartas a su hermano son un tesoro que en el futuro se publicarán.