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Otra elección importante para el país
Se acerca la elección del contralor General de Cuentas, un evento muy importante para el país porque es una de las instituciones técnicas que participa en el desarrollo de investigaciones para sustentar el trabajo de la Cicig y el MP para combatir la corrupción.
Porque hasta hoy, muy lejos de las expectativas, el trabajo de la Contraloría General de Cuentas (CGC) ha sido opaco y contrario al papel protagónico que debería jugar en la lucha contra la corrupción.
El Congreso ya ha convocado a los rectores, decanos de las universidades y representantes del colegio correspondiente, para designar a sus representantes y así integrar la comisión postuladora, por lo que ahora la sociedad debe vigilar de cerca todo el proceso.
Esta elección debe observarse con lupa, y aunque el actual contralor general, Carlos Mencos, no se postulará, porque se lo prohíbe la Constitución, y ha dicho que no apoyará a ningún candidato, la realidad es muy diferente, es claro que son muchos los intereses que se mueven en esa entidad y es factible que intentará colocar un contralor que dé continuidad a su gestión por razones obvias.
Se supone que la Contraloría debería garantizar el buen uso del gasto público, pero hasta hoy ha permanecido ajena a su mandato constitucional; y para el imaginario colectivo, el contralor es concebido solo como una figura decorativa, pero además oscura y perversa, que actúa o se hace de la vista gorda dependiendo de sus intereses personales.
¿Acaso es normal que la prensa tenga que hacer investigaciones sobre corrupción, para que despierte y reaccione la Contraloría General de Cuentas? Porque hasta ahora, si no fuera por los medios que han denunciado anomalías en el gasto público, nadie se hubiese enterado de los escándalos de corrupción que han envuelto a muchos funcionarios.
Se supone que ellos deberían estar chequeando constantemente cómo se ejecuta el gasto público de manera espontánea, pero la investigación se inicia porque la corrupción es evidenciada en las publicaciones y a la CGC no le queda otra más que actuar.
El perfil del CPA que ocupe el puesto de Contralor General, además de tener la capacidad intelectual y estudios que se requieren, debe ser una persona honesta y proactiva, capaz de romper con el continuismo de más de 25 años que ha permanecido en esa institución, capaz de sacudirse a personas que están enquistadas y aferradas a sus puestos, formando grandes clanes que han tenido cooptada a esa entidad sin permitir ningún cambio que beneficie al país.
Las actitudes del Contralor deberían estar enmarcadas dentro de un código de ética de alto nivel, moralidad, independencia y trasparencia, porque esto será determinante para la persecución de actos de corrupción de todas las instituciones del Estado.
Es necesario promover un cambio generacional de ideas y personas, exigiendo honradez, excelencia y respeto por el ejercicio profesional. Se necesita sangre nueva, capaz de inyectarle a esa institución la fuerza de la fiscalización.
La academia debería ser una reserva moral que actúe con dignidad y respeto en el ámbito profesional, para empezar a transformar el sistema. La Comisión Postuladora debe entender que su papel es realmente histórico y trascendente; por eso apelamos a los valores y al amor por Guatemala, para que no pongan en juego su prestigio y dignidad. Estando conscientes de que deben elegir a los mejores candidatos y que representen verdaderamente un cambio para la Contraloría de Cuentas.
En octubre del 2018 el Congreso deberá elegir entre una nómina de seis candidatos al próximo contralor. El proceso debe vigilarse minuciosamente, para lo cual debe ser público, razonado y directo.
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