PUNTO DE ENCUENTRO
Otra banda descontrolada
Los desmanes del gobierno del Partido Patriota eran difíciles de superar. Las declaraciones de la exvicepresidenta Roxana Baldetti también. A tal grado llegó su cinismo y su desfachatez, que cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos admitió una medida cautelar para proteger a las y los pacientes del Hospital Federico Mora que sufrían todo tipo de vejámenes, ella montó en cólera y dijo que seguramente no conocían el lugar porque éste era “rebonito”.
Ni hablar de la referencia a su honradez, sustentando sus afirmaciones en aquel penoso “se los juro por la vida de mi madre que está muerta” o su excusa sobre por qué no pudo avisarle a Juan Carlos Monzón que había una orden de captura en su contra: cómo iba ella a saberlo, si “cuando aquí es de día, allá es de noche”. Todas célebres frases dignas de una doctora honoris causa.
La animadversión ciudadana contra los patrioteros llegó a tal punto, que hasta quienes votaron por ellos/as se unieron a las movilizaciones con pancartas en las que hacían un mea culpa y pedían disculpas por su pifia en aquel proceso electoral.
Después de aquello, era difícil imaginar que en el siguiente gobierno se repitieran los mismos vicios e idénticos desmanes de los funcionarios/as. Menos aún que se emulara y, por momentos, se superara el cinismo de Baldetti y su desprecio por el dolor ajeno. Pero ya ven ustedes, en este país en el que se ven muertos acarrear basura, la memoria de los políticos es inexistente y la banda del gobierno de turno —con Jimmy Morales a la cabeza— ha demostrado que todo se puede superar.
La canciller Sandra Jovel le disputa al señor Morales el primer lugar en las declaraciones cínicas y sinsentido. De cerca le siguen el ministro de Ambiente que no tuvo empacho en admitir su desconocimiento total sobre la materia de la que se ocupa su cartera, y, pisándole los talones, el vocero presidencial, Heinz Heimman, que ahora dice que siempre no es vocero, sino “facilitador de información”.
Pero volviendo a la tragedia y a las declaraciones de Jovel, qué clase de cabeza y qué corazón duro hay que tener para despreciar el dolor que están sufriendo miles de familias que lo perdieron todo y soltar con total desparpajo que no hay que “llorar sobre la leche derramada”, para justificar la inoperancia del gobierno de facilitar la entrada de ayuda internacional.
No es leche la que se derramó, señora canciller, son cientos si no miles de vidas de guatemaltecos/as las que se perdieron por los gases tóxicos y las correntadas de la lava, piedras y lodo que los sepultaron porque, entre otras cosas, la institución que debería encargarse de prevenir y reducir los desastres está en manos de incompetentes. Nada se aprendió de la tragedia del Hogar “seguro” donde 40 jovencitas murieron quemadas, entre otras cosas, porque los funcionarios encargados de atenderles no tenían la más remota idea de qué significan las palabras “vulnerabilidad, derechos y protección”.
¿Pero qué otra cosa puede esperarse de una banda descontrolada de funcionarios que solamente está tratando de salvar su pellejo? Como si fuera un replay ahí están otra vez los doctorados honoris causa, los viajes y gastos pagados con nuestros impuestos —incluyendo anteojos y entradas al cine—, la seguridad ciudadana en manos de militares y de chafas aspiracionales, y los intentos por frenar la lucha contra la corrupción vía “comisiones” que evalúen el mandato de la Cicig.
Ya en la movilización del sábado empezaron a verse las pancartas con los mea culpa y los memes de Baldetti con la cara de la canciller. No sé ustedes, pero esta peli yo ya la vi.
@MarielosMonzon