MACROSCOPIO
Minorías aplastan a las mayorías
Allá por los años setenta, cuando la guerrilla tenía sus brazos laborales, por medio de sindicatos cuyo único objetivo era destruir las empresas y acabar con miles de fuentes de trabajo, veíamos cómo un grupo de pocas personas lograban sus objetivos en contra de la voluntad de la mayoría de trabajadores, los que, por su vocación pacifista y de trabajo, no eran capaces de enfrentar al reducido grupo de sindicalistas agresivos y violentos. Hoy, cuarenta años después, la historia se repite y grupúsculos con buena cantidad de financiamiento proveniente del extranjero y de los millones que genera el robo de corriente eléctrica se dan el lujo de paralizar actividades agrícolas, industriales, mineras y de generación eléctrica.
Todas esas organizaciones que destrozan el empleo, que odian al sector productivo, que están en contra de la libre empresa, que no respetan la propiedad privada, que se oponen a la inversión extranjera y a la local, que irrespetan los derechos humanos, el derecho a la libre locomoción y hasta la vida misma, siguen su demoledor avance hacia la recesión. Como ya lo denunciaron autoridades como organizaciones de estudio y hasta la misma academia, del 4% bajamos al 2.9%.
Fuera de la gente pagada que movilizan para sus propósitos, ¿habrán alguna vez generado un empleo? No. Sencillamente han eliminado empleos.
Los daños causados a empresarios y comunidades son de montos exorbitantes. ¿Algún día resarcirán a sus víctimas principales, que son los trabajadores?
Miles de familias esperaban que a sus hogares llegara el dinero para el sustento diario, producto de meses de esfuerzo para obtener los réditos de sus cosechas, pero no fue así, a la mesa no llegó lo necesario para satisfacer los tres tiempos de comida, pues verduras, frutas y otros perecederos permanecieron durante horas de bloqueo bajo el ardiente sol.
Recientemente leía un libro, La larga búsqueda de la prosperidad, de Justin Yi Fu Lin, en donde describe cómo las economías de los países en desarrollo pueden despegar y entre otros factores el más importante es el capital humano, la cantidad de conocimientos que se adquieran a través de la educación, pero aquí tenemos a otros socios de retraso, empezando por el bajo nivel que las escuelas públicas ofrecen, gracias a un sindicalismo que cada día trabaja menos y exige más, y continuando con una universidad estatal que se mantiene entre huelgas y protestas, demeritando la calidad académica. Se suman a ello las universidades de cartón, cuyos egresados dejan mucho que desear.
¿Cómo entonces podremos decir que tendremos una riqueza de capital humano?
Por supuesto, todas las otras condiciones que la Constitución garantiza sobre propiedad, producción y estado de Derecho están allí como condiciones, sine quanon.
Aquí vemos una clara violación de los derechos humanos de las mayorías, mayorías que no tienen los fondos para enfrentar a los millonarios financiamientos que obtienen los desestabilizadores, que son la minoría, prueba contundente, los resultados en las elecciones.
Esta semana, AIN (Ayuda de la Iglesia Noruega) presentó el libro 40 años en Guatemala, que es un resumen histórico de lo que dicen dar por medio de programas de reconstrucción, convivencia, tejido social y acercamiento de las minorías a la reivindicación de sus derechos. ¿Y la reivindicación de los derechos de las mayorías? Dicen que Noruega fue fundamental para la firma de los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, pero la realidad es que no los vemos mediando entre las partes que siguen enfrentadas y que actualmente siguen el conflicto por otras vías. Minorías que aplastan a las mayorías.
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