EDITORIAL
Los tránsfugas vuelven a la carga
El diputado Fernando Linares Beltranena avanza en forma acelerada a convertirse en el más impresentable de la actual legislatura y sus disparates lo hacen aparecer como uno de los menos consistentes, menos identificados en la lucha contra la corrupción y más bien como un testaferro de oscuros financistas, dispuestos a pagar un cabildeo en Estados Unidos para menoscabar la imagen del Ministerio Público, de la Cicig y del embajador de ese país.
Todo eso no le ha bastado al peculiar congresista y su más reciente aberración es proponer que se abran de nuevo las compuertas al transfuguismo, para permitir otra vez el tráfico de curules al mejor postor, práctica que representa con mayor claridad el manejo perverso que muchos diputados electos le dan al nombramiento conferido por el pueblo.
Linares pretende que se levanten las restricciones a quienes una vez más quieran cambiar de bandería política, porque es obvio que en las actuales circunstancias se agotan los espacios para transar la investidura legislativa, de por sí cuestionada por la forma de elección por medio de listas, ante las cuales el ciudadano prácticamente vota a ciegas, pues de conocer la calaña de ciertos políticos no tendrían lugar alguno en la función de dignatarios de la Nación.
El Partido de Avanzada Nacional ya comunicó que no avala la postura de Linares Beltranena, en una abierta decisión de rechazo y de separarse de quien en vez de apoyar los esfuerzos contra el expolio público ha hecho todo lo contrario y más bien se coloca del lado oscuro de la historia.
Tal intentona podría ser también una estrategia para desviar la atención sobre el grave asunto que pesa sobre Linares y otros tres diputados que promovieron un cabildeo cuya legalidad está en duda, no solo por la forma y los fines con los cuales se ejecutó, sino debido a que todavía es un misterio de dónde provino el financiamiento, por lo cual incluso podría llegar a tipificarse una figura delictiva.
De hecho, la cúpula del PAN exige al diputado Linares que revele la identidad de los financistas, algo a lo cual seguramente su representante se resistirá, ya sea porque las intenciones de tales donantes no sean las más rectas o bien porque exista otro tipo de compromisos, lo cual ya es francamente preocupante, puesto que lleva a preguntar en manos de quién se encuentra la propuesta y elaboración de leyes en Guatemala.
En un país con una patética ausencia de liderazgo en los principales estamentos de poder, resulta lamentable que dignatarios de la Nación insistan en acomodar el sistema en exclusivo beneficio de sus mezquinos intereses, cuando las cárceles están saturadas de maleantes de todo tipo, pero sobre todo de aquellos que en nombre del pueblo llegaron al poder, simplemente para burlar su voluntad y abusar de su alta investidura para incurrir en la más deplorable rapiña del erario.
En todo caso, la oficiosa oposición que este diputado hace al fortalecimiento de la justicia solo deja en claro que es representante de cualquier cosa, menos del noble pueblo de Guatemala, cansado de las prácticas corruptas del pasado y que una vez más se ve burlado por quienes prometieron cambios a un modelo insostenible.