ALEPH
Los necios de la esperanza
Siempre me ha llamado la atención el hecho de que los ladrones que entran a las casas a robar, aun los más sofisticados, jamás roben libros. A lo mejor es porque intuyen que lo indispensable no tiene precio. O porque piensan que esos objetos empolvados, misteriosos y llenos de símbolos, solo sirven para adornar bibliotecas y mesas de noche. O quizás es porque saben que su valor en el mercado no mueve significativamente las cifras de ninguna bolsa de valores.
Sin embargo, cuando veo un libro en las manos de una niña o de un niño me devuelvo a la esperanza. Cuando hablo con gente que contiene mundos dentro de sí, no solo porque ha vivido su vida con la conciencia despierta, sino porque ha leído libros que le han llevado a otros tiempos, a otros territorios, a otras formas de pensar, siento que la especie humana no está del todo perdida. Cuando veo que la cultura del libro florece en una Guatemala que nos avergüenza profundamente como humanos, por realidades que no viene al caso nombrar, siento que el futuro es hoy.
Un libro, en las manos de cualquier guatemalteco o guatemalteca, no es solo un objeto que nos saca de las cavernas, es ese algo cargado de resistencia y futuro. Algo tan cotidiano como leer es, en Guatemala, aún un atrevimiento y un dios desconocido para miles de personas. Y aunque los debates sobre el libro como objeto han sido superados en cientos de países para darle paso a otros sobre los libros electrónicos y las maneras de comunicarnos en los tiempos de los organismos cibernéticos (cyborgs) que se avecinan, en buena parte de Guatemala los libros aún se consideran artículos de lujo.
Así, llegamos a la edición número catorce de la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua). Contra viento y marea, sus organizadores la han sacado (afortunadamante) del Parque de la Industria, que queda como tema para otro artículo, y la han llevado —por primera vez— a Forum Majadas, generando una expectativa grande sobre esta nueva posibilidad. Como invitado especial, el Premio Nobel de Literatura 1967, Miguel Ángel Asturias; como escritora homenajeada, la helenista de helenistas, Margarita Carrera. Por 10 días tendremos Filgua, y se puede consultar el programa, por cierto muy bien pensado y estructurado, en www.Filgua.com.
Me ha sorprendido cuánta cobertura mediática ha tenido esta Filgua, y eso que aún no llega. También he leído comentarios en las redes como “mi hija y yo queremos que ya llegue Filgua, tenemos las mochilas listas”; “será el millón de quetzales mejor gastados del presupuesto 2017”; “las mujeres estaremos en la Filgua” o “Revancha de los NERDS: Qué emoción leer programa de @FILGuatemala. No se lo pierdan”. Una de las cosas que hay que decir, y muy recio, es que el Ministerio de Cultura actual ha apoyado a cuanta iniciativa sobre libros, editores, cultura, artes escénicas, tradiciones, música, patrimonio y otras, ha podido. La Filgua no es la excepción, y a eso se refiere quien dice que será el millón de quetzales mejor gastados del presupuesto nacional. Me sumo a reconocer las cosas que se hacen bien.
Por otra parte, quiero creer que lo sucedido en el 2015 tuvo eco en esta nueva ciudadanía sedienta de conocer y participar, en estos espacios culturales y dialógicos que se abren. En este presente que, día a día, se hace futuro. Y no me digan que la niñez y la juventud no leen, porque no les creo. Les he visto volver a la palabra. Al final, somos seres en relación, reconociendo a nuestros semejantes de todos los tiempos; somos solo eso, los tercos de la esperanza que la palabra nombra y hace existir. Nos vemos en la Filgua 2017.
cescobarsarti@gmail.com