CON OTRA MIRADA
Los libros y Filgua
La Ley del Fomento del Libro de 1989 los reconoce como bienes espirituales de la nación. Establece que la finalidad del Estado es crear un sistema de apoyo a las editoriales; crea el Consejo Nacional del Libro, asegura una oferta variada y la promoción de bibliotecas. Sabemos que nada de eso ha sucedido.
Guatemala no deja de ser un país en el que el asombro es la norma en prácticamente cualquier ámbito. Su espectacular naturaleza, con una cadena de 27 volcanes de los que al menos tres están en constante y amenazante actividad, hacen del paisaje nuestra más impresionante carta de presentación. En asuntos políticos, en abril del año pasado conocimos sobre estructuras del mal montadas para estafar al Estado desde el Estado mismo, con la convivencia de poderes económicos, industriales y sindicales; es decir, la sociedad incluida en claro detrimento de servicios esenciales como la salud, seguridad y educación.
En este último, sindicalistas que coparon los puestos de liderazgo con el fin de alcanzar personales cuotas de poder político, ajenas a los intereses de tan importante gremio, provocaron que la educación sea de las más rezagadas del continente, manteniéndonos anegados en un vergonzoso porcentaje de analfabetismo. No siempre fue así. Ha habido mejores periodos que permitieron el florecimiento de pensadores, músicos, arquitectos, científicos, inventores, artistas, escritores y poetas. Tan es así, que en 1967 Miguel Ángel Asturias recibió el Premio Nobel de Literatura.
Paradójicamente junto a él existe una pléyade de escritores de diferentes generaciones, quienes de manera continua producen rica obra literaria, dispar a nuestra realidad, dada la ausencia del Estado, más allá de la legislación creada.
Así las cosas, en el año 2000 un grupo de soñadores aglutinados en la Gremial de Editores de Guatemala —GEG— realizó la I Feria Internacional del libro en Guatemala -Filgua- con carácter bienal; a partir de 2008 fue anual. Su idea fue promover y dar vida a esos objetos, extraños para la gran mayoría, que encierran mundos desconocidos que solo su lectura sacará a luz, despertando e iluminando la imaginación y provocando las consecuencias positivas que los libros ejercen en el desarrollo y la cultura de la sociedad.
La tarea es grande y el reto provocador. Entre sus resultados se espera establecer un Sistema Nacional de Creadores y que el Estado emita la Ley de Fomento a la Industria Editorial Independiente; habrá de incluir exenciones fiscales y subsidios para la adquisición masiva de libros para las escuelas públicas.
Sería bueno revisar los curricula de estudios, particularmente en cuanto a literatura nacional e historia. En la primera, ampliar el contenido a sus autores y en la segunda, a los hechos recientes, abarcando nuestra contemporaneidad. Es decir, lo sucedido a partir de 1954, los 36 años de guerra interna y la firma de la paz a fin de no volver a tropezar con la misma piedra.
La XIII Feria, en estos días en su apogeo, está dedicada al prolífero sociólogo Edelberto Torres Rivas.
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