DE MIS NOTAS

Los aires fríos de enero

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Un enero con fríos intensos y aires de alta crispación política se inició en el 2018. El tema del combate de la impunidad prosigue su hoja de ruta, reducida, para lamentos de unos y alegría de otros, a aforismos simplistas de “pacto de corruptos, etcétera…” Viene a colación el aforismo de Gustave Flaubert cuando dice:  “El futuro nos tortura, el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos escapa el presente”.

Y por ahí vamos. Nos envuelve un “ni para atrás ni para adelante”, quizás más para atrás… y un futuro incierto. Con tantos grises permeando los tres poderes del Estado, sus funcionarios y a la clase política como un todo, hay poco espacio de gobernabilidad en el mediato plazo.

Con esa pesada carga encaramos la actual coyuntura política: Una junta directiva a la cual le han interpuesto un amparo ante una Corte de Constitucionalidad con un récord de decisiones controvertidas. Cualquier cosa puede salir de ahí. La juramentación de los comisionados de postulación para la elección del fiscal general que abre un ring de alta conflictividad, especialmente por la utilización de grupos contestatarios de choque. Ojalá que esos comisionados le pongan más atención a la experiencia concreta y a la trayectoria profesional de los candidatos que a los doctorados de becas doradas. Y por último, una silla aún vacía en la SAT con la cuestionada salida del exsuperintendente Foppa de la misma. Y los escándalos de siempre de relojitos y masajes siliconeados que minan el liderazgo del presidente en medio de un contexto político muy vulnerable para él.

En medio de todo esto, el entorno para atraer inversión y generar empleo anda por los suelos. La Corte lleva más de tres meses sin responder al amparo de Calas contra la minera San Rafael. La empresa ya ha tenido que despedir a 250 empleados, con sus consecuencias para la economía local. Los mensajes llegan a Wall Street. Y aquí parece como si nada hubiese pasado.

Pero el futuro económico es mucho más peligroso, según CABI. La fuga de industrias y empresas chapinas a México es algo nunca visto en magnitud. Y aquí se siguen tratando los temas de salario y tipo de cambio como tabú”. Escriben.

¿Y qué les ofrece México? Un peso devaluado, aunque últimamente subió casi 6 por ciento. Un salario mínimo más bajo que el de Guatemala, que desde hace años está calculado en una canasta básica inflada con métricas erróneas por el INE. Una infraestructura de primera —la antítesis de ese cráter lunar dejado por la constructora Odebrecht de este lado del río—. Una mano de obra abundante y calificada, y lo mejor para ellos —y lo peor para nosotros—: una frontera completamente porosa, con más de 139 puntos ciegos para el paso de contrabando que el año pasado superaron los 16 mil millones, según cálculos de la Cámara de Industria.

El contrabando no paga impuestos, ni IVA, y en muchos casos ni siquiera mordida. Sucede a plena luz del día y sin ninguna intervención de la Policía o la SAT. ¿Se pregunta uno cuáles serán las causas…? Es una condena a muerte de las empresas nacionales que tienen que pagar impuestos y, por supuesto, integrarlos al precio del consumidor.

Ahora entendemos por qué muchas empresas se están trasladando a Chiapas y alrededores. Les sale más barato que producir de este lado del río revuelto, convulso, oneroso del suelo patrio.

Qué lamentable que estemos llegando a estos finales sin retorno. Y entonces vendrán las rasgaduras y los gritos de desesperación, y las promesas de tarima politiquera, y todo quedará igual o peor que esta leyenda macondiana envuelta en la intriga de los corruptos, los corruptibles, los que viven de combatirla y no quieren que termine, y los pobres chapines cada día más pobres.

Jodidos estamos…

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.