LIBERAL SIN NEO

Le han hecho un favor

El contraste de blanco y negro tiene una larga tradición de uso metafórico; luz y oscuridad, día y noche, magia blanca y negra. Tanto en la civilización occidental como en el Confucianismo de oriente, el contraste de blanco y negro simboliza la dicotomía moral entre el bien y el mal. Al pensamiento blanco y negro se le conoce como el falso dilema, falsa dicotomía o falacia de la alternativa falsa. La falsa dicotomía del pensamiento blanco y negro, por ejemplo, es argumentar que lo que no es bueno es malo, o a la inversa, lo que no es malo, es bueno.

La falsa dicotomía sería aplicable al intento de golpe de Estado en Turquía, que perseguía derrocar al presidente Recep Tayyip Erdogan. Opinar que el intento de golpe sería “malo” no implica que Erdogan sea “bueno”, y a la inversa, de opinar que Erdogan es “malo” no necesariamente lleva a la conclusión de que el golpe fue “bueno”. En mi opinión, el golpe no está bien, pero sí sería bueno que se fuera Recep Tayiip Erdogan. El golpe fracasó, Erdogan lo sobrevivió y emergerá fortalecido. Ya fueron detenidos 103 generales y almirantes, despedidos nueve mil policías y suspendidos seis mil elementos del Ejército. También fueron suspendidos tres mil jueces, aprovechando la crisis para dar una estocada mortal a un poder judicial que ya estaba siendo aplastado y alineado por Erdogan.

Se le atribuye a W. Churchill el adagio de “nunca dejes que se desperdicie una buena crisis”, de aplicación común a estados de crisis que pueden ser explotadas para avanzar agendas políticas. Este es el caso del presidente de Turquía, quien aprovechará la crisis para consolidar su poder, eliminar cualquier vestigio de oposición política y avanzar su agenda islamista. Le han hecho un favor.

El moderno estado de Turquía se edificó sobre las cenizas del Imperio Otomán, que terminó de desintegrarse al cierre de la Primera Guerra Mundial. Se le atribuye a Mustafa Kemal “Ataturk”, como su primer presidente, haber embarcado al país en una serie de reformas políticas, económicas y culturales, transformando el califato islámico del Imperio Otomán en una democracia republicana laica. La República de Turquía mantuvo su carácter laico cerca de un siglo —hasta la llegada de Recep Tayiip Erdogan. Desde su llegada al poder, a veces con sutileza y otras de forma represiva y violenta, Erdogan ha debilitado a la oposición política y a la prensa independiente, asaltando el poder judicial y solidificando su popularidad con la población conservadora islámica.

Erdogan llegó al poder en 2002, al ser elegido Primer Ministro, la principal posición de poder ejecutivo en Turquía. La Constitución no le permitía otro período, por lo que en 2014 fue electo presidente, una posición ceremonial sin poder. A partir de allí, ha impulsado cambios constitucionales para retirar los poderes al Primer Ministro y concentrarlos en la Presidencia, posición que él ocupa. Estas maniobras políticas caracterizan a las dictaduras plebiscitarias, en el mejor estilo de Vladimir Putin y Hugo Chávez. A diferencia de Chávez, Erdogan no se inclina hacia el socialismo del siglo XXI, sino hacia el islamismo. Tanto el socialismo del siglo XXI como el islamismo son ideologías excluyentes, mesiánicas, exigidas por la historia o por el cielo, y absolutamente intolerantes de la oposición política y la alternabilidad en el poder.

En el fondo, lo que se decanta en este estratégico país es un péndulo entre una Turquía más republicana, democrática, laica y occidental, y otra más asiática, oriental, teocrática e islámica. Al parecer, privará lo segundo y habrá Erdogan para rato.

fritzmthomas@gmail.com

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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