LIBERAL SIN NEO
La turba como instrumento
La palabra incentivo es importante en las ciencias sociales, es un eje para la comprensión de la acción humana. Identifica lo que motiva a las personas a actuar de determinada manera, aquello que induce e impulsa. ¿Qué es lo que incentiva, motiva e impulsa, a guatemaltecos, salvadoreños y hondureños a migrar hacia EE. UU.? En general, la causa principal es una profunda insatisfacción con las oportunidades y estado de vida actual de muchas personas en estos países, frente al anhelo de encontrar oportunidades para una vida mejor en el país del Norte.
Cuando el gobierno de Obama anunció que EE. UU. no deportaría automáticamente a menores no acompañados que cruzaran su frontera, esto creó el incentivo para que migraran decenas de miles de menores, creando una nueva línea de negocio para los coyotes. Luego de que un juez en EE. UU. sentenció que las autoridades migratorias no podían separar a familias que ingresaran ilegalmente, rápidamente explotó la migración de grupos familiares, otra línea de negocio explotada por los coyotes. Al cruzar la frontera, los migrantes saben que la mejor táctica es ser capturados y han sido instruidos sobre lo que deben decir: soy víctima. Las autoridades los detendrán y pronto los dejarán libres, con la advertencia de presentarse a una cita con un juez, en un día lejano, cosa que no harán. La nueva modalidad es la caravana, un problema muy complejo de resolver, pues la turba pone a niños y mujeres al frente, cada víctima favorece su causa y los medios se prestarán para darle alta cobertura. Si la turba funcionó para que millones de migrantes de Medio Oriente ingresaran a Europa, funcionará para que Centroamericanos ingresen a EE. UU.
¿Qué motivó la caravana o turba de hondureños que se dirigen hacia EE. UU., que empezó con cerca de dos mil personas y ahora se compone de seis o siete mil? Hay que ser muy ingenuo para pensar que este es un fenómeno espontáneo, que “de repente y sin explicación” se juntaron miles de personas para marcharse de manera coordinada y conjunta de Honduras para emprender camino hacia EE. UU. Circulan varias teorías. Fue planeado por la oposición hondureña, es financiado por George Soros y otras ONG, está infiltrado por las maras y el narco, es una maniobra del Partido Demócrata de EE. UU. para causarle una crisis a Trump a las puertas de elecciones legislativas, es una estrategia de los propios republicanos para alarmar al electorado sensible al tema migratorio, o todos los anteriores.
De lo que no cabe duda es de que esta caravana de migrantes es instrumento de agendas políticas, culturales y comerciales. Son víctimas en todo el sentido de la palabra, pues están siendo usados para los fines propios de quienes manipulan el proceso. Mientras que los medios se concentran en entrevistas y reportajes que resaltan el sufrimiento y agonía de personas y casos particulares, han hecho muy poco por investigar y exponer a los organizadores y financistas de esta caravana.
Si la caravana tiene éxito relativo y dos, cuatro o seis mil personas logran ingresar a Estados Unidos, sentará un precedente y creará incentivos poderosos. Hay que viajar en caravana. La próxima sería de diez mil personas y la siguiente quizás de veinte mil. Esto no es sostenible y será la fuente de mucho conflicto. Una encuesta reciente de Gallup reveló que cerca de 178 millones de personas en Latinoamérica quisieran marcharse a vivir en Estados Unidos. Más allá de la teoría y las ideologías, las corrientes migratorias hablan con una sola voz sobre lo que funciona y lo que no, sobre qué tipo de sociedad anhelan las personas.
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