PLUMA INVITADA
La ruta hacia El Salvador es patética
Desde mi punto de vista, considero que es inconcebible que la ruta internacional Guatemala/El Salvador continúe en total abandono y con una planificación de carretera internacional de lo más deplorable.
Hace 40 años que esta ruta está en constantes construcciones y reparaciones que no terminan nunca y además sin proyección alguna hacia el futuro. Cómo es posible que existen tramos de cuatro, tres y dos vías, en un recorrido de 120 kilómetros, algunos de los cuales fueron pavimentados y otros asfaltados sin tener una continuidad lógica. Por otro lado, en puntos de la carretera donde hay pueblos, estos cierran el paso de vehículos por un sinnúmero de comercios, talleres y autos chocados, como el caso de Barberena, Los Esclavos, Oratorio Sta. Rosa y entrada a Cuilapa. Existen tramos que dan lástima, por la falta de una buena proyección de ingeniería, que resultan ser muros altos de tierra, sin los deslaves adecuados, y suceden accidentes durante el periodo de invierno, debidos a deslizamientos de tierra y rocas de la montaña.
También están los conocidísimos túmulos, en gran cantidad y sin buena señalización, lo que representa peligro porque no están pintados con pintura fosforescente para visualizarse cuando es de noche, y durante el día la sombra de los árboles los hacen invisibles. Estos no debieran existir en una ruta internacional que debe estar totalmente libre para el paso de vehículos. De hacerse necesario el paso peatonal, debieran construirse pasarelas, para evitar que todos los automotores que van a El Salvador tengan que bajar la velocidad.
El paso por Jalpatagua es un viacrucis, donde se esquiva infinidad de baches, ya que el asfalto lo hace totalmente intransitable, por haberse colocado hace muchas décadas; sin mantenimiento continuo y probablemente construido con material de dudosa calidad. Es importante señalar que todo el camino está lleno de envases de bebidas, basura y objetos que nuestros conciudadanos tiran por las ventanas de los automotores.
El paso de la frontera también ha permanecido por años en total abandono; las instalaciones deben desaparecer y debe construirse un edificio bien planeado, para la atención de las personas que transitan por esta vía; mejorar los sanitarios, que son una verdadera repugnancia y van en contra de los derechos de cualquier humano. Las autoridades piensan que las necesidades fisiológicas son innecesarias y para satisfacerlas deben tomarse otros sitios.
El puente fronterizo es sumamente angosto y ridículo y no ha sido mejorado por varias generaciones de ministros y gobiernos. Ocurre, en cambio, que llegando a la frontera de El Salvador se encuentra una carretera amplia, bien construida, y el recorrido toma de una hora y media a dos horas para llegar a San Salvador.
De manera que el mensaje que nos deja esta vía es que somos un país de las improvisaciones.