CATALEJO
La profética poesía de Batres Montúfar
Estas duras y tristes palabras, del gran poeta chapín José Batres Montúfar, fueron escritas alrededor de 1840, cinco años antes de morir, en 1845, y apenas 24 después del 15 de septiembre de 1821, fecha de la separación de España. Pudieron haber sido escritas ayer. Han pasado 177 años; seguimos en lo mismo. ¿Podemos celebrar una independencia inexistente, como lo prueba la vergonzosa necesidad de una Cicig, atacada y defendida desde posiciones simplistas, dicotómicas, estultas y tercas de los bandos en disputa. Un ejemplo de absurdidad es la frase “faltar el respeto a un presidente es faltárselo a todo un país”, porque implica una trasnochada mentalidad monárquica actual de la comuna capitalina, en una grotesca versión tropical de “el Estado soy yo”, en una absurda versión de “el Estado es él, porque ya lo fui yo”. Francamente, es un elemento del famoso realismo mágico asturiano convertido en hechizo maligno.
¿Podemos celebrar una independencia inexistente, como lo prueban la vergonzosa necesidad de una Cicig, atacada y defendida desde posiciones simplistas, dicotómicas, en las cuales la estulticia y la terquedad son las banderas de ambos bandos? Escuché una frase rayana en lo increíble, aunque quien la pronunció no quiso darse cuenta, o no pudo: “faltar el respeto a un presidente es faltárselo a todo un país”, proveniente de una trasnochada mentalidad monárquica entronizada en la comuna capitalina, gracias a una grotesca versión tropical de “el Estado soy yo”, en la forma de “el estado es él, porque ya lo fui yo”.
La manipulación religiosa es ahora “no católica”. Son un atraso las invocaciones públicas y lagrimeos del mandatario, en reuniones de proselitismo espiritual, porque el Estado guatemalteco es laico desde 1871 y porque desde 1982 se inició un repunte, ejemplificado con Ríos Montt, Serrano y, ahora, Morales. La falsa dicotomía “Jimmy, bueno; Iván, malo”, o viceversa, se traslada: estar con o en contra de ellos y de calificar de infalible a quien se considera mejor o menos malo. Estas son las condiciones objetivas reinantes en el mes de la separación de España, en realidad no coincidente con el nacimiento de Guatemala como nación, lo cual ocurrió en 1847, hace 170 años.
Otra razón para no tener ánimos la constituye el engaño a las nuevas generaciones. Celebrar la independencia, se les dice, es participar en desfiles (en cuya preparación se desperdicia tiempo) o en carreras de antorchas. No podrá haber independencia sin responsabilidad en la participación política, en el manejo limpio de las finanzas, ni conciencia de la necesaria solidaridad, en su sentido real, no como de manera burlesca fue utilizado entre el 2008 y el 2012. Todo ello lleva a no sentir deseos de celebración, sobre todo porque el desinterés mayoritario es la más fuerte causa de la continuidad de la dependencia del país. Peor y más triste aún: así seguiremos mientras reinen la inmoralidad y el abuso de poder.