CON NOMBRE PROPIO

La legitimidad del poder

|

El exdirector del FBI, señor James Comey, publicó sus escritos autobiográficos y así salió a luz un libro titulado A Higher Loyalty, que en una traducción libre significa La más alta lealtad.

En este libro, a la mejor usanza gringa cargada de escándalos y apoyo promocional, el señor Comey llega a una conclusión grotesca en encuentros con la prensa: El señor Trump está moralmente incapacitado para el cargo.

Según notas de prensa, Comey afirma que el hombre más poderoso del mundo no hace diferencia entre sus intereses personales y los institucionales de su presidencia. Para él todo es lo mismo. En tres palabras y sacando conclusión propia, se cree rey.

Michiko Kakutani, ayer, en el New York Times, señaló: “Décadas antes de dirigir la investigación del FBI sobre si existió colusión de los miembros de la campaña de Trump con Rusia para influir en la elección de 2016, Comey era un fiscal que ayudó a desmantelar a la familia Gambino y, en este libro, no duda en hacer una analogía directa entre los jefes de la mafia que ayudó a encarcelar y el hombre que actualmente ocupa el Despacho Oval… “Estamos experimentando una época peligrosa en nuestro país”, escribe Comey, “con un entorno político en el que los hechos básicos se debaten, la verdad fundamental es puesta en entredicho, mentir se ha normalizado y el comportamiento poco ético se ignora, disculpa o recompensa”.

Con una mirada a distintas notas de prensa podemos establecer que el libro evidencia cómo Donald Trump utiliza la maquinaria estatal para intereses personales y esto, sin duda alguna, deslegitima cualquier función pública. De allí que la lealtad, señala Comey, es al Estado de Derecho y a la República, jamás a un hombre en particular.

Los fundadores de los Estados Unidos de América tuvieron varias preocupaciones, pero sobre todo, cómo concebir un sistema en donde el poder esté sujeto a la ley y no a las personas que lo encarnen en un momento determinado. De esta preocupación surgen los sistemas republicanos modernos y en nuestro país tenemos grandes hombres que dieron su vida para crear y concebir un sistema que garantizara lo mismo, Mariano Gálvez uno de los más notables.

Cuando el poder se utiliza para fines personales se deslegitima cualquier mandato popular que se haya recibido y esto ocurre allá en el Norte como acá en el centro del continente, y ejemplos también encontramos en Sudamérica.

Con notables diferencias, por la madurez institucional gringa y sobre todo por el compromiso ciudadano hacia su sistema democrático, ahora que la Comisión de Postulación hizo pública la sexteta de nombres sobre los cuales Jimmy Morales debe elegir al próximo fiscal general de la República para el período 2018-2022, es fundamental entender nuestro contexto institucional y el compromiso presidencial hacia el futuro.

Jimmy Morales, sin lugar a dudas, tiene un gravísimo conflicto de interés al haber declarado la guerra al comisionado de la Cicig y a la Fiscal General; tener a su hijo y hermanos metidos en proceso penal y además él mismo ser denunciado por delitos cometidos en la financiación de su campaña, y ello provoca que esté tentado a poner sus intereses personales sobre los institucionales que le han sido confiados. Dejaría de ser humano si no.

Allá tienen a Trump y sus crisis y acá está Morales y nuestras carencias. Tanto allá como acá la sociedad debe fiscalizar los procesos y comprometerse con la República y la Democracia. Morales debe pensar, por lo menos en esta ocasión, en el futuro país, porque acá también se debate lo básico, las verdades fundamentales están en entredicho y los comportamientos éticos desde el poder son escasos.

@Alex_balsells

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.